AUDIENCIA 66 / EL PERONISMO EN LA MIRA

04-03-2022 | El primer testigo fue Daniel Tramontana, preso político y compañero de trabajo del desaparecido Roberto Blanco. La segunda en declarar fue Heidi Tenenbaum, hermana de Gisela, víctima desaparecida en el operativo de abril del 77. La próxima audiencia es el 18 de marzo a las 9:30.

El primer testigo de la jornada fue Daniel Leonardo Tramontana, quien trabajó en la Dirección de Tránsito y Transporte desde 1971 hasta 1976, cuando fue secuestrado. Hasta hace poco, la fiscalía desconocía de su detención. Fue convocado porque se desempeñaba en la repartición junto con Roberto Blanco —desaparecido— y Oscar Simone —actual detenido por la causa—. Tramontana era delegado gremial en la Dirección, secretario del centro de estudiantes de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo y militante de JP “doctrinaria, no montonero”, puntualizó. 

La noche del 24 de marzo del 76, relató, él estaba en su casa —en la calle Pasteur de Las Heras— junto con su esposa y su hijo de un año y medio. Dos personas con armas FAL vestidas de civil tiraron la puerta abajo y —a los empujones— lo subieron a un Peugeot 404 celeste, sin capucha ni venda. Lo ubicaron en el asiento de atrás y “se sentaron los dos matones uno a cada costado; yo estaba en el medio”. Después supo que previamente habían ido a lo de su padre, en Guaymallén.

Daniel Tramontana

En el camino pensó que lo llevaban hacia la zona de Canota, donde las patotas militares y paramilitares asesinaban a las personas que perseguían por razones políticas. Pero lo trasladaron al Liceo Militar “Gral. Espejo”, donde se encontró con compañeros de la militancia sindical como Roberto Blanco, Luis Toledo, Aníbal Lemos, Marcos Garcetti y un hombre de apellido Olguín. En ese centro clandestino, manifestó, lo obligaron a firmar su renuncia: “Firmá acá que ya no trabajás más en la Dirección”, lo intimidaron. 

A raíz de la pregunta del fiscal, Daniel Rodríguez Infante, el testigo remarcó haber estado detenido con Blanco en el Liceo. A la noche estaban encerrados, pero en el día los dejaban en el patio y “daban vueltas por la cancha de básquet para hacer algo (…) Éramos compañeros de la desgracia y antes habíamos compartido momentos de militancia”.

Estuvo detenido cuatro meses en el Liceo y lo liberaron en pleno invierno a la 1 de la madrugada. Recordó haber firmado su libertad en un libro. “La próxima no salís”, le dijeron. Él corrió por la calle Moldes para alejarse lo más rápido posible y pensó que a Roberto Blanco quizás le habían hecho lo mismo “y lo volvieron a chupar”, pero no. Después supo por otros compañeros —como Lemos— que lo llevaron al D2 y desde ahí desapareció.

Tramontana se exilió y hasta la vuelta de la democracia no tuvo contacto con sus compañeros. En la actualidad, está tramitando su reconocimiento como ex preso político y la reparación correspondiente e intentó buscar constancias de su detención que le solicitaron, pero no consiguió ninguna. “Es medio absurdo porque si uno está en un centro clandestino, no le van a dar una constancia del tiempo que estuvo detenido desaparecido”, añadió. Cuando le llegó la citación para declarar en este juicio fue a la casa de Lemos, pero se había mudado y no le supieron dar su nueva dirección. Desde la fiscalía, al finalizar, pidieron contactar al hombre para que pudiera testimoniar en el debate. 

A raíz de las preguntas que formuló Leonardo Pérez Videla, el defensor oficial, Daniel Tramontana destinó la última parte de su testimonio a distinguir el peronismo revolucionario —Montoneros— del doctrinario —donde él militaba—. Compartían militancia porque Perón había ordenado que se juntaran: “Nosotros éramos dogmáticos, éramos soldaditos de las directivas, pero nos empezamos a enfrentar con ellos”. Sobre Blanco, perteneciente a la otra corriente, aseguró que “era un líder absolutamente visible”.

Operativos de abril de 1977

Heidi Tenenbaum declaró en este juicio por dos hechos de 1977: la desaparición de su hermana Gisela y los secuestros de Julio Pacheco, Nora Otín y Elvira Benítez.

La testigo comenzó relatando los dos últimos encuentros que tuvo con Gisela. En ambas ocasiones la joven visitó a Heidi en su departamento del barrio Cano junto a su padre y a su madre, quienes la ayudaban a trasladarse de San Juan a Mendoza en el baúl de un auto y posibilitaban que las hermanas se comunicaran por carta. Gisela y su pareja, Alfredo Escámez, militaban en Montoneros y se habían trasladado de provincia por seguridad. Las veces que Gisela llamaba por teléfono a la casa de la familia, explicó, pedía que no la nombraran y recurría a apodos. 

