AUDIENCIA 38 / EL NEGACIONISMO DE LOS TESTIGOS DE LA DEFENSA

27-11-2020 | Otro testigo de contexto solicitado por el abogado defensor Eduardo San Emeterio tuvo oportunidad de explayarse y cuestionó a la justicia, además de negar la sistematicidad de violaciones y torturas durante el terrorismo de Estado. Tres horas después pudo declarar Hugo Tanquenca, padre de los hermanos desaparecidos en 1976. La próxima audiencia será el 11 de diciembre a las 9:30.

La guerra sin fin 

Eduardo San Emeterio, defensor del comodoro retirado Jorge López, convocó como testigo de contexto al general Heriberto Justo Auel, al que se dirigió siempre como “mi general”. Su declaración le sirvió para desarrollar una teoría de la guerra, supuestamente científica, pero de dudosa validez epistemológica. Los términos y hechos sustentados exceden la competencia del ámbito judicial. Fue un ir venir sobre la valoración de las estrategias y las tácticas desplegadas a lo largo del tiempo donde la guerra es un continuo que, según él, fue variando y llega hasta nuestros días mediante “la guerra de séptima generación”. El general Auel así lo asegura.

Fiel intérprete del principio de que la guerra es la continuación de la política por otros medios, aprovechó para opinar de lo acontecido en la Argentina desde la dictadura hasta el presente conun claro posicionamiento ideológico.

Heriberto Justo Auel

En su larga declaración tuvo oportunidad de explayarse sobre lo sucedido en el pasado reciente y afirmó que el conflicto arrancó con la Guerra Fría, se prolongó en el tiempo y desembocó en América del Sur en forma de un terrorismo sin límites, digitado desde los países comunistas, que no entra en ninguna convención. En medio de los conceptos de guerra continua e intervención foránea sumó la amenaza conspirativa del Reino Unido y del periodista Horacio Verbisky, mencionados en dos oportunidades sin mayores anclajes.

Al iniciar, San Emeterio pidió que se expresara sobre el concepto de aniquilamiento contenido en los decretos 261 y 2770 del 75. Este fue interpretado por Auel como el intento de destruir la voluntad del enemigo, que depende de la cuota de sangre puesta en juego. Luego, en otro tramo dijo que la “subversión” no estaba dispuesta a negociar.

Fue y vino sobre varios temas en sus casi tres horas de exposición. En relación al rol de las Fuerzas Armadas el 24 de marzo del 76, aseguró que carecían de una planificación estratégica y que fue un golpe de Estado organizado por civiles e implementado por las Fuerzas Armadas y de seguridad en forma improvisada y “desastrosa”. Criticó la manera en que la Junta de Comandantes constituyó el Ejecutivo con el 33% del poder para cada arma; así evocó a la vieja Roma que admitía el encumbramiento de un dictador en tiempo de crisis y remató elogiando la opción chilena de concentrar todo el poder en Pinochet.

Asimismo,  calificó  al “Proceso” como falto de idoneidad para encarar la guerra civil revolucionaria debido a la ausencia de una doctrina. Si bien consiguió el triunfo en combate, fracasó en lo político, dijo. Esto derivó en que “hoy, la Argentina no tiene Fuerzas Armadas (…) hace cuarenta años que están en demolición”, afirmó. Además, se lamentó por los 2.500 caídos en la “guillotina”, en alusión a los procesados por delitos de lesa humanidad debido, siempre en su interpretación, a la politización de la Justicia Federal.

En dos ocasiones el abogado San Emeterio pidió que se explayara sobre los “grupos subversivos” rurales y urbanos. Al respecto, señaló distintos hitos practicados por el terrorismo. Una primera campaña con los focos guerrilleros rurales de la Compañía de Monte Ramón Rosa Giménez -PRT/ERP- y el ataque del Regimiento de Catamarca. Según su interpretación, al ser derrotados desplegaron una segunda campaña que se denominó “la guerra de cemento” en razón de que la subversión se trasladó para operar en las ciudades. La tercera fue un ataque a través de los medios de comunicación y la educación, adoptando formas gramscianas -en referencia al teórico marxista-. Atribuyó  la cuarta campaña a Justicia Legítima, una asociación civil que trabaja por la reforma del poder judicial; la quinta y última fue el ataque a la empresa Vicentín y al juez de la causa. Afirmó que estamos en una nueva etapa de la guerra desde el 2001.

