Jaime Pedraza declara por videoconferencia

AUDIENCIA 44 / DEJÓ CHILE, LO SECUESTRARON EN ARGENTINA Y SE EXILIÓ EN SUECIA

09-05-2025 | Jaime Pedraza (ciudadano chileno que vive en Suecia) declaró por primera vez en juicio oral. Estuvo secuestrado en el D2 entre mayo y julio del 76. Allí, fue salvajemente torturado y compartió cautiverio con un grupo de militantes de la Juventud Guevarista. La próxima audiencia será el 23 de mayo a las 8:30.

Por videoconferencia y desde Suecia, Jaime Arturo Pedraza se dispuso a responder a la convocatoria para declarar en el 13.° juicio por delitos de lesa humanidad de Mendoza, en el cual él es una de las víctimas. Previamente, había prestado testimonio en la etapa de instrucción, pero nunca en la etapa de debate oral. Con la guía de la auxiliar fiscal Analía Quintar, relató los tormentos que tuvo que soportar desde que fuera detenido y secuestrado a fines de abril de 1976.

Jaime llegó en 1975 a Mendoza desde Chile. Junto a su pareja, Patricia Rosa Espinosa Riquelme, se instalaron en Las Heras, donde ella quedó embarazada de su primera hija. Jaime, tras haber participado de organizaciones político-estudiantiles en la escuela secundaria en Chile, buscó relacionarse con jóvenes que tuvieran vida política aquí en Mendoza, pero su búsqueda nunca fue muy activa. Para 1976, había intentado sin éxito regresar a su país para renovar la visa, además  trabajaba como ayudante de albañil en una construcción en Guaymallén a la que llegaba caminando desde la terminal de ómnibus. 

Una mañana de fines de abril o principios de mayo, mientras preparaba el enlozado en el techo de la construcción en la que trabajaba, un grupo de cinco o seis hombres vestidos de civil y con armas lo bajó a los golpes del techo, lo tiró violentamente al piso y lo vendó. Acto seguido, el grupo pasó a revisar la casucha en la que guardaban los materiales de construcción —supone que en busca de algo que lo inculpara—, destruyendo bolsas de cemento y demás objetos, luego lo subieron a un auto y lo llevaron al D2, aunque eso recién lo sabría varios días después. Al momento del secuestro, su compañera estaba embarazada de su primera hija, que nacería el 3 de julio.

Tribunal y fiscalía en la sala de audiencias

Ya en el centro clandestino, lo desnudaron y lo llevaron vendado a través de una escalera hacia una habitación pequeña en la que había «una cama o una frazada, algo de metal». Allí fue torturado muchas veces, en distintos días y horarios. Se ensañaron con los genitales, contó, y uno de los torturadores llegó a decirle que “no iba a tener más hijos porque querían matar el germen de los subversivos”. En las sesiones de tortura le preguntaban por su nombre de guerra y por su responsable, a lo que Jaime no sabía qué responder porque él ni siquiera había integrado formalmente una organización política. 

Entre tanta tortura y tanto sufrimiento, perdió la noción del tiempo. Dijo que pueden haber pasado cuatro días o diez. Pero sí recordó que al tiempo los juntaron a todos en una celda grande y que, recién entonces, una persona le comentó que estaban en el D2, «que era el departamento de policía de Mendoza». 

La tortura después de la tortura

De las muchas sesiones de tortura que soportó, recordó algunos hechos particulares. En primer lugar, comentó que, durante uno de los interrogatorios, un chileno entró a preguntarle por dos hombres, Fariña y Sandoval, a quienes él conocía de nombre porque eran dirigentes sindicales de la industria azucarera de Chile, donde había trabajado. También relató otra ocasión en la que le preguntaron por un paquete que habían encontrado en la casilla que revisaron el día de su detención, un paquete que un muchacho dejó para que retirara alguien más, pero del que Jaime no sabía nada. En el interrogatorio, le preguntaron por la persona que había llevado el paquete, a lo que él, entonces, contestó inventando una persona de cabello morocho y un poco robusta de nombre Mario. Dio la coincidencia de que, donde vivía él, también vivía Mario Ferrada, que era su amigo. Así, detuvieron a Mario y lo llevaron al D2 para presentarlo ante Jaime y preguntarle si era él quien había llevado el paquete. Jaime lo negó y luego supo que a Mario lo liberaron a las horas sin hacerle daño.