Heidi Tenenbaum

La última vez que se vieron, en octubre de 1976, Gisela estaba “camuflada”: tenía el pelo corto y oscuro y muy mal aspecto. Alfredo había sido secuestrado en San Juan. Ese día conoció a su sobrina, que había nacido en mayo.  

A pedido de la fiscalía, la testigo relató un episodio que le tocó vivir poco antes, en agosto de 1976. Cuando su bebé tenía unos meses, dos o tres hombres de civil irrumpieron en el departamento del Cano un sábado por la mañana. Le apuntaron con armas cortas, le pidieron que se vistiera y la interrogaron sobre Gisela, Alfredo y su ascendencia judía. También sobre su pertenencia al Centro Cultural Israelita. Heidi explicó que luego del golpe de Estado, por precaución, se había deshecho de todos los libros ridículamente “sospechosos”, de modo que no encontraron nada que la incriminara, pero vieron una mancha de Violeta de Genciana que le colocaba a la niña y creyeron que tenía una imprenta clandestina. Para la testigo, era evidente que ya conocían previamente toda la información que pedían: su lugar de trabajo, la edad de Gisela. Le mostraron fotos de su hermana y de Alfredo. Más adelante en su declaración, Heidi aventuró que los interrogadores posiblemente eran “de los servicios” y que su mayor miedo fue su hija: “Podríamos estar buscándola”, agregó en referencia a las apropiaciones de bebés.  

Si bien no pudo precisar el año, la testigo recordó otro hecho relatado por su padre. El 4 de febrero, fecha del cumpleaños de Gisela, un varón de civil se presentó en la casa de la familia Tenenbaum, en la calle Coronel Díaz, con la excusa de saludarla, pero el padre lo echó inmediatamente: “Ustedes saben mejor que yo dónde está Gisela”, habría dicho. Sabían que la casa era vigilada. Heidi negó que Gisela se hubiera refugiado allí, pero sí oyó que su familia protegió a otros compañeros de militancia, como Daniel Olivencia, “padre de Victoria”. “Mis padres eran médicos, curaban y suturaban a gente herida”, agregó. También confirmó que su madre, que era ginecóloga, certificó el embarazo de María del Carmen Moyano. 

Sobre la detención de Alfredo, que continúa desaparecido, Heidi relató lo que supo con posterioridad. El joven asistió a una cita de seguridad en lugar de Gisela —significaba hacer contacto visual con otra persona de la organización para constatar que no hubiera sido capturada—, pero la cita habría estado “cantada”. Después se enteró de que Alfredo estuvo en distintos centros clandestinos, incluido Papagayos. A la madre le llegó una remera con los supuestos dientes del joven. En cuanto a Gisela, luego de que su novio no regresara, recogió sus cosas, llamó a su familia para informarles la noticia y se fue del lugar donde vivían. A ella la secuestraron en Mendoza, el 8 de abril de 1977. En el mismo operativo detuvieron a Billy Lee Hunt y Ana María Moral, explicó. Posiblemente su hermana vivía en Godoy Cruz en ese momento, sostuvo la testigo. 

Los secuestros de Pacheco y Benítez

La fiscalía aprovechó la presencia de la testigo para reconstruir otras detenciones enmarcadas en los operativos de abril de 1977 contra militantes peronistas. Sucede que para esa fecha Heidi Tenenbaum se había mudado a un complejo de departamentos de la calle Sargento Cabral en Las Heras, propiedad de su suegra. Otra de las viviendas fue alquilada por un matrimonio —la mujer estaba embarazada— y una joven sanjuanina con su bebé. Como tenían la misma edad y niñas pequeñas, Heidi visitó varias veces a las mujeres. A la madre la conocía como “Negrita”. En una ocasión, reconoció entre las cosas de la bebé unas prendas que ella misma había tejido. Su hermana Gisela había pedido ropa para “una compañera embarazada”. De esta forma, Heidi supo que eran de la misma organización.

También relató que el complejo de departamentos era controlado. Un día que se oyeron personas en los techos Heidi huyó asustada, segura de que no se trataba de ladrones, y la siguieron hasta la parada del colectivo. También había notado que la vigilaban al ir a trabajar.

Los secuestros de Julio Pacheco, Nora Otín y Elvira Benítez, nombres de las tres personas que alquilaban frente a su departamento, sucedieron en presencia del matrimonio que vivía en el fondo del complejo. Esta familia cuidó a la bebé de Elvira hasta que el abuelo y la abuela de la niña fueron a buscarla desde San Juan.   

Al final de su testimonio Heidi Tenembaum reflexionó sobre los efectos de la desaparición de personas sobre sus seres queridos, el vacío que su ausencia y la falta de noticias deja, y expresó su deseo de “poder enterrarla”, refiriéndose a su hermana.

La próxima audiencia será el 18 de marzo a las 9:30.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.