5-2-2021 | Luego de la feria judicial, continuó en Mendoza el juicio contra el Destacamento de Inteligencia 144 y la Fuerza Aérea. En esta jornada declararon Carlos Roca, militante de la Juventud Guevarista detenido en el operativo de mayo del 76, y Patricia Roca, su hermana. La próxima audiencia será el viernes 19 de febrero a las 9:30.
Al inicio de la jornada declaró Carlos Roca, quien en otras oportunidades ya ha prestado testimonio. Fue secuestrado en mayo de 1976 junto con un grupo de la Juventud Guevarista, en el marco de un gran operativo contra el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) – Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
En ocasiones anteriores se refirió a su detención, el paso por el Departamento de Informaciones (D2) de la Policía y las torturas. Por eso las preguntas del fiscal Daniel Rodríguez Infante estuvieron centradas en conocer otros aspectos poco mencionados.

Carlos Roca relató que la madrugada del 14 de mayo de 1976, un grupo de personas se hizo presente en la puerta de su casa. Sus padres dormían, él miró por el visillo disimuladamente, le transmitió tranquilidad a su hermana que estaba allí y escapó por los techos: “A esa hora quién me podía venir a visitar”, reflexionó.
Al huir saltó a la calle y se lesionó los dos pies, casi no podía caminar. Unas cuadras después, tomó un taxi hasta la casa de su tío. Su familia le aconsejó que se entregara a la policía “supuestamente con ciertas garantías”. Lo acompañaron al palacio policial un tío militar –Enrique Andrés Miranda– y un hermano de su madre. Cuando se retiraron, Roca fue vendado y llevado a la sala de tortura.
Tiempo después supo que un estudiante del Colegio Industrial al que él asistía estaba desaparecido. Haciendo memoria creyó recordar que Santini era su apellido.
Ante la pregunta del fiscal, el testigo aseguró no conocer a ciertas personas que le nombró –Talquenca, Billy Lee Hunt, Estela García y “Jimmy” –. Carlos Roca se lamentó y explicó que “en ese momento nos manejábamos con nombre de guerra”.
Sin embargo, Rodríguez Infante le aclaró finalmente que esos nombres formaban parte de una supuesta declaración –claramente fraudulenta– que le hicieron firmar durante el consejo de guerra. Allí lo acusaban de tener relación con todas esas personas –“delincuentes subversivos” para el régimen militar– que él nunca conoció.
Una de las preguntas fundamentales para juzgar el funcionamiento del aparato de inteligencia es saber si las víctimas, en aquel momento, eran perseguidas. Carlos Roca no recordó haber sido vigilado pero aseguró que un compañero suyo, Daniel Moyano, tuvo que pasar a la clandestinidad: “Él estaba marcado”. Moyano hoy está desaparecido y Roca supuso que, en realidad, todo el grupo estaba señalado por las fuerzas represivas. De hecho, en el D2, once personas de su grupo estaban en cautiverio cuando él llegó. Entre ellas mencionó a su primo, Raúl Acquaviva, a Eugenio París, Graciela Leda, Liliana Tognetti, Vignoni y Sabatini. “Creo haber sido el último”, aclaró.
El operativo
Patricia Roca amplió la declaración de su hermano desde Canadá. Ella tenía diecisiete años cuando un grupo de personas trató de secuestrarlo en la casa familiar, el 14 de mayo de 1976. En 2009 envió un documento con su versión de los hechos al juzgado federal presidido por Walter Bento.

La testigo recordó que Carlos había regresado tarde del colegio. Media hora después, un grupo de más de cinco hombres se presentó en el domicilio y su hermano “escapó por el fondo”. Patricia abrió la puerta y las personas, que portaban linternas, le hicieron preguntas sobre el joven. “Les dije mentiras: ‘a veces no viene, se queda a dormir en casa de mi primo’. Se miraron y se hicieron una mueca”, relató. Luego pidieron que despertara a su padre y a su madre. A las mujeres las encerraron en una habitación. El padre se les sumó una vez que terminaron de interrogarlo.
Los hombres permanecieron en la vivienda dos o tres horas. Patricia pudo salir a la cocina a buscar agua y observó que sacaban fotos en su pieza. Con el tiempo se dieron cuenta de que faltaban cosas: un anillo de oro, una alfombra e incluso botellas de salsa de tomate casera.
El tío de la testigo visitó a la familia y contó que Carlos estaba con él. Supieron entonces que al escaparse el joven había tenido intención de pasar por la casa de su primo en Luzuriaga y Tropero Sosa de Ciudad, pero antes de llegar fue interceptado por la hermana de Eugenio París -recientemente detenido-, quien le recomendó que se fuera.
Patricia explicó que su tío Enrique Miranda, de la Fuerza Aérea, sugirió a Carlos que se presentara ante las autoridades “para que la condena fuera menor”, cosa “que no sucedió”. Miranda y un hermano de su madre escoltaron al joven hasta el D2 y la familia no tuvo más contacto con él hasta junio o julio, cuando se desarrolló “el juicio” -en referencia al tribunal militar que lo juzgó-. Todo ese tiempo estuvo incomunicado. “Creo que le podíamos llevar ropa y comida”, agregó.
La próxima audiencia será el viernes 19 de febrero a las 9:30.