08-09-21 | Declararon Alfredo Porras, Marcos Valdés y Carmen Schapernicoff. Porras refirió detalles de su detención y la vinculó a su labor como abogado de personas detenidas por razones políticas. En tanto que Valdés, exdelegado de industrias Grassi de El Nihuil, dio detalles de los padecimientos y torturas durante su encierro en la sede de Infantería. La mujer, viuda del fotógrafo Orlando Martínez, reveló abusos hacia ella por parte de uniformados. La próxima audiencia será el 22 de septiembre a las 9:30.
Abogado de presos políticos, tras las rejas
Alfredo Rafael Porras tenía 26 años y dos de recibido de abogado cuando fue detenido en la finca de su suegro, en la calle Tirasso de San Rafael, el 23 de marzo del 76 a última hora. Estaba con su esposa embarazada en el momento en que varios militares irrumpieron en la casa. Uno de ellos, «que parecía un capitán», rememoró, le dijo que estaba a disposición del PEN y labró un acta en una vieja máquina de escribir que luego le hizo firmar. Le preguntaron si tenía armas y Porras entregó un calibre 22 de su suegro. «Luego vimos que faltaban cosas menores como whisky», señaló.
De allí se lo llevaron a una unidad policial en la calle Segovia, donde se tramitaba el carnet de conducir. «En esa época creo que se llamaba motorizada», recordó.
«Nos pusieron detrás de un alambrado parecido a un gallinero, seríamos quince o veinte personas (…) había una formación del Ejército y alguien que parecía el oficial comunicó al resto de la tropa que hubo un Golpe de Estado. Anunció que había una junta presidida por el general Videla».
Porras compartió cautiverio con Osorio —que hasta el día de hoy permanece desaparecido—. Luego, una madrugada los cargaron en celulares y los llevaron a los calabozos del Poder Judicial, «a una especie de subsuelo”, detalló.
“Llegaba gente y la iban distribuyendo: en un calabozo había mujeres, en otro estaba el gobernador Martínez Baca, en otro Tripiana, Calivar, López y yo. Estuve cinco meses en esos calabozos. Hicieron un simulacro de acta de libertad para Tripiana, que luego fAlue desaparecido», continuó.
Después de cinco meses en la Departamental, Porras fue trasladado a Mendoza al Regimiento de Infantería de Montaña (RIM 16) del Ejército, en la calle Boulogne Sur Mer, donde estuvo un mes. «Ahí había un montón de gente porque habían habilitado una cuadra para que hubiera detenidos. Venían a llevarse gente, los interrogaban y volvían lastimados. Luego en un Hércules nos trasladaron a La Plata, cuando nos sacaron las vendas estábamos en la Unidad 9». Permaneció un año en esa cárcel hasta que por decreto del PEN le dieron la libertad. En total, según calculó, estuvo detenido un año y tres o cuatro meses.
Sobre su actividad y militancia, Porras explicó que integraba la Juventud Peronista (JP), aunque no era un cuadro político. «En esa época me venían a ver para presentar habeas corpus por los presos políticos”. Cuando fue liberado, el mayor Suárez se apersonó en su domicilio y le advirtió que no presentara más recursos: «te meto preso de nuevo”. “Parece que eran el motivo de la imputación», remarcó el testigo.
Porras dijo que en su detención conoció a López, «que era del Partido Comunista, y a Tripiana, que era un pintor en los barrios, una persona humilde, pero no lo conocí en profundidad. Osorio trabajaba en la farmacia de Martínez Baca».
En la Departamental los detenidos eran custodiados por la Policía y en la noche por personal del Ejército. El testigo no se sintió maltratado salvo en dos o tres oportunidades: “Nos hicieron tirar al piso, llenar de agua (…) y hacernos pasar de espaldas o por delante. Nos decían que éramos víboras y que limpiáramos como víboras. Venía personal militar a verduguearlo a Martínez Baca”. Además, sufrieron todo tipo de torturas: “Me llevaron con ametralladoras al sanatorio cuando nació mi hija, me ponían ametralladoras en la cabeza, pero hasta allí llegaron las cosas».
De Grassi a los calabozos
Marcos Valdés trabajaba en industrias Grassi, en El Nihuil, cuando fue detenido el 27 de abril de 1976. Esa noche irrumpieron en la habitación que compartía con dos de sus hermanos. Lo llevaron detenido junto a uno de ellos y un delegado de la fábrica. Los militares secuestraron sus recibos de sueldo, diarios, «revistas que tenía de Perón y hasta un libro de Martín Fierro».
