Declara Irene Reyes

AUDIENCIA 10 / NUEVO TESTIMONIO SOBRE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES EN EL D2

11-12-2023 | Declaró Irene Reyes de Romero, detenida en agosto de 1976 y trasladada al Departamento de Informaciones (D2) de la Policía. Relató ante la fiscalía las circunstancias de su secuestro y la violencia que sufrió durante los dos meses de cautiverio en este Centro Clandestino de Detención (CCD). La próxima audiencia será el 22 de diciembre a las 9:30.

Para la jornada estaban previstas dos declaraciones de sobrevivientes del D2, pero una debió ser postergada. Se oyó por primera vez en juicio oral el testimonio de Irene Reyes, quien había brindado su relato en la etapa de instrucción.

Dos meses en el D2

Ni Irene ni su esposo, Jorge Alejandro Romero, tenían militancia política. Según la testigo, cuando irrumpieron en su domicilio buscaban a su hermano, Pedro Norberto Reyes, militante “comunista” que residía en Buenos Aires desde los 17 años —trabajaba en un taller de pintura—, pero se había trasladado recientemente a Mendoza. Unos meses antes de los secuestros “iba y venía” entre la casa de Irene, la de su abuela y la de una tía.

Posiblemente el 17 de agosto de 1976 por la siesta integrantes de “investigaciones”, militares uniformados y miembros de la Policía Federal rodearon la vivienda de la testigo y su familia en la calle Figueroa Alcorta de Godoy Cruz y “volaron” la puerta. La mujer salió y dio su apellido de casada, entonces oyó que alguien decía “es la hermana de Reyes”. Su hijo y su hija, de siete y seis años, estaban durmiendo y salieron en ropa interior y camiseta.

Los captores subieron a Irene y su pareja en dos vehículos distintos, les pusieron esposas y vendas y partieron hacia el D2. El niño y la niña quedaron en la vereda largas horas mientras la patota revolvía la casa y robaba objetos. No dejaban que nadie se les acercara. Una vecina llamó a la suegra de Irene, quien finalmente pudo retirarlos cerca de las 21:00. La testigo refirió que el mayor “no se olvida de lo que pasó y tiene problemas” debido al episodio. Pedro Reyes, hermano de Irene, fue secuestrado esa noche en casa de su abuela.

Irene Reyes en la puerta de la sala de audiencias
Irene Reyes en la puerta de la sala de audiencias.

En el traslado la mujer no recuerda haber recibido golpes, solo “tortura psicológica”. Al llegar la obligaron a bajar unas escaleras y la encerraron en un calabozo con mirilla en la puerta donde permaneció parada más de 24 horas, sin agua ni comida. Luego la sacaron “hecha un desastre” y la bañaron con agua helada antes de depositarla en otro calabozo, esta vez con puerta de rejas. Estuvo dos meses durmiendo en el suelo. Aseguró que había “mucha gente” detenida en las celdas del final de pasillo. Desde ese lugar observaba cuando personas vendadas y esposadas “bajaban” para ser torturadas. Luego “subían” en muy mal estado, “prácticamente desmayados”. También vio que los policías arrastraban bultos envueltos en colchas grises. Años más tarde se enteró de que hubo personas desaparecidas. También se oía música fuerte para tapar los gritos.

Declaró que varias veces le pusieron las esposas y la llevaron “arriba”, la sentaron y le hicieron preguntas. En la casa había un rifle aire comprimido de su esposo, razón por la cual recibieron el rótulo de “presuntos subversivos”, explicó.  Ante la pregunta del fiscal, confirmó haber sufrido agresiones sexuales. “En el primero [por la instancia de instrucción del juicio] no lo quise decir porque me dio mucha vergüenza, a mí me detuvieron muy joven y era muy vergonzoso. Ahora lo puedo decir: violaciones y lo otro también”, en referencia a que la obligaron a practicar sexo oral. “Cuando se les ocurría, no había otra salida. Quedarse quietita”, explicó. No retuvo las caras de los agresores.

Respecto a su hermano y su pareja, Jorge Alejandro Romero, supo más adelante que estuvieron también en el D2. Su familia fue a preguntar por su paradero, pero recibieron amenazas de secuestros. “La pasaron mucho peor que yo (…) les levantaron todas las uñas de los pies. Los torturaron mucho y los estropearon bastante”, agregó. Relató asimismo un episodio de violencia de género protagonizado por Romero —durante toda la declaración se refirió a él como “el padre de sus hijos”—, actualmente fallecido. Mientras Irene dormía recostada en el piso de su calabozo, el hombre “se escapó” de su celda, abrió la puerta y le pateó la cabeza. Le reclamaba por “haberse acostado con los agentes”. “A mí me violaban”, argumentó, pero nunca dijo nada de lo ocurrido “por sus hijos”.  “Hay cosas que no las quiero recordar nunca más”, concluyó.

Cuando Videla visitó la provincia de Mendoza, las tres víctimas fueron trasladadas a la cárcel de Mendoza en el mismo vehículo. Allí Irene permaneció detenida un año y cuatro meses. No salió nunca a declarar. Su familia depositaba dinero para que pudiera comprar comida. En prisión se hizo muy amiga de Rosa Gómez, a quien conoció en los baños del D2. Rosa fue trasladada a Villa Devoto e Irene recuperó la libertad desde el penal de Boulogne Sur Mer. El padre de sus hijos había sido liberado un mes antes.

El tribunal solicitó que el equipo de acompañamiento contactara a Pedro Norberto Reyes y al hijo y la hija de Irene para evaluar la posibilidad de que presten declaración. Las últimas audiencias antes de la feria judicial serán el 22 y el 29 de diciembre a las 9:30.

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El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.