AUDIENCIA 82 / NUEVOS HALLAZGOS SOBRE EL OPERATIVO “ABRIL DE 1977”

26-08-2022 | La fiscalía reconstruyó las circunstancias que rodearon a los secuestros de dieciséis militantes peronistas en abril de 1977 y comenzó el análisis de los casos, algunos investigados por primera vez. Las víctimas, que venían huyendo de la persecución estatal, fueron detenidas en el marco de operativos conjuntos desplegados entre el 4 y el 10 de abril. La próxima audiencia será el viernes 2 de septiembre a las 9:00.

En su introducción, Daniel Rodríguez Infante retomó la investigación del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) sobre estos hechos. Según el MEDH, las víctimas eran consideradas “militancia residual” por el aparato represivo, dado que a esa altura las organizaciones políticas estaban muy desarticuladas. De hecho, muchas de ellas habían llegado a Mendoza en busca de refugio luego de la persecución sufrida en sus provincias de origen.

El presente juicio investigó las detenciones de dieciséis personas. Once de ellas están desaparecidas: Pedro Ulderico Ponce, Jorge Albino Pérez, Emiliano Pérez, Julio Pacheco, Elvira Orfila Benítez, Gloria Nélida Fonseca, Gisela Tenembaum, Billy Lee Hunt, Manuel Alberto Gutiérrez, María Eva Fernández y Juan Manuel Montecino. Además, cuatro víctimas fueron asesinadas en la vía pública: Luis César López Muntaner, Ana María Moral, María del Carmen Laudani y Jorge Alberto José. El cuerpo de Muntaner, a diferencia de los otros tres, no ha podido ser recuperado. La única sobreviviente del operativo es Nora Otín.

Sala de audiencias

Casi la totalidad de los hechos fueron abordados en el cuarto juicio, donde se investigó la intervención de las Fuerzas Armadas y de seguridad junto a la responsabilidad de los exmagistrados. Los casos de Ana María Moral, María Del Carmen Laudani y Jorge Alberto José, si bien fueron analizados en oportunidades anteriores, constituyen por primera vez objeto directo de un proceso penal. En consecuencia, la fiscalía advirtió que aportaría nuevos elementos. Los actuales acusados son miembros de la Fuerza Aérea —Carlos Santa María, Eduardo Elio Gaviola, Alberto Raganato, Emilio Antonio García, Néstor Nivaldo Carmona y Julio Roberto Agüero— e  integrantes del Destacamento de Inteligencia 144 del Ejército —Hugo Luis Zalazar y Anacleto Edmundo Calderón—.

“Escapando del cerco represivo”

Antes de comenzar con el desarrollo cronológico de los secuestros, Daniel Rodríguez Infante explicó que las víctimas de este operativo venían “escapando del cerco represivo”, algunas dentro de nuestra provincia y otras en sus respectivas ciudades. Elvira Benítez se había refugiado en Mendoza luego de la persecución desplegada contra su grupo en San Juan; Ana María Moral y Gisela Tenenbaum habían regresado aquí tras los secuestros de sus parejas en la provincia vecina; María Del Carmen Laudani y Jorge Alberto José eran de Mar del Plata; Luis César López Muntaner, Julio Pacheco y Nora Otín —ella oriunda de General Alvear— llegaron por las mismas razones desde La Plata; Manuel Alberto Gutiérrez —mendocino— y María Eva Fernández huían de Buenos Aires; Juan Manuel Montecino, nacido en General Alvear, era buscado en el sur provincial, lo mismo que la familia Pérez; Gloria Fonseca —cordobesa— y Jorge Albino Pérez habían dejado Córdoba también por motivos de seguridad, y Billy Lee Hunt se hallaba en la clandestinidad.

El caso de Pedro Ulderico Ponce es significativo dado que fue secuestrado en su lugar habitual de trabajo, de lo que se desprende que no concebía la posibilidad de ser detenido, señaló el fiscal. Posiblemente esa sea la causa por la cual el operativo comenzó con su aprehensión. 