Jaime Pedraza declara desde Suecia
Jaime Pedraza declara desde Suecia

Jaime no pudo definir cuánto tiempo pasó así. “Cuando uno está vendado de los ojos y atado de las manos no distingue el transcurso de los días”, lamentó. Sí pudo hablar de las secuelas que le dejó la tortura: los talones se le rompieron por tanta picana eléctrica y en la pantorrilla derecha se le abrió una herida que sangró mucho y cuya cicatriz le duró años. Por estas heridas no podía apoyar los pies, mucho menos ponerse calzado. Le era imposible caminar en estas condiciones, por lo que, con todo ese sufrimiento a cuestas, pidió por un médico para que lo tratara, a lo que respondieron con más tortura. Los represores le llamaron a un hombre que, en lugar de hacerle curaciones, embebió un trapo con algún líquido aparentemente inflamable, lo envolvió y le prendió fuego con un encendedor. Este “tratamiento” le generó a Jaime un dolor que él puso por encima de cualquier otro sufrimiento soportado durante las sesiones de tortura.

Durante su tiempo en el D2, no tuvo comunicaciones con nadie de su familia, a excepción de un mensaje escrito por su pareja e infiltrado en un termo que le mandó. Cuando le llegó, él reconoció el termo que tenían en casa y, adentro, encontró un papel en el que ella le contaba que sabía que estaba en el D2, que lo había encontrado, pero que su hija recién nacida estaba desaparecida. Para avisarle que había recibido el mensaje, Jaime le envió, en el mismo escondite dentro del termo, el anillo que usaba siempre. Este contacto se dio gracias a la ayuda de un cura mendocino, el mismo cura que ayudó a su pareja a encontrar rápido a su hija. No se pudieron aclarar las dudas en cuanto al momento de recuperación de la niña por la intervención del defensor Amuchástegui, a quien le pareció que el tema no tenía nada que ver con lo investigado en este juicio. 

Otros centros clandestinos y el miedo de la falsa libertad

Si bien no pudo ser certero en cuanto a las fechas de su tiempo en el D2, sí dijo que estuvo en ese centro clandestino entre mayo y julio, dado que en julio se lo incluyó en un consejo de guerra que lo juzgó junto a otros compañeros de cautiverio. Este consejo de guerra lo acusó de estar ilegalmente en el país y de incitar a la violencia. Tras ser juzgado, fue trasladado a la penitenciaría de Mendoza, donde estuvo recluido hasta septiembre de 1976. De allí, fue enviado en un avión Hércules —cargado de violencia y represión— a Buenos Aires, donde fue a parar a la Unidad 9 de La Plata. De allí pasó a Coordinación Federal en diciembre de 1978 para ser liberado a fines de enero o principios de febrero, más específicamente, el 31 de enero o el 1 de febrero.

Prontuario penitenciario que le elaboraron a Jaime Pedraza en dictadura.

El día que lo sacaron de Coordinación Federal, Jaime estaba asustado, no quería soltarse de los barrotes porque no sabía a dónde iba y tenía conocimiento de que a muchos otros los habían acribillado tras darle la libertad. Quería saber a dónde lo llevaban, no quería que lo mataran y tampoco quería volver a Chile, que “era mucho peor”. La noticia de que lo iban a liberar fue impactante para él. En el último traslado, le anunciaron que se iba al extranjero y lo dejaron en una salita de Ezeiza donde un representante de Naciones Unidas le informó que venía a cerciorarse de que subiera al avión que lo iba a llevar a Suecia.

De su tiempo en el D2, recordó a Raúl Acquaviva, a Carlos Roca, a Eugenio Paris, a  Victor Sabatini, con quienes no había tenido vínculo antes del cautiverio en ese centro clandestino. También recordó que había mujeres porque a través de una o dos de ellas conseguían cigarrillos. Recordó a Graciela Leda, a Silvia Schvartzman, a Siro Vgnoni y a Nicolás Zárate, hombre de edad que fue brutalmente torturado y que, según Jaime, podría haber perdido el juicio en la tortura porque gritaba día y noche. «Era desgarrante cómo ese hombre gritaba todo el tiempo», sentenció Jaime.

La próxima audiencia quedó pactada para el viernes 23 de mayo a las 8:30.

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El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.