Más adelante volvió sobre la guerrilla rural. En intercambio con San Emeterio coincidieron en que los focos de Salta y Tucumán fueron digitados internacionalmente. Auel esbozó que el comando de la guerra revolucionaria se asentaba en el eje Cuba-Checoslovaquia-Rusia y grupos nacionales, con participación de extranjeros, que eran los encargados de ejecutar sus lineamientos. En este punto desempolvaron los libros del “Tata” Yofre y recordaron sus dichos: fue una invasión extranjera con pérdida de soberanía.

Por su parte, el defensor Pérez Videla, entre otros tópicos, preguntó al testigo qué tenía para aportar sobre las torturas y las privaciones ilegitimas de la libertad. Con una pirueta verbal esgrimió la proporcionalidad ante la provocación de un enemigo sin límites, aunque no ahorró críticas a la intervención de la Fuerzas Armadas y calificó de ejemplar la “Campaña del Desierto” liderada por Roca, que en ocho meses resultó triunfante.

Al momento de las preguntas de la parte acusadora, el fiscal Dante Vega retomó los decretos de aniquilamiento y el intercambio derivó en la intervención de Auel en los levantamientos carapintadas durante el gobierno de Alfonsín. Actor importante en aquellos sucesos, relató la negociación entre los sublevados y el gobierno constitucional y se atribuyó los fundamentos con que se redactaron las leyes de impunidad, punto final y obediencia debida. El general omitió recordar que los sediciosos lo propusieron para reemplazar al entonces jefe del Ejército, demostrando su afinidad con el intento golpista.

Ante una pregunta del fiscal Daniel Rodriguez, el testigo ratificó la competencia de los tribunales militares para tratar los crímenes de la dictadura, desautorizó el traspaso al fuero penal de las causas por delitos de lesa humanidad y desestimó a los jueces civiles; descalificación de la Justicia Federal que se mantuvo latente a lo largo de la audiencia.

Luego, con preguntas concretas que partieron por las apropiaciones de bebés, Rodríguez Infante indagó sobre las torturas y violaciones a las víctimas. “No me consta”, contestó el general. El fiscal le replicó que estaban probadas en numerosos juicios. Muy molesto, respondió que esos delitos no ocurrieron, que no fue generalizado ni sistemático y atribuyó las versiones a testigos falsos. Al fin, el verborrágico general con supuestas dotes académicas tomó la senda del negacionismo más rancio.

Este fue un testimonio difícil de comprender y asimilar, pero todo sea para que los procesados tengan las mayores garantías para ejercer su defensa.

Los secuestros de Hugo y Félix Talquenca

A continuación declaró brevemente Hugo Talquenca, padre de Julio Félix -23 años- y Hugo Alfredo -21 años-, ambos desaparecidos en el marco del operativo contra el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) el 14 de mayo de 1976.

Hugo Talquenca

El hombre, de 92 años, ya prestó testimonio en el primer juicio de la Ciudad de Mendoza y detalló cómo fue el operativo de secuestro de sus dos hijos. Por esta razón, el fiscal auxiliar Daniel Rodríguez Infante se limitó a pedir algunas precisiones puntuales. Entre ellas, si recordaba la vestimenta de las personas que ingresaron al domicilio de Maipú: el testigo refirió que eran “hombres comunes”, vestidos de civil. También mencionó un episodio vinculado a la medicación, porque uno de los jóvenes tomaba un medicamento indispensable. “Yo dije a los gritos que tenía que tomar una medicación o se moría” y los captores respondieron que “ya lo sabían”, en una demostración de la inteligencia ejercida sobre las víctimas.

Hugo, el menor, estudiaba en la escuela Pablo Nogués y trabajaba de albañil con su padre y su hermano. Le faltaba poco para ser maestro mayor de obras. El testigo aseguró que tenía militancia política: “Salía los días sábados y en vez de ir a un baile se iba con comida a los pobres, los reunía y hablaba de las cosas que pretendía arreglar”. Julio Félix no estudiaba ni militaba y acompañaba a su padre en la construcción.

La noche del secuestro, el señor Talquenca se encontraba en su habitación y logró oír que uno de los jóvenes decía “así no, así no puedo”. “No sé qué le estarían haciendo en ese momento. Me llamaban a los gritos, me desmayé”, relató. En su búsqueda, la familia presentó un habeas corpus que es prueba en este proceso, por lo cual la fiscalía solicitó que la secretaría del tribunal posibilitara que el testigo reconociera su firma en el documento.

La próxima audiencia será el 11 de diciembre a las 9.30

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El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.