AUDIENCIA 68 / EXTENSA DECLARACIÓN DE NAVARRO MOYANO

01-04-2022 | Comenzaron las declaraciones indagatorias de los acusados. En la primera jornada expuso Vicente Omar Navarro Moyano, exmilitar que estuvo al frente de distintas unidades dentro del Destacamento de Inteligencia 144 del Ejército. Pese a su rol de jefe, negó toda actividad contrasubversiva de estas oficinas y argumentó conflictos con las autoridades por los cuales habría sido relegado de las decisiones. La próxima audiencia será el 13 de abril a las 11:00.

Navarro Moyano fue el último imputado en incorporarse al juicio, en mayo de 2020. Estuvo siete años prófugo hasta su captura, ocurrida cuando el debate ya estaba en marcha. Debe responder por dos grandes operativos en los que intervino el Destacamento de Inteligencia 144 (DI 144): las detenciones de integrantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en mayo de 1976 y los secuestros del “Operativo Antijesuita” entre junio y septiembre de ese mismo año. Son veintinueve víctimas en total, diecisiete de ellas desaparecidas. Los delitos incluyen privaciones abusivas de libertad, tormentos, robos y homicidios.

Semblanza y política

El hombre se presentó como coronel y sugirió que la justicia debía “conocer” a los imputados y las circunstancias de sus vidas que los llevan a cometer o no los delitos. De esta forma introdujo el extenso relato personal que ofreció por videoconferencia desde su prisión domiciliaria.

Navarro refirió que es oriundo de General San Martín, provincia de Buenos Aires, pero muy chico se trasladó de provincia por el trabajo de su madre, que era maestra rural, primero a San Rafael —donde la docente ejerció en Villa 25— y más tarde a San Juan. Finalmente regresaron a Buenos Aires. El militar explicó que participó desde la infancia en la Acción Católica y luego en la Juventud Obrera Católica, para “horror” de su madre. “Saqué muchas experiencias lindas del contacto con esa clase social, que estaba con el peronismo y después sufrió mucho cuando el peronismo cae en el 55”. Desde el secundario, sostuvo, sintió cercanía por el justicialismo. 

Navarro Moyano

A lo largo del relato se mostró como una persona con inquietudes políticas y militancia estudiantil. Por ejemplo, en el marco del conflicto por la educación “laica o libre” habría participado de la toma de su establecimiento escolar a favor de la laicidad: «Nosotros queríamos una educación laica y gratuita».

Debido a la tradición docente de gran parte de su familia, Navarro Moyano se recibió de maestro en el Normal Mixto de San Martín y trabajó brevemente de suplente mientras se formaba para entrar al Colegio Militar de la Nación. Su verdadera vocación era “ser un coronel del Ejército Argentino”. La instrucción fue inicialmente “dura” y “proalemana”, luego viró a “proamericana”. “Nos inculcan valores nacionales, en mi caso, de católico apostólico romano, pero nos dejan abierta la posibilidad de encuentro con otras religiones, que es lo que creo conveniente porque dios hay uno solo”, continuó. Durante su primer año se produjo el “choque” entre militares azules y colorados. Calificó a estos últimos como “antiperonistas rabiosos” y “perdedores”.

La Escuela de Inteligencia

Sus primeros destinos militares fueron en Artillería, pero la muerte de Mario Azúa en 1971, “emboscado por guerrilleros o por un grupo de guerrilla cerca de Pilar” y “rematado por una mujer con una pistola”, hizo que Navarro cambiara de rumbo. Además de amigo, el teniente Azúa era padrino de su hija mayor, indicó. El hecho lo llevó a preguntarse las razones por las cuales “esa gente” atacaba a las unidades militares y le sugirieron que ingresara a la Escuela de Inteligencia. Por eso se formó en esta actividad: “Para buscar los porqués, no con odio (…), nunca he sentido odio, por mi formación cristiana”.

