18-09-20 | La defensa convocó al exmilitar carapintada y periodista José D’Angelo Rodríguez como testigo de contexto. El autor de publicaciones que cuestionan las cifras de víctimas de desaparición forzada leyó fragmentos de discursos de Perón y sentencias judiciales que abonarían la caracterización del genocidio como guerra. Alicia Lorenzo comenzó su declaración sobre la desaparición de Leonor Mércuri pero fue postergada por problemas en la conexión. Teresita Fátima Llorens, sobrina del sacerdote “Macuca” Llorens, reconstruyó elementos de la vida del referente del barrio San Martín. La próxima audiencia será el 2 de octubre a las 9:30.
De Carapintada al grupo de amigos
José Luis D’Angelo Rodríguez, ofrecido como testigo de contexto por el defensor Eduardo San Emeterio, se presentó como militar retirado, periodista, escritor e investigador de los sucesos de los años 70. Enumeró sus publicaciones y libros en el intento de dar lustre a la exposición. Sin embargo, en su desarrollo, la perspectiva se fue opacando cuando admitió que fue dado de baja en 1990 después de ser partícipe del levantamiento carapintada contra el gobierno de Raúl Alfonsín, cuando despuntaba la democracia.

Inducido por las preguntas de San Emeterio, con tono seguro, el testigo empezó ofreciendo números de atentados, muertes, secuestros, robos y otros delitos atribuidos a “bandas criminales”, identificándolas con Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Recurrió a la causa 13 –que esgrimió la “teoría de los dos demonios”– para afirmar que lo sucedido se había inscripto dentro de una guerra revolucionaria protagonizada por las “bandas terroristas” que pretendían asumir el poder, incluso durante el gobierno constitucional peronista de los 70.
Después de mencionar el intento de copamiento del Regimiento de Azul por el ERP, hizo un largo parlamento al recoger el amenazante discurso de Juan Perón después de aquel episodio. También evocó su arenga contra Montoneros el 1 de mayo del 74, a la cual calificó como “el testamento de Perón”. La relevancia y el espacio ofrecido a las frases de los últimos tiempos de Perón merecieron la advertencia del presidente el tribunal para que sintetizara.
Asimismo, puso cuestión la cifra de 30000 desparecidos y desaparecidas expresado en su trabajo Mentirás tus muertos. Dio como oficiales las 8631 víctimas consignadas en el Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de Estado (RUVTE) del 2015 y echó mano de un par de casos, entre miles, en que las presuntas desapariciones o muertes no se correspondían con la figura de la desaparición forzada. Además, pretendió cuestionarlas asegurando que los caídos solían ser enterrados por los militantes cercanos “para ocultarlos del enemigo” y puso como ejemplo el caso de Carlos Caride, un curioso episodio hecho público por sus propios compañeros.
Terminada su exposición, comenzaron las preguntas de la parte acusadora. El fiscal Vega instaló al testigo en la toma del Regimiento de Azul, le planteó si sabía que fruto del enfrentamiento hubo dos desaparecidos del ERP y qué opinión le merecía ese suceso acaecido en democracia. A partir de ese hito, D’Angelo empezó a resbalar por la pendiente y cayó en el camino del negacionismo explícito. En respuesta al fiscal Rodríguez Infante dijo no conocer la existencia de centros clandestinos de detención, torturas ni violaciones, así como tampoco la apropiación de menores y se mostró molesto cuando le leyó un fragmento de la sentencia de la causa 13 –a la que D’Angelo hizo mención para hablar de guerra– que desdecía su afirmación. Finalmente, inducido por el fiscal auxiliar admitió haber participado del movimiento carapintada y su baja del Ejército, en 1990, por orden de la superioridad.
El defensor Leonardo Pérez Videla mostró curiosidad por el alcance de su investigación sobre las bandas terroristas a las que hizo mención a lo largo de su exposición. El testigo dijo haber detectado 130 grupos que ejercían la violencia pero en el intercambio fue conducido a admitir que algunas eran organizaciones de ultradercha y salió a relucir el nombre de la Alianza Anticomunista Argentina o Triple A. La misma que fue creada durante el gobierno constitucional y financiada con las arcas del Estado, a través del Ministerio de Bienestar Social, conducido por José López Rega.
En el desarrollo de la audiencia Viviana Beigel, del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, señaló que los términos utilizados por D’Angelo eran ofensivos para las víctimas; también lo había indagado por su trayectoria y los motivos de su retiro, pero consiguió escurrirse. Sin embargo, al intentar descubrir la solidez de la tarea intelectual del testigo, la abogada advirtió que siempre habló en plural por lo que preguntó junto a quiénes, o para qué organización o entidad realizaba las investigaciones. A falta de respuesta, D’Angelo insistió que las hacía con un “grupo de amigos”, sin más.
Testimonio inconcluso
Alicia Lorenzo fue convocada por la querella como parte del grupo de amigas de Servicio Social de Leonor Mércuri. En audiencias anteriores declararon las demás compañeras con quienes la militante desaparecida dictó apoyo escolar en el barrio San Martín. Alicia relató que eran “jóvenes y con ganas de cambiar el mundo”, por eso les gustó el proyecto de Llorens. Antes de iniciar las tareas tuvieron muchas reuniones con el sacerdote jesuita.

