Héctor Ortiz

AUDIENCIA 15 / EL ÚLTIMO TESTIGO DE LA FISCALÍA

17-11-21 | Declaró el último testigo ofrecido por la fiscalía, Héctor Ramón Ortiz Bellene. Se trata de un exsecretario de la Juventud Peronista y exdelegado del SUTE cuya familia sufrió persecución a causa de su militancia peronista. Los defensores de los imputados adelantaron que van a declarar Rizo Avellaneda y Aníbal Guevara. La próxima audiencia será el 1 de diciembre a las 9:30.

Perseguido y sin trabajo por ser de la JP

Héctor Ramón Ortiz Bellene, quien ya había brindado su testimonio en el quinto juicio realizado en San Rafael, refirió las circunstancias de las múltiples detenciones, allanamientos y persecuciones de que fue objeto desde el 76 hasta el retorno de la democracia. La primera detención fue en los días previos al golpe de Estado, recordó, junto a un grupo de docentes y militantes peronistas del Sindicato Unido de Trabajadores de la Educación (SUTE) que estaba reunido. Lo detuvieron en las inmediaciones de las vías del ferrocarril —entre Zapata y Luzuriaga— con Osvaldo Hipólito Chaca, compañero de militancia política y gremial. Fueron liberados el 28 de marzo.


«Estuvimos en la Comisaría Octava. Después me detuvieron varias veces, no recuerdo ahora los tiempos ni lugares. La última vez me detuvieron el 17 de septiembre del 76 en Alem y Mitre, me llevaron a Mendoza, de allí en avión a La Pampa», recordó. El testigo aseguró que las sucesivas detenciones le dejaron secuelas psicológicas.

Héctor Ortiz

En una de las detenciones, rememoró frente al tribunal, se habían juntado tres amigos a cenar y estaban llevando a uno de ellos a su casa, Ricardo Hugo Merín, cuando los interceptó una patrulla policial y los llevaron a la Comisaría 8. El otro amigo del grupo, Javier Gustavo Guevara, estaba haciendo el servicio militar y pidió hablar con el comisario. Se lo concedieron, pero de todas formas estuvieron detenidos cuatro horas.

En cada una de las detenciones por las que pasó Ortiz Bellene los interrogatorios giraban en torno a su militancia y a quiénes eran sus compañeros. «No sufrimos golpes ni torturas, sólo nos mantenían detenidos y nos preguntaban cosas pero no éramos agredidos. Siempre fue personal policial», aseguró. 

Dijo reconocer al teniente Guevara como protagonista de allanamientos y otras medidas contra los perseguidos políticos. «Una vez en mi casa de calle Mitre 531 siento golpear las puertas. Y estaba el teniente Guevara con personal del Ejército, me dice que viene a allanar mi casa porque estaba haciendo comunicaciones nocturnas tendenciosas de naturaleza política. Yo he sido radioaficionado desde niño, desde afuera se veía una antena, que era del vecino, el señor Patruno. Nos obligaron a ir de testigos a la casa de Patruno, le sacaron todo el equipamiento, lo tiraron al suelo y lo rompieron. Patruno vivía en la calle Olascoaga detrás de mi casa, tenía aserraderos y era un conocido radioaficionado».

Fiscalía

En ese momento, señaló Ortiz, no sabía el nombre de Guevara, pero luego lo conoció «todas las veces que tuve que presentarme a declarar, tenía que ir lunes y viernes a las delegaciones para probar que no me había ido de San Rafael». 

Volvió a ver a Guevara en otras oportunidades en que allanaron su casa, contó. «Nunca me dijeron por qué allanaban. Mi madre era delegada de la Fundación Eva Perón, en mi casa funcionaba una sede del Partido Peronista en ese entonces. Mi madre estuvo detenida un año en Olmos en el 55 y mi padre fue suspendido de sus actividades como suboficial técnico aeronáutico, le bajaron el sueldo y tenía que presentarse al comando de la avenida Hipólito Yrigoyen. A mí me mandaron a Malargüe cuando detuvieron a mi madre y estuve un año en la casa de mis tíos. A mi madre la cesantearon de las escuelas, nunca más volvió a recuperar sus cargos», detalló. 

A Ortiz Bellene lo cesantearon de su puesto en el Ministerio de Cultura y Educación un día antes de su segunda detención y recién en 1985 pudo recuperarlo. Era parte de los despidos que había ordenado el coronel Echazú, quien había dado de baja a más de treinta docentes por «subversión ideológica».

El testigo rememoró que estaba en una escuela en Capitán Montoya como suplente y todos los maestros tenían que trabajar parados, sin nada. «Me enteré que había unas casillas en Mendoza, viaje y hablé con el director de planeamiento y no me di cuenta que el que colocaba las casillas era el esposo de la directora de Escuelas. Me dijeron que había pasado por encima de las autoridades y creo que en venganza me dieron la cesantía en la docencia».  

En una oportunidad su madre confrontó a Echazú en Mendoza por la cesantía de su hijo. «Tiene que agradecerme que su hijo está vivo, y fue por la circunstancia del segundo apellido, porque es sobrino del coronel Julio César Bellene, gracias a eso tiene a su hijo vivo».

