Guillermo Benito Martínez Agüero caracterizó al golpe como “cívico militar, clerical y económico”

AUDIENCIA 27 / EL VALOR DE LA RESISTENCIA

30-06-14 | Para finalizar el análisis del operativo de febrero del 76 -causa Rabanal- testimonió Guillermo Martínez Agüero, uno de los responsables de la organización Montoneros en Mendoza. Por otro lado, se presentó Oscar Guidone, para ampliar su declaración sobre la Compañía de Comunicaciones 8 del Ejército. Ambos recalcaron el compañerismo entre los/as detenidos/as.

Guillermo Benito Martínez Agüero caracterizó al golpe como “cívico militar, clerical y económico”

Guillermo Benito Martínez Agüero fue detenido el 25 de octubre de 1974 en virtud de la ley 20840. Pasó por varios centros de detención y cárceles, volvió a las calles con libertad vigilada a fines de 1982 y fue liberado al siguiente año. En su testimonio de ayer recordó sus pérdidas afectivas más próximas: su hermano José, su esposa María Reyna Lloberas y su cuñado Ricardo René Haidar, quienes permanecen desaparecidos.
Con gran claridad caracterizó al golpe como “cívico militar, clerical y económico” y describió al aparato represivo como una continuidad de las formaciones de la derecha peronista que, luego, nutrieron los grupos de tareas de las FFAA. Estuvo tres años consecutivos en la penitenciaría provincial por lo que pudo ofrecer un amplio listado de agentes entre los que se encontraban los acusados Linares y Bianchi. La represión fue, según Martínez Agüero, estructural, sistemática y de exterminio, donde “las cárceles eran un frente de combate […], para nosotros era de resistencia”, aclaró. En tal sentido hizo hincapié en las premisas de unidad, solidaridad y dignidad con la que se sostenían los/as presos/as entre sí.
En su declaración, el testigo evocó al desaparecido Santiago Illa, compañero de celda en el momento que fue retirado de la cárcel, el 12 de mayo de 1975, en la creencia que saldría en libertad. En respuesta a qué recordaba de Illa, rememoró que era padre de un niño pequeño y que a pesar de su juventud demostraba transparencia y convicción.
En otro tramo de su relato, la Fiscalía lo interrogó sobre otras personas desaparecidas cuyas causas serán tratadas próximamente. Describió a Aldo Patroni como un simple peronista que colaboró con la gobernación de Martinez Vaca; a Horacio Bissone como un trabajador gráfico, miembro de la Juventud Trabajadora Peronista – JTP-, al igual que Sabino Rosales.
En relación a la causa Rabanal y las mujeres detenidas en el D2, dijo con énfasis, “las violaciones fueron tremendas… tremendas”. No pudo establecer si Miguel Gil falleció en el D2, en el camino o ingresando a la cárcel. Asimismo, habló de su vínculo con Marcos Ibáñez, primero al ubicarlo como responsable de la JTP en 1974, después por el ensañamiento sufrido por éste en los centros de detención locales y, finalmente, de su muerte en la U9 de La Plata.

Los doctores en cuestión

Guillermo Martínez Agüero fue condenado a diez años en total. En ese lapso contó con tres abogados que no pudieron actuar: Susana Sanz, debió exiliarse en México; Rosendo Chávez terminó en la cárcel con él y Conrado Gómez fue secuestrado y desaparecido. Martínez recordó que tampoco lo atendió su defensor oficial, Guillermo Petra, quien esgrimió la insólita excusa de “los militares no me dejan”; ausencia que rondó en la complicidad.
Juan Day, el defensor de Luis Miret, intentó entrar en el farragoso terreno del riesgo que corrían los jueces. Martínez Agüero, apelando a su profesión de médico, contraargumentó ejemplificando acerca de lo inapropiado de dejar de atender a un enfermo porque corría el riesgo de contagiarse. Del mismo modo, si los jueces hubiesen actuado, “podían aislar a la Dictadura” dijo; en tal sentido, caracterizó la inacción total de la justicia como complicidad, “si no estaban de acuerdo, debían irse”, completó. Ese fue el proceder de algunos magistrados que renunciaron, así como miembros de las FFAA y de seguridad que pidieron el pase a retiro por el accionar del golpe del ’76.
En el mismo sentido, Martínez Agüero, denunció por abandono de los presos, al responsable sanitario de la cárcel, Dr. Marotta, y su cuerpo médico. Entre las consecuencias sobre la salud, además de las marcas externas, señaló las secuelas internas: trastornos digestivos, cardiovasculares y la vigilia, el insomnio persistente. Ninguna patología fue atendida adecuadamente. El maltrato y el clima de tensión dentro de la penitenciaría buscaban la destrucción de los sujetos, una suerte de “ensamble punitorio entre las cárceles y los jueces”, sintetizó.