4 de abril: Pedro Ulderico Ponce

Pedro Ulderico Ponce nació en 1946 en La Consulta, San Carlos. Al momento de los hechos tenía 30 años, estudiaba en una escuela nocturna y trabajaba como empleado administrativo en la Biblioteca General San Martín. Tenía un hijo de ocho años y una hija de once meses junto a su esposa, Marta Freite. La pareja había integrado Montoneros, Marta estaba alejada pero su esposo continuaba activo. Pedro ya había sido perseguido previamente en el marco de otras causas contra militantes peronistas.

El 4 de abril de 1977 la víctima asistió normalmente al trabajo y cerca del mediodía pidió permiso para retirarse antes porque debía hacer unos trámites. Nunca regresó. Gracias al aviso que dio un compañero de estudios que presenció el hecho, su familia supo que fue secuestrado fuera de la biblioteca por personal de civil que dijo ser policía. La familia de Ponce realizó denuncias, presentó habeas corpus y asistió a la IV Brigada Aérea, a la VIII Brigada de Infantería de Montaña y al Arzobispado, entre otras dependencias. Marta Freite denunció también el caso en Ginebra.

6 de abril: Jorge Albino Pérez y Emiliano Pérez

El matrimonio formado por Albino Pérez y Mafalda Pereyra se había trasladado de Alvear a Las Heras en enero de 1977 debido a la persecución sufrida en el sur. Al momento de los hechos vivían en el barrio Tamarindo con su hija, Rosa Pérez, y un sobrino a quien criaron como hijo, Virgilio Ponce. En una casa cercana residía Emiliano Pérez —hermano de Albino— junto a su esposa —Isabel Güinchul— y sus hijas —Susana y Alejandra—. Recientemente Emiliano e Isabel habían dado refugio a su sobrino, Jorge Albino Pérez, y a la esposa cordobesa de este, Gloria Fonseca. De acuerdo al fiscal, Emiliano “pagó caro” su generosidad: al igual que su sobrino, en el operativo del 6 de abril el hombre fue secuestrado y continúa desaparecido.

Jorge y Gloria se conocieron en Córdoba en el marco de sus estudios universitarios. Eran militantes de Montoneros y en 1976 decidieron mudarse por seguridad. Primero se instalaron en un departamento de Godoy Cruz, donde también se alojó brevemente Elvira Benítez, aunque la vigilancia de la que fueron objeto llevó a que se trasladaran a la casa de Emiliano e Isabel, considerada “segura”. Gloria se encontraba de viaje cuando allanaron el domicilio, pero fue detenida días más tarde en la terminal.

Daniel Rodríguez Infante reconstruyó los tres procedimientos simultáneos que se desarrollaron en Las Heras el 6 de abril de 1977 por la tarde: en la casa de Albino y Mafalda, en la casa de Emiliano e Isabel y en la vivienda de una vecina, Elvira Levatino. Además de los testimonios de miembros de ambas familias, dos exconscriptos de la Fuerza Aérea que intervinieron aportaron sus declaraciones para precisar los hechos: Héctor Gafoglio y Miguel Domínguez, integrantes de la Compañía de Policía Militar de la IV Brigada.

A las cinco de la tarde personal de la Fuerza Aérea allanó el domicilio del matrimonio Pérez-Pereyra ubicado en calle Monteagudo buscando a Jorge: Virgilio Ponce reconoció los uniformes y el furgón propio de la Aeronáutica. Además, días atrás él había estado presente cuando algunas de esas personas ingresaron en la vivienda fingiendo ser trabajadores de Agua y Energía —la familia confirmó sus sospechas consultando a la empresa—. Rosa Pérez fue retenida en una habitación bajo vigilancia del conscripto Héctor Gafoglio, a quien conocía porque de chico jugaba con sus hermanos en Alvear. Este procedimiento duró varias horas durante las cuales destruyeron y saquearon el hogar.

