AUDIENCIA 71 / HACER INTELIGENCIA ERA “CORTAR FIGURITAS”

06-05-2022 | Amplió su indagatoria Guillermo Campanille, miembro de la Regional Oeste de Inteligencia de la Fuerza Aérea en 1978 y luego integrante de la División de Inteligencia de la IV Brigada. En su breve declaración se limitó a indicar destinos que supuestamente lo alejaron de Mendoza en el periodo investigado. También describió su tarea como “cortar figuritas”. La próxima audiencia será el 20 de mayo a las 9:30.

Campanille está imputado por los secuestros de mayo de 1978, uno de los tantos operativos conjuntos coordinados desde la Comunidad Informativa. El requerimiento de elevación a juicio señala la participación directa de la Aeronáutica en algunos casos, entre ellos las detenciones de los hermanos Daniel y Juan Carlos Romero. Cabe recordar que el acusado estuvo prófugo desde su imputación, en 2014, y fue capturado a fines de 2018.

“Una reseña de mis destinos”

Como su legajo lo ubica en la Regional Oeste de Inteligencia de febrero a agosto de 1978, Campanille propuso reconstruir su itinerario en este periodo. Luego de realizar un “cursito” de inteligencia en la Escuela de Inteligencia de la Jefatura II del Estado Mayor —en el Edificio Cóndor de Buenos Aires— durante 1977, el imputado fue destinado a la Regional Oeste. De acuerdo a su relato, esto sucedió a mediados de marzo de 1978, aunque su legajo indica que llegó a Mendoza en febrero.

Guillermo Campanille

Su trabajo se desarrolló en la División Inteligencia de la Regional, “que comprendía la inteligencia exterior”, explicó. Allí habría estado poco tiempo porque en abril viajó nuevamente a Buenos Aires para participar de un curso de protocolo y ceremonial que dictaba el Ente Autárquico Mundial 1978 con motivo del evento deportivo: los temas eran recepción, protocolo y seguridad. A fines de abril regresó a la provincia y continuó su labor en el viejo aeropuerto, recibiendo a las delegaciones que participaron de la competencia. Permaneció en esta dependencia una vez finalizado el torneo.

En julio tomó su licencia anual para visitar a su familia en Córdoba. Cuando regresó fue enviado a la base militar aérea de Río Gallegos por el conflicto armado con Chile. Allí fue auxiliar del oficial de Inteligencia Mirage III hasta el cierre del conflicto, en enero de 1979.

En Mendoza, luego de otra licencia, siguió cumpliendo funciones en el aeropuerto hasta 1981. Ese año fue trasladado a la División Inteligencia de la IV Brigada Aérea pero en 1982, debido a la guerra de Malvinas, retornó a la base de Río Gallegos como auxiliar del oficial de inteligencia.

Al concluir, el acusado informó al tribunal que tenía prueba documental que corroboraba algunos de estos movimientos, por ejemplo, certificados de su participación en el conflicto de Malvinas expedidos en democracia. También leyó fragmentos de la calificación anual que consta en su legajo para el periodo 1978-1979, firmada por Padorno. En ella su jefe argumentaba que Campanille no estaba bien preparado para la tarea de inteligencia y recomendaba destinarlo a otra unidad donde hubiera personal con más experiencia. Ofreció, asimismo, cartas enviadas por su madre y sus hermanos a Río Gallegos en 1978 y un certificado del curso de Ente Autárquico del Mundial 78.

Leonardo Pérez Videla, defensor oficial, preguntó a Campanille por los operativos de mayo de 1978 que se le imputan. “Si hubiera conocido los hechos, hubiera dado una novedad, lo hubiera informado. No está en mis principios ni en mi formación (…) las cosas atroces que dijeron que hacían”, respondió. 

Defensores

Por su parte, el abogado particular Carlos Benavídez quiso saber quién era el jefe de la Regional Oeste entre 1976-1978. El acusado mencionó al comodoro José Constanzo y al vicecomodoro Padorno, a quien describió como “petiso”.

