AUDIENCIA 31 / CECILIA SAROFF Y LA SENSIBILIDAD SOCIAL DE SU HERMANA DESAPARECIDA

14-10-2024 | Ana Cecilia Saroff ofreció su testimonio sobre los padecimientos que soportaron ella y su familia en el marco del terrorismo de Estado: su padre, Manuel Anselmo Saroff, pasó más de dos meses secuestrado en distintas dependencias policiales de Mendoza, mientras que su hermana, Marta Élida Saroff, fue perseguida, secuestrada y desaparecida. La próxima audiencia tendrá lugar el viernes 1 de noviembre a las 9:30.

En una nueva audiencia de este 13.° juicio por delitos de lesa humanidad en Mendoza, Ana Cecilia Saroff testificó por primera vez en un debate oral y público. Antes había prestado declaración en San Juan durante la etapa de instrucción del juicio que investigó el asesinato de Alfredo Lerouc, pareja de su hermana Marta. Así, en el día de la fecha, relató los recuerdos respecto a los crímenes que, durante el terrorismo de Estado, sufrieron su padre, Manuel Anselmo Saroff, y su hermana, Marta Saroff, víctimas de este juicio.

Cecilia Saroff declara por primera vez en juicio oral

Cecilia testificó como víctima indirecta, pero también como hija, como hermana y como tía. “Nosotros, por supuesto, buscamos la verdad y la justicia”, dijo una vez terminado su testimonio y antes de retirarse entre los aplausos de toda la sala.

Juventud en San Martín

Cecilia y Marta Saroff crecieron en San Martín, en el seno de una familia trabajadora. Su padre era empleado de La fábrica La Campagnola y siempre quiso que estudiaran para que no tuvieran que sufrir lo que él mismo había sufrido por no estudiar. Así, en 1968, ya graduada de un colegio religioso de San Martín, Marta empezó sus estudios universitarios. Según contó Cecilia, su hermana tenía una sensibilidad muy especial para todas las cuestiones sociales y decía que este país era muy injusto y era necesario cambiar. Como consideraba que el medio más apropiado para el cambio era la política, decidió seguir la carrera de Ciencias Políticas. Mientras cursaba sus estudios —en un tiempo muy conflictivo en el que el país se encontraba bajo el gobierno de facto de la autodenominada “Revolución Argentina”—, Marta también colaboraba en un asentamiento muy grande de San Martín.

Familiares de la testigo y público presente

Una vez terminada la dictadura —durante la que estaban prohibidos los partidos políticos—, Marta se vinculó con el Partido Justicialista y conoció a Alfredo Lerouc, quien se convirtió en su pareja. Juntos continuaron militando por las causas sociales que los movilizaban. Alfredo armó una imprenta cooperativa —con el fundamento de que no quería tener un patrón que lo explotara, pero tampoco quería ser un explotador— y la instaló en San Martín. Llevó a sus amigos del barrio, a sus compañeros del secundario y les enseñó a trabajar de forma colectivista. «Era muy lindo ir y ver cómo se divertían y cómo trabajaban», cuenta Cecilia. Alfredo era como un educador que los formaba en las ideas del cooperativismo y del trabajo colectivo. Por lo que estaba pasando en la época a raíz del terrorismo de Estado —aumento de la represión, aparición de comandos anticomunistas, secuestros y demás—, decidieron poner la imprenta al servicio de la causa para informar sobre lo que estaba ocurriendo. Así, empezaron a imprimir volantes y panfletos que luego eran repartidos en toda la provincia. En 1973 Marta y Alfredo se casaron y en 1974 nació Eva, su primera hija. Por su parte, desde 1971 Cecilia vivía en San Luis, donde realizaba sus estudios universitarios: «Tuve la suerte de tenerlo de rector a Mauricio López, que es otro desaparecido de Mendoza, con un modelo de universidad extraordinario», agregó.