Después de unos meses le dieron el carnet de aptitud especial “para poder hacer la inteligencia, que no es otra cosa que buscar información, cotejarla y sacar una conclusión”.  En 1973 fue destinado al Destacamento de Mendoza, donde, según su relato, se contactó con personas que buscaban el regreso del general Perón como una posible solución para el país. Entre ellos, el intendente de Godoy Cruz, Carlos Sosa Arditi, de quien se hizo “muy amigo”. Para eximirse de responsabilidad durante la “lucha antisubversiva”, el imputado sugirió que debido a sus “ideas de justicia social” comenzó a tener conflictos con los jefes de la unidad y lo fueron relegando: “Me sentía sustituido”. Por eso, explicó, en 1975 pidió sin éxito el cambio de destino.

En su relato la desvinculación de la dictadura fue total. Navarro declaró que se opuso al golpe de 1976 “con la certeza de que no era solo militar, sino que había muchos civiles, esperando la oportunidad, como antiperonistas, de encabezar un gobierno”. Se refirió a los militares como “ingenuos” por embarcarse en proyectos “para los cuales no están preparados, porque las políticas las imponen los civiles”. Según el acusado, los partidos políticos de izquierda y de derecha esperaban un golpe militar. Para Navarro, Isabel Martínez de Perón podría haber seguido en sus funciones como “figura de la democracia” porque tenía las herramientas necesarias para luchar contra la “intranquilidad que traía la subversión” con la firma de los decretos de “aniquilamiento” de 1975, entre ellos el que dispuso la puesta en marcha del Operativo Independencia en Tucumán.

Por estas supuestas diferencias su jefe quiso aplicarle el código de Justicia Militar, pero el comandante de Brigada, que era amigo de su familia, lo llamó a su despacho y le exigió que se “dejara de joder” y se ubicara dentro de algún lugar del Destacamento 144. Su trabajo durante 1976, entonces, habría sido mínimo porque era “un sustituto”. Navarro ofreció un relato inverosímil sobre la actividad de la principal unidad de Inteligencia del Ejército de la subzona 33 —Mendoza, San Juan y San Luis—: “Muchas noches he pasado en un catre (…) en mi oficina del Destacamento. Nunca he visto salir a una patota o un grupo de tareas o alguien que salía preparado para hacer algo afuera. Me dejó la impresión de que las cosas en el Destacamento iban por carriles normales, institucionales. No puedo decir si hubo carriles paralelos. Nunca me dieron una orden ilegítima ni emití una orden ilegítima a mis subalternos”. A fines de 1976 el acusado fue trasladado, “con la desconfianza del área de inteligencia” y de los jefes de la Brigada: “No sé qué habrá pasado en los años posteriores con la llegada del nuevo jefe, el teniente coronel Riveiro”.

Cargos, funciones e incongruencias

Cuando fue el turno de las preguntas, el fiscal Daniel Rodríguez Infante repasó con el imputado los distintos cargos que figuran en su legajo. Navarro explicó que en 1973, cuando llegó a Mendoza, integró el Grupo de Operaciones Especiales, conocido como “Grupo Calle”. El militar indicó que estaba compuesto por agentes civiles que buscaban información —política, sindical, etc.— y la elevaban al Destacamento para su análisis y probable evolución. Por vía orgánica pasaba luego a la Jefatura II de Inteligencia de la VIII Brigada de Infantería de Montaña del Ejército. La información, según Navarro, salía principalmente de fuentes públicas, diarios y revistas que llegaban a la unidad. Tenían también “informantes”, gente que por amistad o dinero recolectaba información pero sin dependencia institucional. El personal civil de inteligencia, por su parte, correspondía a la Clase 3 —encubierto— y entraba por recomendación y contactos, sostuvo.

Fiscalía y querella

“¿Qué tipo de información recababa el personal orgánico encubierto?”, continuó el fiscal, “porque me imagino que si estaba encubierto no era exclusivamente para leer noticias de diarios”. Navarro respondió que el “personal encubierto podía tener una red de informantes donde solicitaba información”, por ejemplo, referida a personas que posiblemente estuvieran “en la subversión”.