A principios de septiembre de 1976, Lorenzo recibió un llamado “en clave” de sus compañeras. Desde el golpe de Estado, temían que los teléfonos estuvieran intervenidos por los “servicios de inteligencia” y habían adoptado ciertas medidas para protegerse. El mensaje daba a entender que Leonor había desaparecido. Además, Llorens les recomendó que no regresaran al barrio. “Cada vez era más la gente que detenían”, dijo la testigo.
Su declaración tuvo muchos problemas de conexión y el presidente del tribunal prefirió convocarla nuevamente para la siguiente instancia.
Fuera de la ley
Teresita Fátima Llorens declaró en 2015 por los hechos que sufrió durante su detención. En esta ocasión, la fiscalía la citó como sobrina de “Macuca” Llorens e integrante del grupo que realizó un documental sobre él y su trabajo en el barrio San Martín.
La testigo relató que Llorens llegó al San Martín hacia 1959, sin sotana, como un vecino más. Cuando se descubrió que era cura comenzó a dar misas, que luego se volvieron famosas: “Los domingos iba gente de todos lados a escucharlo”, explicó. Llorens había simplificado los encuentros y se había apartado de la formalidad de la Iglesia. En las primeras, a falta de hostias, “daba pan y vino, imitando a cristo”.
En 1972 o 1973 se instaló definitivamente en el barrio. Teresita recordó que era “una persona de millón de amigos”. Le encantaba hablar y escuchar. Se rodeaba de personas de orígenes muy diversos, desde habitantes del basural hasta profesionales e intelectuales. Mencionó también su vocación ecuménica: fue amigo de la pastora luterana Alieda Verhoeven, con quien impulsó un espacio de encuentro.

“Su actitud continua era de dar”. La sobrina recordó que la familia le regalaba ropa y zapatos y cuando regresaba a verlo, un mes más tarde, ya no le quedaba nada: “era un persona muy solidaria”. Además, indicaba caminos. Las personas del barrio San Martín hicieron su propia experiencia, fueron protagonistas.
Teresita explicó que “Macuca” había expresado su vocación de sacerdote desde muy chico. Entró al noviciado de Santa Fe y se ordenó en Buenos Aires. Sobre el lugar de Llorens dentro de la estructura eclesiástica, la testigo afirmó que era jesuita y que trabajó con los sacerdotes del tercer mundo. No era tan clara su relación con “los jesuitas del centro” de Mendoza, con quienes tenía diferencias. Fue perseguido por su mirada de avanzada, sostuvo.
Lo mismo sucedió con Juan Luis Moyano Llerena, que trabajaba en la parroquia del barrio San Martín y en la Dirección Nacional de Educación de Adultos. Moyano fue detenido en 1974 por “participar de Montoneros”. Estuvo en prisión y luego se exilió en Alemania, donde se ordenó sacerdote. Cuando regresó a Argentina, quedó como secretario de los jesuitas en Buenos Aires. Con Llorens también colaboraba “Luigi”. La testigo no pudo confirmar si era clérigo.
“Estoy segura de que él no participaba de ninguna organización política”, dijo de su tío, pero se vinculaba con personas de todas las orientaciones ideológicas: “era muy amplio”, explicó. En el barrio había muchas necesidades, por eso participaban gran cantidad de catequistas, se hacían actividades de ayuda social. También construyeron una escuela.
En relación a los Campamentos Universitarios de Trabajo (CUT), relató que fue un llamado que Llorens hizo en las universidades católicas. La formación profesional no bastaba si no se tenía contacto con la realidad. La experiencia era trabajar y compartir con la población durante las vacaciones. También viajaban personas del extranjero. Al final de las jornadas se hacían fogones y se conversaba. Los CUT comenzaron en Mendoza y se extendieron por distintas provincias. En determinado momento, se suspendieron porque Llorens fue acusado de estar vinculado “a la guerrilla”. Carlos Mugica había participado de algunos encuentros.
Antes del golpe, Llorens viajó por Latinoamérica y conoció Cuba. A su regreso terminó de escribir el libro Opción fuera de la ley. Su sobrina relató que el sacerdote sabía que era vigilado y recordó algunos hechos de persecución que sufrieron él y sus colaboradores. Primero les colgaron perros muertos en el cerco y luego colocaron dos bombas en la parroquia del barrio. En ambas ocasiones Llorens estaba ausente. Las explosiones generaron roturas en la pequeña construcción que era a la vez iglesia y vivienda.

Posiblemente unos días después del golpe, “Macuca” fue detenido y estuvo dos días cautivo en el Liceo Militar con muchas otras personas, algunas en muy mal estado. La testigo recordó que Llorens se entrevistó con un general o coronel que terminó por dejarlo ir. La gente del barrio estaba organizándose para pedir su liberación.
A partir del 85, Teresita viajó a Mendoza a pedido del propio ”Macuca” para registrar la experiencia del barrio San Martín. Ahí se enteró de gente desaparecida, pero no pudo precisar nombres porque en general no los conocían. Además, en esos años “no se podía tratar” el tema. Destacó que Llorens estaba impactado por la desaparición forzada, le generaba mucha angustia: “Pienso que debe haber averiguado, sin muchas posibilidades”. La familia Llorens tiene personas desaparecidas entre sus integrantes.
La testigo explicó que parientes del cura jesuita armaron una fundación y produjeron la película Fuera de la ley. La organización hoy está poco activa por el fallecimiento de muchos de sus miembros. Su hermana, María Llorens, estudió la experiencia de los CUT. La fiscalía solicitó entonces al tribunal que fuera convocada a brindar testimonio.
La próxima audiencia será el 2 de octubre a las 9.30