La Regional Oeste, explicó Campanille, se ubicaba en la calle Emilio Civit 35 y dependía de la Jefatura II de Inteligencia de la Aeronáutica, con sede en Buenos Aires. No pudo responder qué relación tenía con el Destacamento 144 o con el Comando de la VIII Brigada de Infantería de Montaña, ambas unidades del Ejército. Su desconocimiento se debía a que la “inteligencia exterior” consistía en “rellenar carpetas” sobre bases aéreas chilenas que se encontraban a la altura de Mendoza. En palabras del imputado, lo mandaron a “cortar figuritas”. Esta información, provista por agentes que viajaban al país vecino, luego se elevaba a los órganos superiores de la inteligencia aérea. Además, sostuvo, el trabajo estaba compartimentado. Tampoco recordó la presencia de personal en “comisión”, pero sí de operarios de Comunicaciones, miembros de la IV Brigada, que asistían a la Regional con sus transmisiones a la Jefatura II.

Un encargado sin mando ni capacidad

El fiscal Daniel Rodríguez Infante hizo hincapié en el legajo de Campanille, que lo ubica en la Regional Oeste de febrero a agosto de 1978. De acuerdo al imputado, dicho tramo respondía al periodo de calificación, pero no estuvo en la provincia todos esos meses, tal como declaró.

Fiscalía y querella

Por otro lado, aunque sus evaluaciones las hicieron Costanzo y Padorno, en la Regional Oeste existía una figura intermedia entre las máximas autoridades y los subordinados: el “encargado”, rol que en ese momento desempeñó el suboficial mayor Emilio García, también investigado en este juicio. “Creo que un suboficial no podía evaluar”, explicó, por eso no lo calificó García.

A pedido del fiscal, Campanille precisó que esta función implicaba supervisar a las distintas divisiones internas y que a través del encargado él solicitaba las licencias y los permisos porque no tenía comunicación directa con los jefes. El fiscal recordó entonces que, de acuerdo a su legajo, Campanille también ocupó este lugar entre septiembre de 1978 y agosto de 1979. No obstante, y pese a la descripción que dio de esta tarea, no habría implicado tener poder de mando. En su caso, por su escasa  antigüedad —llevaba diez años en la fuerza—, “el cargo era figurativo”. “Nunca tuve mando ni jerarquía. Nunca realicé trabajos, nunca elaboré inteligencia porque no estaba capacitado”. El imputado insistió en su falta de formación y decisión porque era el “más moderno”, el “limpiabotas” de la regional, continuó.

En cuanto a la estructura de las divisiones, explicó que todas tenían especialistas. En su sección, un señor “Soldati” que trabajaba entre Chile y Argentina y aportaba la información relativa a las bases chilenas. Junto a él había otras dos personas.

Respecto al curso de inteligencia que tomó en 1977 —impartido por la Jefatura II de la Aeronáutica—, Campanille refirió que se dictaron materias “elementales”, entre ellas Criptografía y Lengua. Cuando el fiscal consultó por la “lucha contra la subversión” desarrollada esos años, el imputado recordó otras asignaturas como “Guerra Revolucionaria”, donde estudiaron “lo que había sido Moscú, China”. “Fuimos formados para la inteligencia aérea”, agregó, pero negó conocer cualquier normativa propia de la Fuerza Aérea abocada a la “subversión”. Únicamente mencionó el Reglamento del Régimen de Servicio, RAJ11 —aportado por Santa María en otro juicio—, pero ante la pregunta de Rodríguez Infante, no pudo recordar qué indicaba sobre los jefes de división.

Por último, la fiscalía se detuvo en el vínculo entre la Regional Oeste y la División de Inteligencia de la IV Brigada. El legajo del imputado señala que desde septiembre de 1978 hasta agosto de 1979 prestó servicios en la División de Inteligencia de la brigada, aunque su organismo de revista era la Regional Oeste. Según Campanille, esto sucedió recién en 1981: “Se mezcla, porque a partir del 81 yo revisto servicios en la IV Brigada”. Rodríguez Infante destacó que esa información consta en un informe de evaluación anual de su legajo: “¿Qué explicación tiene?”. “Ninguna”, concluyó el imputado.

La próxima audiencia será el 20 de mayo a las 9:30, ocasión en que se oirá la declaración del imputado Manuel Martínez Molina.

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El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.