Rosa Pérez escucha los alegatos

En paralelo, otro grupo interrogaba a Elvira Levantino, vecina de Emiliano e Isabel, y revisaba su vivienda. La mujer confirmó que el matrimonio había recibido a “gente nueva”, en referencia a Jorge y Gloria, luego de lo cual el operativo se trasladó a la casa de calle Luis Mansilla donde se encontraban Emiliano, su esposa, las niñas —recién llegadas del colegio— y el requerido Jorge Albino Pérez. Personas de civil con pasamontañas entraron violentamente y se llevaron a Emiliano y su sobrino en dos autos distintos. Cuando se fueron, Isabel dejó a sus hijas —de doce y nueve años— con una vecina y fue a hacer la denuncia a la Policía. Al regresar no le permitieron ingresar en su casa. Desde la ventana de la vecina vieron cómo robaron todos sus bienes, incluidos los útiles escolares de Susana y Alejandra.

Días más tarde, personal de inteligencia se presentó en la vivienda para constatar lo que había sucedido. Lo mismo hicieron policías de la Comisaría 16 y de la seccional de El Algarrobal. Solo en esta última dependencia existe constancia de la denuncia de Isabel. Las fuerzas quisieron encubrir el hecho registrándolo como “control vehicular para detectar elementos subversivos”, modalidad repetida en otros casos de este operativo.

Por su parte, el día siguiente al allanamiento cuatro hombres de la Fuerza Aérea —en camionetas con identificación— visitaron a Albino y Mafalda. Rosa Pérez reconoció que uno de ellos había comandado el operativo. El fiscal explicó que los vehículos referidos en los testimonios coinciden con los modelos y colores de los autos operativos declarados por numerosos integrantes del Departamento de Informaciones de la Policía (D2).

Otro elemento significativo es el rol de Armando Olimpo Carelli, suboficial de la Fuerza Aérea que vivía enfrente de la familia Pérez-Pereyra. Antes de los secuestros, Gloria y Jorge habían asistido a la celebración de casamiento de una pareja vecina. Carelli, que estaba presente, sacó fotos de las personas invitadas, incluido el matrimonio desaparecido, hecho elocuente sobre la actividad de inteligencia. Como en el resto de los casos, las familias realizaron numerosas e infructuosas gestiones para dar con el paradero de Jorge, Gloria y Emiliano.

7 de abril: Miguel Julio Pacheco, Nora Otín y Elvira Orfila Benítez

Julio Pacheco, “el lobo”, estudiaba Arquitectura en La Plata junto a Luis López Muntaner, con quien comenzó a militar en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Estaba casado con Nora Otín, también integrante de la JUP. Julio se había acercado a Montoneros y en Mendoza continuó militando a partir del contacto con Jorge Albino Pérez. Trabajaba en la empresa constructora de Natalio Faingold en Godoy Cruz.

Nora Otín era oriunda de Alvear, tenía 22 años y estaba embarazada al momento de los secuestros. La pareja vivía en la calle Sargento Cabral de Las Heras, en una casa que alquilaban a la familia Oscar Musuto, esposo de Heidi Tenenbaum. Heidi y Oscar vivían enfrente. Con Nora y Julio se refugiaban de manera transitoria Elvira Benítez y su pequeña hija Victoria.

Elvira Orfila Benítez estaba casada con Carlos Pardini, estudiaba el Profesorado Diferencial en San Juan y trabajaba como docente de niños y niñas con discapacidad. Su padre había sido diputado peronista durante el gobierno de Camus. Usaba el seudónimo de Carmen Espósito.

El 7 de abril de 1977, alrededor de las 6:30 de la mañana, Pacheco salió de su casa rumbo al trabajo, pero nunca llegó. Gracias a las gestiones que hizo luego la familia Otín, supieron que había sido secuestrado por la Aeronáutica. A las 9, Nora dejó el domicilio para asistir a un control médico por su avanzado embarazo. Cuando en la vivienda se encontraban solo Benítez y su hija, se llevaron a la mujer y dejaron a Victoria en el departamento de enfrente, con la orden de no dársela a nadie. Días después, por un llamado anónimo, la madre de Elvira viajó a Mendoza a buscar a su nieta.

