El Comando Moralizador Pío XII

Acciones del comando Pío XII

Un particularidad que tuvo la represión paraestatal en Mendoza durante los años previos al golpe, fue la persecución a mujeres en situación de prostitución, por parte del Comando Moralizador Pío XII.
Este comando, que estaba al igual que el Comando Anticomunista Mendoza (CAM) vinculado a quien se desempeñaba como jefe de la policía, vicecomodoro Julio Cesar Santuccione, llevaba a cabo acciones que incluían, además de los atentados con bombas a clubes nocturnos y cabarets, la persecución y asesinato de mujeres en situación de prostitución y proxenetas. Así recuerda una testigo (M.) la aparición del Comando Pío XII: “La primera vez que tengo yo noción de este comando, era como la 1 de la mañana y estaba parada en la esquina de Urquiza y Salta, sola, no había nadie, entonces a lo lejos venía un Ami 8 amarillo y yo veía de lejos que venía tocando bocina por las esquinas y me llama la atención, cuando pasa por mi esquina, toca bocina y tira papelitos […] el papelito decía: ‘Emigren prostitutas, Comando Pío XII’”.

 

El Comando Pío XII, irrumpió en la escena  pública en el mes de mayo de 1975 con una acción que definió su modus operandi de allí en más. El 1 de mayo fueron encontradas desnudas y con un disparo en la cabeza dos prostitutas que habían sido secuestradas por un grupo de desconocidos la noche anterior (Claridad González de Ángel y Ramona Suarez de Martínez). Un testigo del hecho declaró a Los Andes (2/5/75) haber visto a un uniformado entre los captores. A partir de estos hechos saltan a la luz otros once casos similares vinculados al misterioso comando moralista.

El 26 de julio de 1975, el comando envió un comunicado a la redacción del diario Mendoza. En el mismo se definía como: “un grupo moral y defensor de la salud pública y que sale a la lucha, ya que se observa que la acción de la policía y los jueces está• totalmente limitada por una acción débil e inocua, donde no se observa una verdadera acción represiva contra la manifestación de la corrupción que existe en nuestra ciudad. En el mismo comunicado manifestaban que “serían inmisericordiosos en el castigo a las prostitutas, que con su desenfadada presencia en la vía pública atormentan y ofenden de raíz las prácticas de buena costumbre y pública moral mínima de toda sociedad decente”. Y finalizaba: “con látigos de tiento, cadenas, garrotes de goma y cartuchos cargados con sal ahuyentamos la presencia indecorosa de las mujeres públicas, como así también con un perro doberman, especialmente adiestrado para desnudar personas, que responde al nombre de Savonarola. Res non verba”.

Tal como anunciaba el comunicado, las golpizas con cadenas a mujeres en prostitución pasaron a formar parte de las noches mendocinas. Comenta M.: “Una noche viene un grupo de compañeras avisando que una compañera nuestra había sido golpeada. Cuando vamos a verla, la habían golpeado con cadenas. Ella contó que se bajaron cuatro tipos de un auto encapuchados y la golpearon con cadenas diciéndole: ¿no les dijimos que emigren?. Por su parte R., relata una escena similar: “Me acuerdo que trabajábamos y la mayoría de las chicas se tuvo, se tuvieron que ir. […] A algunas las quebraron, los brazos, las costillas… de las palizas que les     daban. Y si… Cuando la agarraban a una en la esquina ahí misma le pegaban, en la misma esquina. Y andaban encapuchados… Había una que le decían la Monito, le dieron tanta paliza… le quebraron las costillas, el tobillo… con cadenas le pegaron… Yo no la vi más…”.

Comando PíoXII
En el Palacio Policial, lugar donde funcionó uno de los principales centros clandestinos de detención de la provincia, el D-2, las mujeres en prostitución detenidas, tenían oportunidad de ver a los militantes que también eran llevados a ese lugar: “veíamos a la gente que estaba desaparecida que la llevaban ahí (…) la veíamos pasar… no sabíamos los nombres ni nos lo iban a decir a nosotras (…) pero nos dábamos cuenta por la manera en que los tenían en otros calabozos lejos de nosotros”. Sobre la convivencia de los/as presos/as con las prostitutas en el D2, varios/as testigos que han declarado en el marco de los juicios en Mendoza, han señalado la solidaridad de estas mujeres con los/as detenidos/as.

Luis Ocaña, ex delegado bancario y militante del PRT señala: “En uno de los lugares donde estuve secuestrado, no sé cuál, estaba maniatado con los ojos vendados, tirado, en una línea de jardín de ligustro creo, por la sensación, y siento un líquido tibio que me mojaba y pego un grito. Era una prostituta que orinaba, no me vio y me orinó encima, entonces empezó a insultar, a los gritos. Le dije mi nombre y donde vivía mi mamá, que vivía en Rivadavia (…). Esa mujer se fue a ver a mi mamá, mira lo inconsciente! Cuando mi mamá me va a visitar a la cárcel por primera vez me dice: ‘Nene ¡qué amiguitas que tenés!’ Yo cada vez que veo una… las quiero tanto… En realidad eran tan marginadas como nosotros desde el punto de vista ideológico”.

Los métodos de castigo aplicados a estas mujeres fueron los mismos que a los y las militantes. Los allanamientos llevados a cabo en los domicilios de aquellos/as considerados/as “enemigos apátridas”, realizados en las noches por hombres de civil encapuchados, exhibiendo armas largas, tuvieron su paralelo en las excursiones nocturnas de las “brigadas moralizadoras” que durante las madrugadas “barrían la vía pública”, generando terror en las mujeres en situación prostitución a través de amenazas, golpes, tortura, secuestros y la realización de marcas infamantes en sus cuerpos. A su vez, el lugar adonde fueron llevados/as todos/as ellos/as -el CCD “D2”- así como el lugar en el que arrojaban los cuerpos -Canota, Papagallos, San Isidro- también fueron los mismos. Sin embargo, los tormentos sufridos por estas mujeres resultaron imperceptibles.

Probablemente su condición de género, la imposibilidad de pensar la prostitución como un hecho político, junto con la invisibilidad de la lógica patriarcal y de la misoginia de las fuerzas de seguridad, borró -y despolitizó- el hecho de que fueron grupos paraestatales los responsables de las acciones represivas, e impidieron ver que en Mendoza, parte de la acumulación de experiencia en las prácticas represivas ilegales, fue realizado sobre los cuerpos de mujeres que se habían salido de los “roles esperados”.

El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.