En 1974 el acusado pasó a desempeñarse como jefe del Grupo Contrainteligencia del Destacamento 144, sinónimo de la Segunda Sección de Ejecución. Navarro Moyano ofreció ante el tribunal la descripción clásica de la contrainteligencia a la que recurren los imputados cuando buscan desligarse de su participación en el terrorismo de Estado: el supuesto conflicto con Chile. “Mi función era (…) el resguardar la posible infiltración de las unidades de la jurisdicción. Yo me especialicé en el problema chileno, que ya aparecía en el horizonte y que se concretó en 1978. Nos centrábamos en las comunidades chilenas (…) en los objetivos nacionales que podían ser objeto de sabotaje”. La presunta misión era “detectar a agentes de inteligencia extranjeros”, en este caso chilenos, así como hacer estudios de seguridad de las propias unidades. En ese marco, habría viajado a San Juan y San Rafael, para controlar los pasos fronterizos usados por “baqueanos”.

En cuanto a la hipótesis de la lucha contrasubversiva, indicó: “Yo no lo vi, puede ser que en la parte de inteligencia hayan tenido agentes o informantes que recibieran información de la parte subversiva. Puede ser, porque era el problema del momento”. El imputado reconoció que la tarea de inteligencia se regía por el reglamento “Inteligencia de Combate” y, más adelante, por el RC-161 de 1977. Rodríguez Infante planteó la incongruencia entre “la enorme cantidad de reglamentación destinada a regular la lucha contrasubversiva” en las áreas de inteligencia y la supuesta inexistencia de esta labor en el Destacamento 144 de acuerdo a su declaración. “Le vuelvo a repetir que yo en el Destacamento era, siguiendo a Roxin, una especie de sustituto. Tenía muchos problemas en mi unidad”, respondió Navarro. “Nunca asistí a una reunión de la Comunidad Informativa, creo que iba el jefe de la unidad o el segundo jefe”. A pedido del fiscal, explicó que se trataba de una reunión de “elementos de inteligencia”: “Imagino que estaría la SIDE, Fuerza Aérea, Fuerza Ejército, algún destacamento de Gendarmería, Policía… Era la reunión de los jefes o delegados de cada uno de los elementos de inteligencia de la jurisdicción”. Esto mismo se repetía a nivel nacional, en cuyo caso la estructura dependía de una institución nacional como la SIDE o el Ministerio de Defensa, refirió el militar.

Navarro Moyano negó que en el Destacamento 144 realizara “tareas clandestinas” pese a reglamentos como el RC-16-5 de 1973, que los mencionaba explícitamente. El fiscal preguntó por el rol del personal de inteligencia en los interrogatorios: “No sé, yo nunca hice un curso de interrogatorios ni vi al personal que estaba conmigo interrogar en el Destacamento”, respondió. Sobre el personal subalterno a su cargo, explicó que toda oficina tenía un jefe, uno o dos suboficiales y algún personal civil para hacer el análisis de información.

En 1975 el imputado figura como jefe de la Primera Sección de Ejecución del DI 144: “Esa es la parte de Inteligencia”, explicó. Las tareas de esta oficina eran “realizar inteligencia pura”, es decir, recibir la información que salía “de los periódicos”, de los “grupos de actividades especiales”, de “otras fuerzas” o “de la brigada” y “compararla, cotejarla con la información básica” que existía en la unidad. De la nueva información podían emitirse “órdenes de búsqueda” de más información. “La inteligencia está para buscar información del enemigo”, declaró en otro momento de su exposición. En esta sección estuvo poco tiempo: “El jefe de unidad no tenía ninguna confianza en mí y me pasó otra vez a Contrainteligencia”, declaró, que era la Segunda Sección de Ejecución. A lo largo de 1976 volvió a ocupar allí el cargo de jefe.  