Escape de Alfredo Lerouc y secuestro de Manuel Anselmo Saroff

El cuatro de abril de 1975, detuvieron en Mendoza a varios compañeros y compañeras de militancia de Marta y Alfredo, una de los cuales llevaba consigo algunos datos entre los que figuraban los nombres de la pareja Saroff-Lerouc y la dirección de la imprenta. Con esta información, procedieron a allanarla y encontraron las matrices con las que imprimían los volantes que eran repartidos en toda la provincia. Después, fueron a la casa de la familia Saroff, también en San Martín, a arrestar a Alfredo. En la casa se encontraban Alfredo, Marta, su papá —Manuel Anselmo—, su mamá y una hermana de su mamá. Al ver llegar a la policía, y a sabiendas de lo que estaba pasando en el país y del modo en que trataban a las presas y los presos políticos, Alfredo decidió escapar. La policía, para no irse con las manos vacías, detuvo al papá de Cecilia y de Marta con el pretexto de que se lo llevarían para una firma y, después, lo liberarían. Pero pasaron las horas y Manuel Anselmo siguió detenido. Su esposa fue a buscarlo y le informaron que lo habían trasladado al Palacio Policial en Mendoza, establecimiento en el que ya funcionaba el D2. Allí lo tuvieron recluido durante casi dos semanas, incomunicado y sin informar nada a su familia. «Nunca nos contó el detalle, si lo torturaron o no. Nos protegía mucho (…) A mi hermana le dijo ‘cuidate mucho porque me preguntaron mucho sobre vos y Alfredo'», recordó.

Finalmente, el 17 de abril, en medio de un impresionante operativo policial, lo trasladaron para tomarle declaración y llevarlo luego a la Penitenciaría de Mendoza. En este punto de su testimonio, Cecilia presentó un recorte periodístico en el que se daba cuenta del despliegue policial realizado para la declaración de Manuel Anselmo Saroff y otros dos detenidos más. Ese día constituyó la primera vez que vieron a su padre desde que fuera detenido el cinco de abril. En la penitenciaría permanecería detenido entre 45 y 50 días, e incluso pasó su cumpleaños número 54 encerrado.

Clandestinidad forzada

Alfredo, por su parte, no volvió nunca más a la casa de la familia Saroff en San Martín. Tan pronto escapó, pasó a la clandestinidad. Marta esperó unos días y, ante la continua vigilancia y la imposibilidad de dar un paso sin sentir que era seguida, decidió sumarse a Alfredo. A partir de ese momento, contó Cecilia, pasaron a relacionarse solo con gente que estaba en su misma situación y a unirse a Montoneros. Así, tras un tiempo juntos en Mendoza, la organización los mandó a San Juan, donde continuaron con su militancia, tal y como dan cuenta los testimonios de Ana Montenegro y de Aldo Morán, quien llegó a vivir con ellos.

Testigo, fiscalía y tribunal

Mientras Marta y Alfredo continuaban en la clandestinidad, Eva permaneció con sus abuelos en San Martín, Mendoza, viajando cada tanto para visitarlos y pasar tiempo con ellos. En tanto, Marta quedó embarazada de Fernando. Para Cecilia, esto significó que ellos estaban muy esperanzados de que iban a tener éxito en lo que estaban haciendo, estaban muy convencidos de que la cosa iba a cambiar. Sin embargo, ya cerca del nacimiento de Fernando, por temor a ser reconocida en San Juan, Marta consideró mejor viajar a Buenos Aires para poder anotar a Fernando. Así, en marzo del 76, a días del golpe de Estado, viajó a Buenos Aires, mientras Alfredo se quedaba a la espera en Mendoza.

El tiempo que pasó Marta en Buenos Aires fue muy duro, recordó Cecilia. Estaba prácticamente incomunicada y su familia no sabía casi nada de su situación. Y fueron tales las dificultades que afrontó en Buenos Aires que, la misma noche del parto por cesárea, Marta —por miedo a ser reconocida— envolvió a Fernando en una frazada y abandonó Buenos Aires para reunirse con Alfredo, Cecilia y Eva en Mendoza antes de volver a San Juan —sin Eva, quien se quedó en San Martín con sus abuelos—.

