07-03-2024 | Mario Roberto Gaitán ofreció su testimonio sobre los tormentos que sufrieron él y otras personas secuestradas en el D2. «En esas circunstancias, uno prefiere que le peguen a uno y evitar el grito, el dolor, el sufrimiento del otro», llegó a decir. La próxima audiencia quedó pactada para el 21 de marzo a las 9:30.
Hacia las 10:30 de la mañana, Mario Roberto Gaitán se dispuso frente al Tribunal Oral Federal N.°1 para contar su historia como sobreviviente del centro clandestino de detención, tortura y exterminio que supo funcionar en el Palacio Policial durante el terrorismo de Estado. La audiencia de hoy no significó la primera vez de Gaitán en un juicio oral dado que ya había brindado su testimonio en varios de los juicios por delitos de lesa humanidad de la provincia, testimonios que, como es usual, forman parte de la prueba ofrecida por la fiscalía. Tras las presentaciones de rutina, el tribunal cedió la palabra a Mario para que relatara sus padecimientos vinculados a su paso por el D2.

Allanamiento, destrucción, robo y secuestro
Mario Roberto Gaitán fue detenido en horas de la madrugada del 27 de abril de 1976, mientras descansaba junto a su pareja de aquel entonces —Edith Arito— en el domicilio de sus padres. Montaron un operativo tan grande alrededor de la residencia, ubicada en Dorrego, que las personas del vecindario lo recuerdan hasta hoy, aseguró. Un grupo de civiles y militares ingresó a la casa en la que se encontraban la pareja, el padre, la madre y la hermana de Mario, quien cuidaba de su hija recién nacida. Una vez adentro separaron a la familia en habitaciones mientras los secuestradores procedían a realizar un allanamiento en el que destruyeron prácticamente toda la casa —cielorrasos, muebles, sillones—. Aprovecharon además para llevarse unos ahorros que Mario estaba guardando para comprar una vivienda. Luego tomaron a Mario y a Edith, los vendaron y los subieron a un camión militar —al que también se subió el padre de Mario, no como detenido, sino como acompañante— para trasladarlos, después de un breve paso por la comisaría 7.ª de Godoy Cruz, al Palacio Policial, donde funcionaba el Departamento de Informaciones de la Policía (D2).
Ingresó en el edificio y lo dejaron en un calabozo. Mario no sabía dónde estaba y comenzó a hacer preguntas desesperadas hasta que un vecino de celda, el periodista Mario Santos, le contestó que se encontraba en el D2 y le comentó el funcionamiento general del lugar. Gaitán tuvo muy pronto una primera muestra del terror que se vivía cuando sacaron a los golpes a Francisco Robledo, lo devolvieron horas después en muy malas condiciones y continuaron golpeándolo contra la pared de su calabozo. «Esas cosas… han pasado 50 años y aún siguen en mi memoria», dijo, y agregó que casi todos sus días en el D2 transcurrieron entre gritos y golpes.
Interrogatorios, tortura y abusos
A la semana de su ingreso, lo trasladaron por primera vez para interrogarlo. El corto recorrido lo realizó vendado y sin saber a dónde se dirigía. Luego de bajar unas escaleras lo metieron a golpes en una sala, donde lo amenazaron y le preguntaron si sabía lo que le había pasado a su compañera, quien ya había sido interrogada. Ella le había contado de las torturas y los abusos.

En su interrogatorio, le pidieron nombres e información que él no tenía y le preguntaron por un mapa del ACA que habían encontrado en su casa, todo esto mientras le aplicaban la picana. Recordó que, en medio de las descargas eléctricas en su cuerpo, entraba un médico que lo auscultaba y les informaba a los torturadores si podían seguir o no. Los malos tratos y la violencia psicológica eran permanentes: «Independientemente de lo que yo he vivido, recuerdo la tortura y hasta el día de hoy me sigue doliendo». En el D2, lo interrogaron una vez más, a la semana, aunque ese interrogatorio fue más breve. En otra ocasión lo sometieron a un simulacro de fusilamiento. Lo sacaron del edificio —a lo que cree que era el playón del estacionamiento—, le colocaron un arma en la cabeza y le pidieron nombres que desconocía.
Gaitán contó que los abusos no se restringían a la sala de tortura, sino que también se daban en las celdas: golpes y muchos compañeros que eran ingresados e inmediatamente maltratados. Recordó gritos y gente pidiendo que pararan. «En esas circunstancias, uno prefiere que le peguen a uno y evitar el grito, el dolor, el sufrimiento del otro», dijo. Las mujeres, además, padecían agresiones sexuales. Mario considera que aún hay muchas víctimas que no se animan a contar la verdad de lo ocurrido en el D2.
Para terminar de graficar las condiciones de terror en las que vivían, el testigo relató que una noche, tras escuchar ruidos de celdas que se abrían, sintió que entraba una patota y se llevaba a alguien. En la madrugada se escuchaban quejidos y Edith Arito salió de su celda para ir al baño: entonces se encontró con una persona tirada en el piso, agonizando. En declaraciones anteriores, recordó el fiscal Daniel Rodríguez Infante, Gaitán había dicho que podría tratarse de Daniel Moyano.
Compañía de Comunicaciones, penitenciaría y vuelo a La Plata: un recorrido ya conocido
En el D2 permaneció cautivo desde fines de abril hasta fines de julio de 1976. Luego fue trasladado a la Compañía de Comunicaciones de Montaña 8, donde se sorprendieron al ver las condiciones en las que él y sus compañeros llegaban. Allí, le permitieron ducharse y cambiarse la ropa, y lo interrogaron dos veces más. Después, el 27 de septiembre de 1976, lo trasladaron a la Penitenciaría de Mendoza. Más adelante fue conducido en un avión Hércules a la Unidad Penal 9 de La Plata. Desde ahí recuperó su libertad a fines de 1977.

Compañeras y compañeros de cautiverio
En respuesta a las preguntas del fiscal, Mario Gaitán recordó a muchos compañeros y compañeras con quienes compartió cautiverio en el D2. A algunas de estas personas las conocía por la militancia en el Peronismo de Base y las tareas sociales con el cura Jorge Contreras en el barrio Santa Elvira. A otras por la Comisión Gremial Interna del Banco de Previsión Social y, a la gran mayoría, por haber coincidido en el D2. Mario Santos, Arturo Galván, Hermes Ocaña, Pedro Camilo Giuliani, Eduardo Bauzá, Rafael Raúl Fornés, un gran grupo que ingresó en mayo y del que formaban parte Eugenio Paris, Raúl Acquaviva, Nélida Lucía Allegrini, Víctor Manuel Sabattini, Jaime Pedraza, Carlos Roca, Graciela Leda, Antonio Siro Vignoni, Alberto Scafati, Nicolás Zárate, Elena Bustos de Mur, fueron algunos de los nombres que Mario Gaitán pudo recordar de su paso por el D2.
La próxima audiencia quedó pactada para el viernes 21 de marzo a las 9:30.