Escuchá el testmonio de Guilermo Martínez Agüero

 

Como un campo nazi

Oscar Martín Guidone permaneció detenido hasta setiembre de 1976 en el Octavo de Comunicaciones
Oscar Martín Guidone permaneció detenido hasta setiembre de 1976 en el Octavo de Comunicaciones

Oscar Martín Guidone fue secuestrado el 2 de junio de 1976. Era estudiante avanzado de Medicina y militaba en la Vanguardia Comunista. Lo llevaron a la Compañía Octava de Comunicaciones donde estuvo hasta septiembre del mismo año cuando fue trasladado a La Plata. Recuperó la libertad el 20 de agosto de 1978.
Ese lapso en la dependencia del Ejército le alcanzó para describir a ese centro clandestino de detención como «parecido o peor a los campos de concentración que usaban los nazis».
Guidone, cuyo testimonio cerró la audiencia del lunes, ya había declarado en el III juicio por delitos de lesa humanidad desarrollado en Mendoza extensamente; ésta exposición está incorporada al actual Megajuicio.
Nuevamente, Oscar se refirió a las torturas sufridas que le provocaron severos problemas de salud e incluso debió ser operado de urgencia en el Hospital Militar.
A pedido del fiscal Daniel Rodríguez Infante, recordó que compartió presidio con políticos, dirigentes gremiales y estudiantes. Entre todos ellos nombró a Carlos Abihaggle, Alfredo Porras, Ángel Bustelo, Antonio Di Benedetto, Marcos Garcetti, Pedro Tránsito Lucero, Ventura Pérez, Carlos Venier, Horacio y Alberto Martínez Baca, Rafael Morán, Valentín Montemayor y Jorge Reynaldo Puebla.
«Picana, golpes y balazos por sobre nuestros cuerpos era lo cotidiano en el Octavo de Comunicaciones», repasó y narró que cerca de allí, también en dependencias del Ejército, hubo un centro de detención de mujeres en el que pudo ver, entre otras, a Edith Arito, Norma Sibila, Cora Cejas y Vilma Rúpolo.
«De las sesiones de tortura uno volvía como una bolsa de huesos», señaló a modo de síntesis y también subrayó que allí «más allá de las diferentes ideologías […] nos ayudábamos y apoyábamos unos a otros».
Otro tramo destacado del testimonio de Guidone fue el referido a la falsedad de las declaraciones que le hicieron firmar y a la actuación policial en la que le inventaron elementos que, supuestamente, le pertenecían.
Finalmente, ante una inquietud del abogado del MEDH, Diego Lavado, Oscar Guidone aseguró que «queríamos una Medicina diferente, con ingreso irrestricto y con posibilidades para todos. Los que ingresábamos a la facultad teníamos como nuestra una consigna del Che Guevara que dice si soy médico es porque sé auscultar el corazón del pueblo. Estudiar medicina era un compromiso social».

Escuchá la declaración de Oscar Guidone

La 28º audiencia del Megajuicio será este miércoles 2 de julio, con los testimonios de Silvia Faget, esposa de Santiago Illa, y de Roberto Marmolejo.

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El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.