A comienzos de 1977 Navarro Moyano obtuvo el pase para la Central de Reunión del Batallón de Inteligencia 601, unidad de Inteligencia ubicada en Buenos Aires que dependía directamente del Estado Mayor del Ejército. No obstante, de acuerdo a su relato, estuvo allí solo dos o tres días porque lo designaron jefe de un “pequeño grupo logístico” que casi no tenía actividad más allá de “cuidar elementos logísticos” y funcionaba en un departamento del centro, lejos de la unidad. Había dos civiles varones, un suboficial y una civil mujer. No pudo enunciar las funciones principales de la Central de Reunión a la que fue destinado, aunque supuso que sería “la lucha contra la subversión”.

El acusado justificó que esta virtual marginación era normal cuando alguien buscaba ingresar a la Escuela Superior de Guerra: “Nos mandaban a cualquier lado para que estudiáramos porque la Escuela de Guerra nos recibía con un examen muy fuerte (…), para que tuviéramos tiempo de estudiar”. Su ingreso se concretó un año más tarde, en 1978, aunque no pudo avanzar porque, según relató, regía una normativa discriminatoria para el personal que estaba divorciado, como era su caso. Entonces lo destinaron al Grupo de Artillería 143 de Jujuy.

Tribunal

“Tiene que haber pasado información de subversión”

“Usted se desempeñó como jefe del Grupo Actividades de Inteligencia, después como jefe del Grupo Contrainteligencia, luego jefe de la Primera Sección de Ejecución y, por último, jefe de la Segunda Sección de Ejecución”, sintetizó el fiscal. A continuación, recordó que la normativa reservada enfatizaba el rol central de la inteligencia en la lucha contrasubversiva del Ejército y de las demás fuerzas. En consecuencia, Daniel Rodríguez Infante cerró su interrogatorio con una pregunta ineludible luego del extenso relato del imputado: “Si usted siendo jefe de estas secciones no tuvo ningún tipo de conocimiento de la lucha contrasubversiva, ¿qué áreas del Destacamento de Inteligencia intervenían en esto?”. “El Destacamento no operaba contra la subversión”, respondió el imputado, sino que “recababa, procesaba y elevaba la información”. Y agregó: “Me imagino que si había grupos subversivos en la región (…), si había organizaciones moviéndose en la jurisdicción y la información llegaba al Destacamento (…) se procesaba y se elevaba al órgano correspondiente”.

“¿Sería correcto afirmar que la información vinculada a los grupos subversivos que operaron en Mendoza en la época en que usted estuvo como jefe de estas dependencias (…) pasó por las dependencias bajo su cargo?”, propuso el fiscal. “No cuando yo estuve en Contrainteligencia”, indicó Navarro. “Cuando estuve en Inteligencia, que fue muy poquito el tiempo que el jefe me dejó ahí, tiene que haber pasado información de subversión”, reconoció.

La sede del Destacamento 144 y su ámbito de operación

Por último, el juez Héctor Cortés solicitó algunas aclaraciones, entre ellas la ubicación del Destacamento de Inteligencia 144. “Lo sabía toda la ciudad, (…) en la calle Emilio Civit”, indicó Navarro. Antes había sido una unidad del Servicio de Inteligencia Militar, explicó. Su oficina —creyó recordar que era de madera— se encontraba al lado de la guardia, en planta baja y del lado derecho. No pudo dar el nombre del jefe del Destacamento hacia 1976, pero sí del anterior —Losardo, 1973— y del posterior —Riveiro, en 1977—.

El juez preguntó por su actividad en San Juan. El acusado declaró que realizó varias comisiones allí en el marco de estudios de seguridad y para reconocimiento de la zona. Y agregó: “Seguramente iba con uno o dos suboficiales y tomaba contacto con el jefe de la unidad para poder actuar”. Mencionó al Regimiento de Infantería XI de esta provincia.

La próxima audiencia será el miércoles 13 de abril a las 11:00.


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El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.