Declara Juan Carlos Astudillo

AUDIENCIA  24 / SECUESTROS EN EL 75, TORTURAS Y “PREFERIR MORIR ANTES QUE ESTAR VIVO”

26-07-2024 | En la primera jornada tras la feria judicial declararon dos testigos, ambos secuestrados a fines del 75 y trasladados al D2. Juan Carlos Astudillo fue detenido en octubre, con compañeros del PRT, y Pablo Ariza en noviembre, con un grupo grande de estudiantes de Medicina. La próxima audiencia será el 9 de agosto a las 9:30.

La primera audiencia tras el receso invernal —o la feria, como eligen decirle en el ambiente judicial— estaba pactada para las 9:30, pero empezó una hora tarde. La sala se abrió al público recién cuando todas las partes del juicio —fiscalía, defensoría y tribunal— estuvieron presentes. El primer testigo esperaba desde temprano y, para la hora de inicio, el segundo ya había ingresado al edificio.

Juan Carlos Astudillo

No es la primera vez que Juan Carlos Astudillo declara frente a un tribunal. El 5 de mayo de 2015, en el conocido juicio a los jueces, había prestado testimonio y relatado que cuando tenía 18 años fue detenido junto a sus compañeros —ya fallecidos— Armando Bustamante y Víctor Rodríguez en la puerta de la fábrica Carbometal, donde se encontraban distribuyendo material del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). El fiscal, Daniel Rodríguez Infante, le hizo saber que esa declaración constaba en este expediente y no iban a repasar los hechos en su totalidad. Sobre esa base, el testigo comenzó su relato.

El 19 o 20 de octubre de 1975 repartían volantes cuando un grupo de la Policía de Mendoza se los llevó en un Fiat 125 color verde que, según trascendió, era de otro detenido, aseguró. Lo encapucharon desde el primer momento, pero pudo apreciar que, en la playa de estacionamiento donde los bajaron, había piso de ripio. Hablando con compañeros supo después que era el D2. Lo llevaron golpeándolo y dando cabezazos a la pared hasta un calabozo y así permaneció seis o siete días. En ese tiempo lo bajaron hasta la sala de acumuladores, donde lo torturaron con picana y de otras maneras, como la “cuna del loro”, dijo, que consistía en atarlo a un palo atravesado por las piernas y colgarlo boca abajo. Cree que fue aquí donde alguien lo examinaba con un estetoscopio para saber si podía seguir soportando los tormentos.

Juan Carlos Astudillo declara
Juan Carlos Astudillo declara

Astudillo compartió su cautiverio con Bustamante y con Rodríguez y asegura que se sentía un silencio sepulcral. Luego lo trasladaron a la Comisaría 10, de Maipú, a la que reconoció porque estaba al lado de la escuela Padre Vázquez y se escuchaban los niños y las niñas. En esta dependencia policial permaneció dos días y también lo torturaron con picana. De regreso al D2 volvieron a arrojarlo a una celda, y le sacaron la capucha, estima, para legalizarlos, aunque no recuerda si le tomaron fotografías. Esposados, los trasladaron en un “furgoncito tipo celular” a la Penitenciaría de Mendoza.

En la cárcel los alojaron en distintos pabellones. Primero el 1, después el 5 y, finalmente, el 11, destinado particularmente a presos políticos. El trato se fue recrudeciendo a medida que se avecinaba el golpe. En septiembre del 76 formó parte del traslado masivo a la Unidad 9 de La Plata, a donde los llevaron en un avión Hércules del que todos recuerdan el trato particularmente violento. A Astudillo lo liberaron un mes después de que terminara la Guerra de Malvinas, el 14 de julio de 1982, desde el penal bonaerense. Antes de terminar el testimonio, recordó que sus vecinos le contaron que habían allanado la casa apenas lo detuvieron y también reconoció su firma y la de su abuela en dos escritos de la época.

