19-05-2023 | Se reprodujo el testimonio de Epifanía Torres durante el quinto juicio de la provincia, segundo en San Rafael. Tanto ella como su esposo, Mario Bracamonte, sufrieron detenciones ilegales en abril de 1976. La próxima audiencia será el miércoles 31 de mayo a las 12:00.
Antes de oír la declaración, la secretaria del tribunal informó que representantes de la justicia federal del departamento sureño se presentaron en el domicilio de la testigo para preguntarle por las generales de la ley. Esta inquietud surgió en la audiencia previa debido a que Mario Ocampo no estuvo imputado en el proceso judicial en cuyo marco testimonió Torres. La fiscalía había advertido que este paso no era necesario en virtud de la acordada 1/12 de la Cámara Federal de Casación Penal sobre la agilización de los debates.
El cautiverio de Epifanía Torres
El 10 de abril de 2015 Epifanía Torres declaró ante el Tribunal Oral Federal 2 como víctima de la megacausa de San Rafael. Su relato se incluye como prueba en este juicio porque Ocampo debe responder por la detención de su esposo, Mario Bracamonte.
La mujer refirió que fue secuestrada el 14 de abril de 1976 en el domicilio de su suegra, donde residía junto a Bracamonte. Al regresar de hacer un trámite encontró su habitación revuelta y a un hombre que la esperaba con una ametralladora. Se trataba de Daniel López, a quien Torres reconoció porque había asistido a la misma escuela. Lopez le pidió que se subiera a un auto con un “capitán” y otros pasajeros y la condujeron a una sede de la Policía en el centro de la ciudad, detrás de la Escuela Normal. Le avisaron que quedaba incomunicada y la interrogaron acerca de Bracamonte. La testigo no realizaba trabajo político ni social.
Por la tarde la llevaron a Infantería. Explicó que había personal policial y militar porque vestían uniformes de distintos colores –azul y verde–. Dos policías y excompañeros de la escuela primaria, Mir y Molina, le preguntaron si reconocía a alguna de las personas cuyas fotos colgaban de una pizarra: supo después, por verla en la prensa, que una de ellas era Norma Arrostito. La dejaron luego en el predio de este centro clandestino de detención (CCD), al que caracterizó como “un gallinero”. Allí, sobre un colchón, se encontraba una mujer embarazada que se presentó como María Esther Dauverné.
Al día siguiente la trasladaron al subsuelo de Tribunales y la alojaron en una celda con cuchetas donde ya había otras cinco o seis mujeres: recordó a Marta Agazzani de Chaki y a la esposa de Osorio. También a una señora mayor de nombre Rosa. Mencionó que dos celdas cercanas eran ocupadas por varios detenidos varones: el exgobernador Martínez Baca, Roberto López y su esposo, Mario Bracamonte.
A pedido del fiscal, nombró a algunas de las autoridades habituales de este CCD: Luis Alberto Stuhldreher y el mayor Luis Faustino Suárez. Este último aparecía en medio de la madrugada y las obligaba a salir. Durante el tiempo que estuvo en tribunales, además de golpes y apertura de puertas, escuchó gritos de mujeres.
Nueve días más tarde las mujeres fueron conducidas a la cárcel de Encausados. Sus compañeras de cautiverio, recordó, fueron Dauverné, Agazzani, la esposa de Osorio y “Yaya” Cosarinsky. Luego de seis días la llevaron en un vehículo oficial “cerrado” al Comando, ubicado en la Municipalidad, junto a María Esther Dauverné, Hugo Riera y Hugo Magallanes. En una oficina la interrogaron hombres armados de civil sobre un paquete que habría recibido su esposo. “Me hicieron pensar en algo que no estaba permitido”, explicó. Se resistió a firmar una declaración: “Era tan inocente en ese aspecto de cómo estaba la situación que me di el lujo de no firmar la declaración”. Recién aceptó a rubricar el documento una vez que rectificaron el texto. El 30 de abril le dieron la libertad sin explicaciones ni certificados. Se ocupó entonces de trabajar para llevarle dos o tres veces por día la ropa y la comida a su esposo, que permaneció detenido cinco meses en Tribunales. Bracamonte pasó luego a la Unidad 9 de La Plata y salió en marzo de 1977.
Por último, la testigo relató un episodio relativo a la única víctima desaparecida del presente proceso contra Ocampo: una de las veces que llevó comida a Tribunales vio que subían esposado a un joven a un camión unimog –popularmente llamado “cuartito azul”–. El hombre la saludó pero no se conocían. Pudo precisar que el hecho ocurrió en el mes de septiembre de 1976 porque “no hacía frío”. Con el tiempo, al ver la foto, supo que se trataba de José “Pepe” Berón.
La próxima audiencia será el miércoles 31 de mayo a las 12:00.