06-05-2011 | En el inicio del debate por la desaparición de Jorge del Carmen Fonseca declararon tres hermanos suyos, Luis, Juana y Rolando, quienes aportaron algunas pistas sobre los contactos del joven neuquino. Por este caso están imputados como autores mediatos de homicidio calificado y otros delitos, el exgeneral Mario Lépori y el oficial Paulino Furió.
Con la lectura del Acta de Elevación a Juicio comenzó el tratamiento de la causa 10-M que investiga la desaparición forzada de Jorge del Carmen Fonseca. Según la escasa información con que se cuenta, nacido y criado en el seno de una familia campesina de Centenario, provincia Neuquén, el joven de 24 años cursaba cuarto año de Derecho en la Universidad de La Plata cuando debió refugiarse en Mendoza. Fue visto por última vez en septiembre de 1977 cuando visitó la casa paterna e informó que se radicaría en esta ciudad; un par de meses después, la familia conoció una nota enviada por una compañera de Jorge en la que se informaba que había sido secuestrado en Mendoza entre los últimos días de noviembre y primeros de diciembre de 1977.
El tribunal citó a tres de los ocho hermanos que componen la familia Fonseca para que ofrezcan su versión de los hechos. Luis Ricardo Fonseca agregó a lo antedicho que su hermano pertenecía a la Juventud Peronista y que debió dejar la ciudad de La Plata porque había alojado en su domicilio a un compañero perseguido, su vivienda fue allanada y el compañero secuestrado; ante el peligro Jorge optó por trasladarse a Mendoza con una compañera. Luego ofreció indicios de que su hermano estaba en la clandestinidad porque a veces iba a Centenario pero no llegaba a la casa de los padres y un amigo común le reveló que “se manejaba con un seudónimo”. Luis, meses antes de la desaparición de su hermano, se había “autoexiliado en México” porque “el clima era de gran inseguridad”, dijo.
Juana Rosa Fonseca ofreció información más completa. Agregó que Jorge en Centenario contaba con una pareja de compañeros de militancia integrada por Mirta Arlisone y su esposo, de apellido Castillo. En una de sus visitas al pueblo, el joven pidió a la pareja que cuidaran de “Negri” (Elsi) y de otra compañera; ambas jóvenes eran mendocinas y permanecieron varios meses del 77 en Centenario. Mirta también le comentó que el papel que avisaba del secuestro de Jorge habría sido enviado por “Negri”.
Anoticiados del secuestro, la familia desistió de presentar el habeas corpus porque gente cercana le sugirió que no lo hiciera y que quemaran todo lo que tuviera que ver con él. Por temor, se deshicieron de cartas, fotos, libros y descartaron la búsqueda del joven desaparecido. Por otro lado, Jovita Soto, prima de los Fonseca que residía en Godoy Cruz, intentó conseguir algún dato, se dirigió a la dependencia de la Bodega El Globo donde Jorge había trabajado como corredor de vinos pero también fue advertida que “por su bien, no averiguara nada”.
Juana comentó que últimamente aparecieron datos sueltos aportados por compañeros de militancia, así supo que “a Jorge lo chuparon con su compañera y su hijo en Mendoza”. Casualmente, el último encuentro que tuvo la familia en septiembre del 77, el joven llegó acompañado de una amiga “Alejandra” y su hijito; estuvo menos de un día y luego tomaron un tren que suponían tenía como destino Mendoza, recordó la hermana.
Rolando Antonio Fonseca, hermano mayor del joven desaparecido, aportó que también lo vio por última vez en septiembre de 1977 y que al mes siguiente Castillo (esposo de Arlisone) le entregó en mano el papel que informaba que Jorge había sido detenido. En busca de ayuda, la nota llegaría hasta las manos del obispo de Neuquén porque Rolando participaba en la Iglesia, pero nunca obtuvo contestación. Aquel papel manuscrito jamás lo volvieron a ver, ni tuvieron noticias de Jorge.