«Nos trajeron en camioneta a la Municipalidad de allí a Infantería, estuvimos 13 días, de allí me pasaron a Tribunales. Nunca supe por qué estuve. Yo siempre fui un empleado de la empresa y nunca estuve en nada. A los dos o tres años me despidieron porque había estado detenido», remarcó.
En Infantería compartió detención con «un chico Barahona, de Malargüe, que lo tenían con una picana eléctrica en una silla”. “Cuando llegamos a infantería estaba tirado en el piso como una bolsa, no se sabía lo que era. Lo conocía porque había sido delegado en la empresa, él en Malargüe y yo en El Nihuil. Y conocía a Flores porque ellos compraron un terreno que era la farmacia sindical y yo los ayudaba cuando venía de El Nihuil a sacar escombros de ese terreno», explicó.
En Tribunales compartió celda con otros diez detenidos. Uno de ellos era Juan Carlos Castro, del gremio de los metalúrgicos. «Estuvimos varios meses. Un día en mayo con una nevada nos hicieron mojar el piso afuera de los calabozos y nos hicieron secar con la ropa con que estábamos vestidos a las patadas. Juan Carlos Castro no lo quiso hacer, entonces agarraron un tacho de agua de viente litros y le hundían la cabeza. Pero se negó a secar el piso. Al otro día nos llevaron con los ojos vendados a una pieza y cuando íbamos entrando nos pegaban, nunca supimos quiénes eran porque estábamos vendados».
Valdés fue liberado junto a Sergio Chaki. «Yo no sabía quién había firmado mi libertad y hace unos años me enteré que estaba firmada por un tal Ocampo». De sus compañeros de detención recordó a Porras, López, «un tal Magallanes que era de Malargüe, Hugo Riera». Acerca de su actividad política, detalló: «Fui peronista toda mi vida, pero nunca participé de manifestaciones. Al peronismo le doy el voto y nada más, soy peronista con el voto y nada más».
Acosada por uniformados
Carmen Estefanía Schapernicoff rememoró la detención de su esposo, Orlando Martínez, el 8 de junio de 1976 por la noche. Dijo que ya estaban recostados —vivían en la casa de sus padres en pueblo Diamante porque estaban construyendo su casa en el Barrio Docente— cuando llamaron bruscamente a la puerta de la casa. “Yo estaba leyendo un libro. Mi esposo estaba mirando fotos de un libro de fotografía porque él era fotógrafo profesional».
«Sacaron todas las revistas que eran de fotografías artísticas y las dejaron sobre la cama (…) eligieron las que tenían mujeres como que eran pornográficas”. Luego de revisar todo el dormitorio, se llevaron detenido a Martínez. Carmen acudió a la casa de unos amigos en Las Paredes para pedir ayuda. Desde allí avisó a la familia de su esposo sobre la detención.
La viuda de Martínez reveló detalles sobre el acoso y los abusos de autoridad a los que era sometida cuando iba a las distintas dependencias a reclamar por la libertad de su marido. «Yo iba a llevarle la comida, los policías que estaban en la guardia me decían que yo era una mujer atractiva (…) me hacían pedir las masitas de la rotisería más cara de San Rafael (…) para los guardiacárceles. A mi marido le decían ‘linda mujercita te has elegido, vaya a saber con quién estará durmiendo en este momento’”. La testigo aseguró que los guardias le pidieron «en forma solapada” que tuviera relaciones con ellos. “En el comando sucedieron cosas de ese tipo. Yo traté de comunicarme con Suarez, pero siempre teníamos el acceso denegado a él».
Schapernicoff acudió en otra oportunidad a pedir la libertad de su marido «muy bien vestida”. Había escuchado que Suárez se iba por un mes a un campamento, entonces insistió. El hombre se le acercó y le dio “como golpecitos en el pecho” mientras le decía que desde ese momento ella era responsable de que su esposo se portara bien. Finalmente ordenó que Martínez saliera al día siguiente: “Le pedí que fuera al mediodía, porque era vox populi que a muchos los liberaban y los agarraban en la esquina o los tiraban a la laguna de la Niña Encantada», refirió.
La detención de Martinez duró aproximadamente un mes. Sobre su militancia política, la esposa señaló que pertenecía al ENA, Encuentro Nacional de los Argentinos, mientras que ella integraba el sindicato del Magisterio.
La próxima audiencia será el 22 de septiembre a las 9.30