AUDIENCIA 18 / OTROS DOS TESTIMONIOS PEDIDOS POR LA DEFENSA

22-12-21 | Se realizó este miércoles la última audiencia del 11.° juicio por delitos de lesa humanidad en Mendoza —el cuarto en la ciudad de San Rafael—. A pedido de la defensa, se repasaron testimonios de Amalia Ilsa Cía de Magallanes y Telio Rivamar. La primera por las tres detenciones de su esposo; y Rivamar por el cautiverio de Sergio Chaki en la Departamental. La próxima audiencia será el miércoles 2 de febrero a las 9:30.

El sindicalista detenido tres veces 

Hugo Magallanes —ya fallecido— era sindicalista y empleado de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CONEA). Su esposa, Amalia Ilsa Cía, reveló en juicios anteriores detalles de las detenciones del hombre, que era chofer de la CONEA en Malargüe, además de gremialista. 

Un sábado por la tarde, a los dos o tres días del golpe de Estado de marzo de 1976, se apersonó en su casa un comando conjunto formado por personal policial y de gendarmería que allanó la vivienda. Ella estaba con sus hijos mientras su marido trabajaba. El gendarme traía una orden de allanamiento e iba acompañado por el comisario de Malargüe, Ciro Massa. Durante el allanamiento, recordó Ilsa, comenzaron a revolver toda la casa y se llevaron un rifle calibre 22 que su marido utilizaba para cazar, pese a que el arma estaba registrada.

Amalia Ilsa Cía

Por esos días, Magallanes trasladó al director de la CONEA hasta la Ciudad de Mendoza. De regreso fue detenido por Gendarmería en el ingreso al pueblo. Por intervención del jefe de personal de la CONEA, Crescencio Arcangeliti, Magallanes fue dejado en libertad al día siguiente. 

En la semana siguiente al golpe, y mientras ella estaba en San Rafael, su esposo fue nuevamente detenido y llevado al correo en San Rafael, por lo que ella resolvió no regresar a Malargüe. Según su relato, cuando Magallanes llegó a la ciudad en un Unimog, la denunciante se acercó al camión y él le dijo «váyase a casa, cuide a los chicos, me traen detenido, no sé cuándo voy a volver». El hombre fue trasladado a la sede de Infantería, donde la testigo le llevaba comida, aunque no le permitían verlo. Cuando ella volvió a Malargüe, sus sobrinas se encargaron de llevarle alimento. Magallanes fue trasladado a la Casa Departamental y luego de once días le dieron la libertad. 

Una vez que regresó a su casa, Magallanes intentó reintegrase a la CONEA con el certificado de libertad que le había expedido el mayor Suárez. Se entrevistó con el Capitán Bossa —a cargo de la CONEA— pero no fue reintegrado. Al día siguiente Magallanes fue detenido por tercera vez por gendarmería y conducido al Escuadrón 29 en esa ciudad. Ese mismo día, el comandante Kadomoto se comunicó con ella para que llevara mantas y frazadas porque nevaba. Le dijo además que quien daba las órdenes era el capitán Bossa y que probablemente no volvería a ver a su marido. Sin embargo volvió a ver a Magallanes en Gendarmería, y este le indicó que hablara con Suárez. 

Cía viajó a San Rafael donde, luego de algunas dilaciones, fue atendida por Suárez. El militar le dijo que el único que mandaba a detener gente era él, “porque era el jefe”. Llamó al Escuadrón 29 y ordenó la libertad de la víctima. 

De regreso a Malargüe un gendarme le aseguró que Magallanes sería puesto en libertad en la madrugada del día siguiente. Ella pensó que lo matarían, como hacían con aquellos a los que se les anunciaba la libertad de madrugada. Sin embargo, al día siguiente fue efectivamente conducido a su casa.

La mujer señaló que, aunque Magallanes nunca quiso contarle demasiado de las torturas recibidas, sabía que lo habían golpeado mucho, que los sacaban al patio con temperaturas bajo cero y los mojaban con una manguera. Supo que varias veces se apersonó el mayor Luis Suárez quien, poniéndole una pistola en la cabeza, le decía: «Cordobés, te voy a matar».

El ordenanza que vio a los detenidos políticos

Telio Rivamar

En la audiencia se repasó también el testimonio brindado en juicios anteriores por Telio Rivamar, un exordenanza de la Municipalidad cuando allí funcionaba la temible Departamental. Ya jubilado, Rivamar contó que vio cuando los militares llevaron detenido allí a Sergio Segundo Chaki, «a quien trajeron como si fuera el peor delincuente», remarcó. «Lo traían los militares, eran tres, lo traían con una pistola en la cabeza, pasó por al lado mío y me miró». El que le apuntaba en la cabeza era Trentini. 

Durante su trabajo como ordenanza, Rivamar vio en la Departamental a Porras, Rosales, Dauverné, Flores y Bracamonte. Dijo que Chaki, Flores y Bracamonte fueron blanco de los «bailes que les pegaban» militares y policías y de tortura psicológica permanente. Según el testigo, después del golpe de Estado, la Intendencia pasó a alojar presos y presas políticas. Él pasaba cerca del lugar donde estaban las personas detenidas, sabía que les pegaban y escuchó quejas. Rivamar ubicó al mayor Suarez como jefe absoluto del lugar, quien disponía traslados, detenciones y demás. Recordó también que a veces llegaba «pasado de copas». 

La próxima audiencia será el miércoles 2 de febrero a las 9:30.

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El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.