AUDIENCIA 18 / DETENCIÓN, TORTURA Y EXILIO

19-04-2024 | En una nueva audiencia del 13.° juicio por delitos de lesa humanidad en Mendoza, el sobreviviente Alfredo Daniel Hervida brindó testimonio en relación a las hostilidades que tuvo que soportar durante su detención y posterior cautiverio en el D2. Carlos Roca, quien iba a declarar virtualmente, no pudo hacerlo por inconvenientes técnicos con su conexión. La próxima audiencia será el 3 de mayo a las 9:30.

En el día de la fecha, se llevó adelante una nueva audiencia en el juicio que investiga las responsabilidades sobre los hechos ocurridos entre 1974 y 1983 en el D2, lugar en el que funcionó un centro clandestino de detención, tortura y exterminio. Dos víctimas habían sido citadas a declarar: Alfredo Daniel Hervida, quien lo hizo presencialmente, y Carlos Roca, quien iba a brindar testimonio por videollamada pero no pudo hacerlo por problemas técnicos. Así, hacia las 10:30 de la mañana, Alfredo Hervida tomó asiento frente al tribunal y, tras las indicaciones de rutina, comenzó a responder las preguntas de la fiscalía y las querellas.

Imputados y defensas

Circunstancias de la detención

A Alfredo Daniel Hervida, oriundo de Guaymallén, lo detuvieron de camino a casa un 17 de diciembre de 1976, ya en plena dictadura cívico-militar. Para entonces, Daniel tenía 21 años, trabajaba como electricista junto a su padre tras egresar de la escuela Pablo Nogués y pensaba qué carrera universitaria seguir. “No tenía claro qué es lo que quería hacer”, confiesa. Así las cosas, fue llevado por oficiales de la Policía de Guaymallén a la Comisaría 25, donde lo retuvieron por averiguación de antecedentes. En un principio el trato fue cordial y sin hostilidades. Lo tranquilizaban comentándole que ya lo iban a dejar ir. Pero, tras realizar la averiguación de antecedentes, la situación cambió. Un año antes, Alfredo había sido detenido por participar ocasionalmente de una reunión impulsada por el recientemente formado centro de estudiantes del Pablo Nogués. El testigo reconoció que había asistido de casualidad y que no conocía a nadie. Además, para el 76 ya había egresado del colegio, por lo que no formaba parte de ninguna agrupación, explicó. Aun así, por ese antecedente, el trato en la comisaría se tornó violento y hostil. Los policías colocaron dos sillas y un palo de escoba entre ellas, lo colgaron del mismo con las manos atadas y empezaron a interrogarlo. Le preguntaban qué hacía, qué vinculaciones tenía, si era montonero o pertenecía al ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). Le reclamaron que hablara porque después lo iban a tratar peor. “¿Peor que esto?”, dijo haber pensado el testigo.

Declaración de Daniel Hervida

Torturas, traslados y exilio

Sin saber por qué, fue trasladado al D2. En el viaje, un policía de Guaymallén lo aconsejaba: “Tené cuidado». Vendado y en andas, ingresó al edificio. Allí, recuerda haber pasado escaleras y lugares estrechos antes de llegar a “una especie de calabozo”. Con el tiempo, volvería al edificio junto a la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) y reconocería el sitio donde estuvo detenido: un subsuelo oscuro con calabozos de 1,20 x 2 m, aproximadamente, con puertas de chapa maciza. En uno de esos calabozos lo dejaron encerrado y solo lo sacaron para trasladarlo escaleras arriba a un lugar donde, atado a un banco —“que llamaban parrilla”, acotó—, fue interrogado y torturado a base de golpes y picana. En los interrogatorios le preguntaban por sus vínculos e intentaban forzar una confesión argumentando falazmente que alguien ya lo había mencionado. Alfredo Hervida pasó un mes encerrado sin saber por qué. Durante su tiempo en el D2, hubo más personas detenidas, todas desconocidas: dos mujeres y cuatro o cinco hombres. Mencionó que lo obligaban a mirar hacia la pared y le prohibían ver a los oficiales cada vez que abrían la puerta de su calabozo. También recuerda que, cuando lo sacaban vendado del calabozo, lo hacían esperar en distintos lugares como si quisieran evitar que se cruzara con alguien. Aseguró que había más gente en el edificio. Sabe que su madre lo buscó, que su familia fue a distintas comisarías y que “por supuesto, no le dieron información”.

Audiencia 18

Tras ese mes detenido clandestinamente, fue trasladado, en camioneta y a cara descubierta, a la Penitenciaría de Mendoza, donde su familia le dejó ropa con la esperanza de que formara parte de un contingente de presos que acababa de ingresar en el penal. Recién entonces Alfredo conoció a algunos de los detenidos con los que había coincidido en el D2: Ciro Jorge Becerra, Miguel Ángel Rodríguez y Óscar Enrique Krizyzanovsky. Más adelante lo condujeron en un avión Hércules a la Unidad 9 de La Plata. Una vez cumplida la condena, le negaron la libertad y le indicaron que pidiera visa para exiliarse en otro país. Estuvo incomunicado e indocumentado hasta volar sobre aguas internacionales, luego de lo cual el comandante le entergó su pasaporte y le dijo: «Es un hombre libre». Permaneció en Suecia hasta hasta la asunción de Alfonsín en 1983, año en que regresó a la Argentina.

La próxima audiencia está pactada para el viernes 3 de mayo a las 9:30.

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El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.