Cuando Nora regresó de hacer trámites, aquel 7 de abril, vio estacionado en su puerta un Fiat 125 o 128 de color claro —amarillo o crema—, que coincide con el que hoy se sabe que pertenecía al D2. En su vivienda, relató, se encontró con personas armadas y vestidas de civil que, a la fuerza, la subieron a un vehículo y se la llevaron. Una de ellas llevaba una peluca y los ojos pintados. El esposo de Heidi Tenenbaum vio la secuencia desde el departamento de enfrente: luego del secuestro de Benítez, los hombres habían ocupado la casa y la estaban esperando.

Público

A Otín la trasladaron al D2, donde la interrogaron violentamente, la amenazaron y le robaron el sueldo de su marido que ella había ido a cobrar esa mañana. Le dijeron que no buscara a Pacheco y que tampoco regresara a su vivienda. Cuando la soltaron, se fue a General Alvear, con su padre y su madre, donde siguieron los hostigamientos: incluso sabían que Marta Lastrucci estaba con ella. Nora Otín dio a luz seis días después del operativo —igual que su amiga— y no salió de la casa por dos años. Es la única sobreviviente de este operativo.

La familia Benítez, manifestó Victoria, también continuó siendo vigilada durante mucho tiempo por un vehículo que se estacionaba en la vereda del domicilio de su abuelo y su abuela. Por este caso, presentaron habeas corpus y enviaron cartas al episcopado y a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, pero no supieron nada más de sus familiares.

8 de abril: Luis César López Muntaner, Ana María Moral, Gisela Tenenbaum y Billy Lee Hunt

Luis César López Muntaner tenía 26 años y estaba casado con Marta Lastrucci, quien cursaba un embarazo a término al momento de los hechos. El joven, además, estudiaba Arquitectura en la Universidad Nacional de La Plata, trabajaba en el Ministerio de Infraestructura de Buenos Aires y, como provenía de una familia peronista, militaba en la JUP y en la JP con Miguel Julio Pacheco. La pareja se refugió en Mendoza enviada por Montoneros, después del secuestro de Francisco López Muntaner en la Noche de los Lápices. Además, sus últimos tres domicilios en La Plata habían sido allanados y saqueados y Luis había dejado sus estudios y su trabajo.

El caso de este militante, asesinado el 8 de abril del 77 en Guaymallén, está estrechamente relacionado con los otros operativos ocurridos el mismo día. De hecho, en esta causa son prueba fundamental tres expedientes: el primero, del Juzgado de Instrucción Militar (JIM) de 1977, labrado luego de “resultar abatidos los DS” [delincuentes subversivos] NN, que corresponden a María del Carmen Laudani y Jorge Alberto José; el segundo, del mismo JIM, —simultáneo, con el mismo instructor y el mismo juez— por un procedimiento en Godoy Cruz en donde “resultó abatida” la “DS” Graciela Beatriz Luján que, se sabe, era el nombre que utilizaba Ana María Moral; y el tercero, de la Justicia Federal, iniciado por Madres de Plaza de Mayo de Mendoza 7 años después, en democracia, por cuatro víctimas que, sostenían, podían estar en el Cuadro 33.

Al llegar a Mendoza, López y Lastrucci se alojaron con su pareja amiga, Pacheco y Otín. Después, se mudaron a una casa en el carril Godoy Cruz al 2700, de Guaymallén, pero, por seguridad, no habían precisado la dirección. Cerca del mediodía del 8 de abril del 77 Luis salió camino a una cita, claramente envenenada —es decir, que conocían los captores— y desapareció. La vivienda fue saqueada con posterioridad. Marta Lastrucci decidió irse a Alvear con Nora Otín y dieron a luz el mismo día, una semana después. La familia presentó habeas corpus pero no obtuvieron respuestas.

A pesar de que el cuerpo de Luis nunca apareció, por todas las pruebas —afirmó el fiscal— se sabe que fue plantado en el escenario del homicidio de Ana María Moral, en Godoy Cruz. El caso de la joven, explicó el abogado, había tomado relevancia social e incluso periodística y, como las fuerzas habían matado a tres personas en la vía pública, falsearon lo ocurrido para encubrir sus propios delitos. En ese contexto, consignaron dos personas muertas en las inmediaciones de la Iglesia de Fátima: “Graciela Beatriz Luján” (Moral) y un hombre que “había logrado huir pero después lo habían encontrado”.