Asesinato de Alfredo y desaparición de Marta

En noviembre del 76, el fin de semana anterior al 20, Marta pidió a su mamá que le llevara a Eva a San Juan. Su mamá, quien sufría cada vez que tenía que separarse de su nieta, le dijo que la llevaría más adelante. “Eso creo que le salvó la vida”, aclaró Cecilia. Esto es así porque antes de que terminara la semana, el 19 de noviembre más precisamente, fue detenido Luis Roque Moyano, quien había trabajado en la imprenta con la pareja. Roque fue asesinado ese mismo día y, al día siguiente, mientras llegaban a una cita pactada, Alfredo y un compañero fueron acribillados. Aldo Morán, quien también estaba citado a esa reunión, fue testigo del asesinato, huyó y es quien relató este hecho.

Tribunal, fiscalía y defensas

La familia de Marta se enteró del asesinato de Alfredo por la radio y le avisaron por telegrama a Cecilia, que seguía estudiando en San Luis. Tras unos días en los que tuvieron que realizar trámites para recuperar el cuerpo de Alfredo y trasladarlo a San Martín, el 24 de noviembre realizaron el velorio y el 25, lo enterraron. El entierro se llenó de policías, comentó Cecilia. La misma noche sintieron un golpe en la puerta de su casa de San Martín y, cuando abrieron, encontraron a Fernando, el hijo de Marta y Alfredo, con una nota de Marta escrita a mano y una nota que, supuestamente, era de Montoneros escrita a máquina. En la nota manuscrita, se daban indicaciones sobre el medicamento que tenían que darle al bebé por la diarrea que lo aquejaba. En la nota escrita a máquina —de dudosa procedencia—, la organización informaba su decisión de devolver a Fernando Lerouc a su familia. Para Cecilia, es un disparate pensar que la organización pudiera haber hecho eso. Mientras ocurría, Cecilia salió corriendo de la casa con la esperanza de encontrar a Marta afuera. Corrió a una esquina, corrió a la otra y no vio a nadie.

Después, su mamá fue a buscar a Marta a San Juan. El jefe de policía le dijo que iban a averiguar pero que ahí no estaba detenida. Se puso en contacto, entonces, con Madres de Plaza de Mayo y empezó a pelear por la aparición de su hija. Visitó una dependencia militar en San Juan para realizar preguntas. «Se la aguantó solita ahí en medio de todos esos militares», afirmó con orgullo Cecilia. Su mamá hizo todas las denuncias que pudo, y llegó incluso a denunciar la desaparición de su hija a la Conadep. Su papá, Manuel Anselmo, por otro lado, nunca pudo denunciar nada. «Olvidando todo eso que fue tan doloroso para él, termina borrándolo de su mente», dijo Cecilia, y explicó que murió padeciendo demencia senil.

De derecha a izquierda, Fernando Lerouc Saroff, Cecilia Saroff, Eva Lerouc Saroff y Agustín, hijo de Eva

El destino de Marta

Sobre el destino de Marta, solo ha habido conjeturas. Desde el 20 de noviembre de 1976 está desaparecida. A partir del testimonio de otras víctimas, como Aldo Morán y Sergio Miranda, Cecilia ha logrado llegar a algunas conclusiones sobre el posible derrotero de su hermana. Después de mucho tiempo —y gracias a lo que aportó Miranda—, la familia de Marta supo que ella estuvo en Colonia Papagallos con otra compañera. Hasta entonces, siempre habían relacionado su desaparición con San Juan. Por Miranda supieron que, cuando ellos llegaron ahí, Marta era quien los animaba y les decía que iban a salir. La recordó como una mujer muy linda que, al cabo de un tiempo, se deterioró hasta parecer una mujer de 80 años. Cuando fueron a colocar la placa conmemorativa en Colonia Papagallos, Miranda le comentó a Cecilia que ahí habían tenido hasta cien personas detenidas y, si se hiciera una investigación, se encontrarían muchísimos huesos. “Papagallos fue un lugar de exterminio”, concluyó.

La próxima audiencia será el viernes 1 de noviembre a las 9:30.

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El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.