Pedro Pablo Ariza

Para 1975, Pedro Pablo Ariza era un joven estudiante de medicina de 20 años que vivía sobre calle San Martín, en Godoy Cruz, que militaba en la juventud del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) y que había sido elegido secretario general en las elecciones del centro de estudiantes de ese mismo año. Una noche de noviembre, sin embargo, su vida —como la de tantos y tantas jóvenes estudiantes de la época— dio un giro: fue detenido, secuestrado y trasladado a distintas dependencias policiales en las que lo golpearon y torturaron.

Pablo Ariza declara por primera vez en juicio
Pablo Ariza declara por primera vez en juicio.

Pasaron casi cincuenta años de aquellos hechos sobre los que Pablo nunca había declarado. Así, en el día de la fecha, sentado frente al Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 (TOCF N°1), se prestó por primera vez a narrar los padecimientos que tuvo que soportar en los últimos meses de 1975, no sin antes aclarar que “el tiempo y la decisión de olvidar las cosas han hecho que olvide la mayor parte”.

«El período oscuro«

Al momento del secuestro, Pablo Ariza se encontraba en su casa junto a su hermano Guillermo, su madre, su cuñado Raúl Saal, su hermana y el bebé recién nacido de la pareja. Guillermo —licenciado en Ciencias Políticas, periodista y dirigente nacional del MID— había regresado de una beca de dos años en Francia, y, acota Pablo, era su mentor en cuestiones políticas. Así las cosas, en medio de la noche y con una intempestiva violencia, un grupo de hombres de la Policía de Mendoza abrió fuego contra la casa con una importante cantidad de tiros contra puerta y ventanas, como si allí hubiera un grupo armado para contestar, dice.

La fiscalía hace el interrogatorio a los testigos.
La fiscalía hace el interrogatorio a los testigos.

Cuando se detuvieron los disparos, Pablo, sin saber que eran policías los que disparaban, comenzó a pedir auxilio a los gritos, esperando que algún oficial policial acudiera a asistirlos. Al no acudir nadie en su ayuda, abrió una de las ventanas laterales y salió de la casa. Acto seguido fue detenido, encapuchado, esposado y trasladado en el piso o en el baúl de un auto a un destino desconocido. Su hermano y su cuñado también fueron detenidos, encapuchados, esposados y trasladados del mismo modo. Así se dio su secuestro y así comenzó su reclusión ilegal. De ahí en más solo sabe que pasaron entre tres o cuatro días de innumerables apremios que prefiere olvidar. La “parte oscura”, dijo: golpes, tortura con picana y violencia, una violencia que “te llevaba a querer morir antes de que te sigan torturando”. ¿Y todo para qué? “Para confesar lo que uno no sabe”, afirmó Ariza.

Pablo no recuerda mucho del lugar concreto de esos días secuestrado. Sí recuerda el sufrimiento. Durante esta primera etapa, dice que puede haber pasado por alguna dependencia del Hospital Militar, pero no puede estar seguro. En la penitenciaría, a donde luego fue trasladado “bastante más flaco”, pudo reconocer a algunos compañeros: Daniel Sendra y Víctor Tagarelli. También recuerda a un exsacerdote que los alentaba y que les enseñó a cantar villancicos. Ariza fue liberado entre navidad y año nuevo del 75, aunque mediante el capellán de la cárcel, el cura Latuf, ya había entrado en contacto con su familia.

Los imputados presentes en la audiencia.
Los imputados presentes en la audiencia.

Durante el tiempo que pasó secuestrado, su familia nunca supo nada de él, “era una detención sin registro expreso”, acota. En cuanto a la situación de su hermano y de su cuñado, Pablo sabría más tarde que ambos vivieron “la parte fulera”, la misma que vivió él durante esta primera etapa oscura que duró tres o cuatro días. En el caso de Guillermo Ariza, fue liberado sin pasar por la penitenciaría; mientras que Raúl Saal fue liberado, desnudo, en el circuito de Papagayos, desde donde tuvo que caminar hasta llegar al hospital Emilio Civit.

La próxima audiencia quedó pactada para el viernes 9 de agosto a las 9:30.

Mirá la audiencia completa:

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El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.