11-08-21 | En la audiencia declararon los hermanos Ramón y Roberto Rosales sobre sus respectivas detenciones antes del golpe de Estado. También Nilo Torrejón, quien pidió colaboración de los acusados para “encontrar los restos de los desaparecidos”. Todos los testigos compartieron militancia en la Juventud Peronista en los setenta. La próxima audiencia será el miércoles 25 de agosto a las 9:30.
“Buscaban información de los Montoneros”
Ramón Rosales tenía 22 años y vivía con su compañera, Nilda Brito, cuando detuvieron a la pareja el 26 de febrero de 1976. En la casa estaba también su madre y una hermana. “Unas seis o siete personas con uniformes del Ejército y con FAL reventaron la puerta y entraron. También había personal policial. A mi hermana, que era una adolescente, la manosearon por todos lados diciéndole que la tenían que revisar”, rememoró.
Fue trasladado a Infantería, donde lo interrogaron junto a otros detenidos. Les preguntaban quiénes eran montoneros, a cuáles conocían en San Rafael y en qué casa había “un mimeógrafo o cosas para imprimir” de la organización. “Nosotros no teníamos idea porque hacíamos tareas sociales en el barrio. Sabíamos que con la Juventud Peronista (JP) estaba todo mal. Ya habíamos tenido problemas con la policía”, recordó el testigo. Señaló Rosales sobre quienes los custodiaban: “Eran soldados muy jóvenes, colimbas, yo los veía cuando me movía la capucha”.
De Infantería lo llevaron en un celular al D2 en la capital de Mendoza junto a Nilo Torrejón, Orlando Flores, Carlos Berón, Luis Abelardo Berón y otra persona cuya identidad no logró conocer. Rosales aseguró que el personal que estaba a cargo del operativo era del Ejército. Desde allí todos fueron trasladados a la Penitenciaría Provincial.
El testigo indicó que, de la cárcel de Mendoza, lo trasladaron a la de San Rafael. Estuvo cuatro días en una celda de castigo, aislado, hasta que una madrugada lo esposaron, lo subieron a un vehículo y lo volvieron a llevar a Mendoza. “Allí estaban cargando compañeros en camiones del Ejército. Nos subieron a un Hércules y nos trasladaron a La Plata”, expuso.
“Nuestro pecado fue pedir agua potable, que es un derecho”
Roberto Rosales fue detenido el 26 de febrero de 1976 en su casa de la calle Telles Meneses. Reconoció a dos de los imputados en este juicio, Oscar Pérez y Ernesto Mercado, como quienes participaban en las detenciones de fuerzas conjuntas entre la Policía de Mendoza y el Ejército.
“Pegaron una patada en la puerta, entraron con armas, fue un operativo violento de cinco o seis personas, además había mucho personal militar afuera. Dieron vuelta todo. Y éramos pobres, teníamos un roperito, un colchón… Lo único que hicimos fue haber estado en la Juventud Peronista (…) en un reclamo por el agua para el barrio. ¿Eso era un delito? El pecado fue pedir por nuestro derecho. Nosotros para tener agua teníamos que ir a dos cuadras con un balde”, detalló.
Roberto fue apresado junto a varias personas: su hermano Ramón, un vecino llamado Luis Elías Navarro, los hermanos Berón, “un pibe de apellido Acuña”, y el padre y la madre de Flores. Todas ellas fueron llevadas en un vehículo del Ejército a Infantería: “Estuvimos dos o tres días tabicados, es decir vendados, en una pieza. Al lado había dos calabozos de chapa donde estaban una señora del barrio, Clara Velázquez, su hija y mi cuñada”. La custodia era de policías y militares, precisó. Varios víctimas fueron trasladadas y quedaron solo el testigo y Aldo Fagetti. Ambos fueron llevados a declarar a la Regional Segunda, señaló, donde estaba Ricardo Ríos.