Detenidos en la bodega Garbín 

Otra de las detenciones fue el 17 de septiembre del 76, refirió Ortiz Bellene, cuando terminaba una de sus jornadas de estudio. «Todas las noches veía un Falcon gris o un Peugeot amarillo que estaba parado afuera y luego me seguía a mi casa. En una de esas noches venía caminando y el coche me siguió. Cuando llegaba a mi casa el Falcon dobló y había una camioneta del Ejército adelante. Me llevan detenido a Garbín. Estaban todos de civil». 

En Garbín había otras personas detenidas, señaló el testigo. Allí identificó al mayor Suárez y a Rizzo Avellaneda: «Lo conocí a posteriori cuando tenía que presentarme. A Suárez lo conocía porque había participado en mi cesantía con la directora de escuelas de San Rafael (…) A Guevara lo conocía de los allanamientos». Según contó el testigo, le preguntaron insistentemente por Rosa Luna, de quien había sido compañero en la secundaria. 

El testigo contó que en ese entonces, y tras ser echado de la docencia, trabajaba con su madre y sus hermanas por las noches confeccionando sábanas y toallas para casa Tala. «No podía trabajar de otra cosa porque encontraba un trabajo y me echaban a los dos o tres días porque me perseguían».

En septiembre del 76 lo detuvieron y trasladaron a Mendoza y luego pasó dos años detenido en La Pampa. Fue liberado junto a Luis Bazán y Jesús Lazo. Desde entonces, debía presentarse todos los lunes y viernes para comprobar que estaba en San Rafael. Ortiz Bellene recorrió distintas sedes: identificó una en calle Avellaneda, otra en Cuadro Nacional, y una tercera en Day y Pellegrini, frente a la plaza San Martín.

Sobre la sede de calle Avellaneda, indicó: «Allí el escribano Ríos, que tenía un servicio de llamadas, interceptaban las llamadas de San Rafael. Yo tenía una persecución permanente, conseguía un trabajo y a los dos o tres días me decían ‘no podés trabajar acá’. Mi situación y la de mis compañeros fue muy complicada. Tuve que abandonar la carrera de Abogacía porque no podía salir de San Rafael. Me seguían y tenían conocimiento de lo que hacíamos con mi mamá para casa Tala, que nos daban para hacer sábanas, toallas. Trabajábamos de noche cosiendo con tres máquinas».

Para sobrevivir, Ortiz puso un acuario y comenzó con la venta de peces. «Después me di cuenta que muchos de mis clientes eran del servicio de inteligencia». 

Preguntas de los defensores 

Ramiro Dillon le preguntó al testigo por los allanamientos en su casa y acerca de los lugares donde identificó a Guevara, Suárez y Rizzo Avellaneda. Sobre este último imputado hizo notar Dillon que el testigo no lo había identificado en el juicio anterior en la bodega Garbín. 

Ramiro Dillon

También preguntó cuántas personas participaban de los allanamientos y si estaban armados y uniformados. Insistió el defensor oficial en una omisión del testigo sobre Rizzo Avellaneda en Garbín, sin embargo, Ortiz Bellene ratificó: «Guevara, Rizzo Avellaneda y Suárez interrogaban a todos en Garbín Lo que puedo decir es que a él lo vi en esas oportunidades, y sobre todo frente a la plaza San Martín, en Day y Pellegrini». Aseguró que a Rizzo Avellaneda lo vio por última vez tras ser liberado, en dos oportunidades en que tuvo que ir a firmar. 

A Guevara dijo que lo vio también en la bodega Garbín y en la Intendencia: «Donde nos interrogaron a los que pertenecíamos a los gremios. Estaba Oscar González que era quien yo más conocía. Estaba Chávez, estaba Chafi Félix como exintendente». Acerca de cómo supo que era Guevara, respondió: «La primera vez que va a mi casa dice que es Guevara. Con el tiempo y habiéndolo visto en el juicio en San Rafael lo reconocí. Lo ubiqué en Garbín y en los allanamientos». Civit le preguntó sobre el seguimiento del Falcon, y el testigo dijo que no pudo identificar si eran policías o militares quienes iban a bordo. 

Ariel Civit

Incorporación de más testimonios, ya cerca del final

El fiscal ad hoc Pablo Garciarena pidió al tribunal incorporar testimonios brindados con anterioridad en juicios de lesa humanidad. Fundamentó la solicitud en que algunos de esos testigos han fallecido y otros no han podido declarar por condiciones de salud u otros motivos.

Estos testimonios pertenecen a Delfor Rodríguez, Victoria Morales, Néstor de la Barba, Epifanía Torres, Luis Alfredo Barahona, Hugo Adelmo Riera, Humberto Roca, Rodolfo Ibáñez, Pedro Carrozo, Federico Olmedo, Rosario del Carmen Velázquez, Juan Antonio Velázquez, Josefina Osorio, Elsa Sosa, Jorge Berón, Luis Berón y Amalia de Magallanes.

Tribunal

En tanto, Dillon pidió incorporar las declaraciones de Luis Ventura Nievas, Blanca del Carmen Nievas y Juan Antonio Pedroza Velázquez. Además, solicitó que sea leída la declaración indagatoria de Mario Ocampo, ya que no va a declarar. Tampoco Norberto Di Filippo. Por el contrario, adelantó que Aníbal Guevara y Rizzo Avellaneda sí deseaban hacer uso de la palabra. Aún no está definida una posible declaración de Norberto Mercado, indicó a su turno Ariel Civit. 

La próxima audiencia será el miércoles 1 de diciembre a las 9:30

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El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.