Adriana Bonoldi nació el 10 de diciembre de 1953 y tenía ‒tiene‒ dos hermanos, Nino y Dedé.
Cursó la primaria en la Escuela Martínez de Rozas y la secundaria en el Magisterio, donde se recibió de maestra.Su hermano Nino la describe como afectiva, brillante, con un enorme compromiso ético, espontánea, hermosa. Una persona luminosa dotada para todo aquello que quisiera hacer.
Adriana tenía un especial talento musical. No sólo estudió piano en la Escuela de Música de la UNCuyo, sino que tocaba además la guitarra y cantaba. También trabajaba dando clases de música.
Adriana formaba pareja con Marcelo Carrera, con quien se casó en octubre de 1976. Ambos eran militantes del Partido Revolucionario del Pueblo (PRT) y colaboraban con la construcción de viviendas en un basural situado en la zona de La Estanzuela.
Según los testimonios de sus compañeros y compañeras de militancia, la “Colo” ‒como le decían‒ era linda, muy atractiva, además de una pianista brillante (…), por eso su nombre identifica al Aula Magna de la Escuela de Música de la Universidad de Cuyo.
Para una de sus alumnas de primaria, que entonces tenía 12 años, Adriana tenía una sonrisa que llenaba el alma y un enorme encanto. Informal, juvenil, bonita, llegaba con su morral tejido con flores, sus zapatillas y sus jeans y lograba entusiasmar con la música a sus pequeños alumnos y alumnas, que recuerdan “su juventud, su mirada diáfana, su alegría desbordante, el amor por la vida, el folclore, la música, y su patria…”.
El 1 de diciembre de 1976, luego de un acto escolar, Adriana fue secuestrada en la calle. Estaba embarazada desde hacía muy poquito tiempo. El niño, hijo de Adriana y Marcelo, nació en cautiverio, según declaró durante el desarrollo del IV juicio por delitos de lesa humanidad su hermano, Juan Eduardo Bonoldi. Las familias Carrera y Bonoldi los buscaron y aún los buscan incansablemente.
El paso de Adriana por la escuela dejó una impronta en “el corazón de cientos de chicos que cantamos en aquel último año de la primaria ‘y rasguña las piedras y rasguña las piedras y rasguña las piedras hasta mí….’”, dice María Ester Correa.