Rosales fue detenido nuevamente el 7 de abril y conducido inicialmente a Infantería. Luego pasó a Tribunales, “un centro clandestino de detención único en el país, donde los que impartían justicia vieron la injusticia que se estaba cometiendo y nunca hicieron nada”, ponderó. Allí estuvo detenido junto a Hugo Riera, Hugo Magallanes, Sergio Chaki, Mario Bracamonte, Alfredo Porras, Héctor Masini, Carlos Castro, Juan Domingo Chacón, Valdés, un empleado del Correo de apellido Cardoso y otro de apellido Domínguez, de la Dirección General de Irrigación. “En Tribunales nos sacaban vendados a Bomberos a hacer las declaraciones. La gente tiene que haber visto las atrocidades que se estaban cometiendo ahí adentro”, remarcó.
En su segunda detención, que se extendió de abril a octubre del 76, el testigo fue llevado al Comando de Infantería de Montaña con los hermanos José y Carlos Aguinaco, Juan Domingo Chacón y Alfredo Porras, recordó.
Calificó el trato recibido en sus detenciones como “inhumano”. “No nos pusieron médico. No como los señores acusados que tienen todas las garantías y están a derecho. La comida nos la traía nuestra familia. Lo que podían, éramos gente pobre”.
Coincidió con su hermano Ramón en que los interrogatorios eran violentos y que los represores insistían en sacar datos sobre Montoneros. “Si uno se caía al suelo lo agarraban como una pelota de fútbol. Todos los interrogatorios fueron violentos y con tortura”.
Roberto Labarta, José Musere y Daniel López fueron los policías que el testigo identificó entre quienes participaban de los operativos. “A Labarta lo conocía porque cuando hacíamos asado siempre estaba ahí, después uno se da cuenta que estaban haciendo inteligencia”, cerró.
La gran deuda de los acusados
Nilo Lucas Torrejón declaró en el juicio de lesa humanidad en 2015. Tenía 23 años y vivía en el barrio Constitución, donde fue detenido en su casa, que compartía con su esposa y sus dos hijos, a las 4 de la madrugada. Fue el 26 de febrero de 1976 en un operativo de la Policía de Mendoza y el Ejército. Lo llevaron a Infantería.
“Había muchos policías que yo conocía porque éramos del barrio. Estuvimos como 15 días. El Ejército era el que custodiaba”, refirió. Lo trasladaron junto a otros presos al D2, donde permaneció hasta mediados de marzo, y desde allí, a la cárcel de Mendoza. En diciembre de ese año lo llevaron a La Plata y luego a la cárcel de Caseros, hasta diciembre del 79. “De allí salí a Suecia, donde permanecí hasta principios del 84. Cuando volvió la democracia volví al país”, agregó.
Torrejón militaba en la Juventud Peronista, que comenzó a frecuentar en el 72. “De los desaparecidos varios eran compañeros de la JP. Algunos todavía nos comunicamos. De los desaparecidos recuerdo a Tripiana, Fagetti, Osorio. A la familia Berón y a los Flores los conocía a todos, participábamos en las movilizaciones, en actividad política”, se explayó.
El testigo dijo que en los interrogatorios le preguntaban “por Susana Llorente, y si conocíamos a Firmenich, a Quieto, en esa época… que eran referentes. Pero nosotros nos movíamos dentro de la JP en un local que estaba ahí”.
Dijo Torrejón que los que le pegaban en los interrogatorios “no eran del Ejército sino de Infantería”. Recordó que un día trajeron a tres detenidos a Infantería: Ríos, Santiago Illa y otro detenido de quien no recordó el nombre, “que estaban identificados como del PRT y del ERP. Los tenían separados, atados con alambres. Fagetti desaparece ahí. Cuando nos trasladaron a Mendoza, Ilia vino con nosotros. Luego supuestamente le dieron la libertad y después nos enteramos que no llegó a su casa”.
Torrejón concluyó: “Yo ya he declarado cinco veces y no me voy bien. Por lo menos creo que queda una gran deuda de los señores estos, que no han cooperado, por lo menos para encontrar los restos de los desaparecidos. Es una gran deuda hacia la sociedad, los familiares, la justicia. Es algo muy feo hacia el futuro, es lo que siento siempre. Esto no termina acá. Ellos tienen familia; nosotros, también”.
La próxima audiencia será el miércoles 25 de agosto a las 9:30.