En realidad, el que escapó fue Juan José Galamba —él mismo se lo contó a la madre de Gisela Tenenbaum— y dijeron que lo habían capturado, pero lo cierto es que pusieron el cuerpo de Luis López Muntaner. Ese día le realizaron una necropsia y tomaron fotos, que sus hermanos —Emilio y Miguel — vieron recién en 2011. Es decir, pudieron reconocerlo 34 años después, cuando fueron citados a declarar en el marco de los juicios por delitos de lesa humanidad.

Ana María Moral estudiaba Letras y había formado un grupo musical con Adriana Bonoldi. Era nadadora federada y estaba en pareja con Luis Roque Moyano. Gisela Tenenbaum estudiaba Ingeniería Electrónica en la UTN, había sido presidenta del Centro de Estudiantes y militaba en Montoneros. Además, daba clases en una escuela privada y estaba en pareja con Alfredo Escámez. La fiscalía encontró constancias de la persecución desde el 75 y se sabe que Tenenbaum había pasado a la clandestinidad en febrero del 76, pero igual se encontraba periódicamente con su familia.

Para protegerse, las jóvenes se habían mudado a San Juan, pero volvieron con la misma intención —caminando— luego de que en octubre y noviembre del 76 secuestraran a sus parejas. Incluso después de estos sucesos, hombres de civil irrumpieron en la casa de Heidi, hermana de Gisela, en el barrio Cano. En Mendoza, Moral y Tenenbaum vivían en la calle Italia entre Salta y Lavalle de Godoy Cruz, junto con Juan José Galamba.

El 8 de abril del 77, Gisela salió temprano con destino a una cita de militancia en Las Heras y desapareció. Su papá y su mamá habían pactado con ella un encuentro que nunca se produjo, pero se enteraron por las noticias del operativo en Godoy Cruz. Otro testigo, Daniel Ubertone, contó que en la sentencia del Consejo de Guerra —el 10 de mayo del 77— lo acusaron por tener relación con Tenenbaum y escuchó que el vicecomodoro Monjo dijo “la tenemos nosotros”.

Desde el 16 de febrero del mismo año, sobre Ana María Moral pesaba un pedido de captura en donde figuraban también sus sobrenombres: “la Yenca”, “la Pata” o “Esther”. La tarde del 8 de abril, salió con Juan José Galamba y, según describe el expediente ante el JIM, escaparon cuando las fuerzas les pidieron documentación por un “control poblacional”. Sin embargo, Ruperto Arrula —vecino— dijo que primero escuchó un arma y después fue la persecución. En realidad, precisó el fiscal, tenían la casa y los objetivos marcados: las víctimas corrieron por separado cuando quisieron detenerlas. Él logró huir y, tiempo después, le contó lo sucedido a Helga Markstein, mamá de Gisela Tenenbaum.

Ana María Moral fue alcanzada en la Iglesia de Fátima, ubicada en la calle Paso de Los Andes de Godoy Cruz. Cuando ingresó, una mujer —Margarita Luengo— intentó calmarla y bajarle el arma, pero terminaron forcejeando. Ella relató todo el episodio y aseguró que, ya en ese momento, la muchacha tenía un tiro en el abdomen. Un dragoneante que se encontraba en misa “por casualidad” redujo por atrás a Moral con una maniobra en el cuello. Ella bajó el arma y con el cura párroco la condujeron hacia el fondo, donde estaba la sacristía. Allí abrieron la puerta que daba a la calle, desde afuera dispararon y muchas personas de las fuerzas ingresaron a la iglesia, aprehendieron a la mujer y la arrojaron a la vereda. Entonces, descendió de un Falcon verde un hombre de jerarquía que le pisó el pecho a la joven y le preguntó por sus compañeros y compañeras de militancia. Al parecer, murió en la puerta del templo.

Según describe el expediente del momento ante el JIM, del operativo participaron un oficial, tres suboficiales y veinticuatro soldados. Luego del procedimiento allanaron la casa de “los delincuentes subversivos”: la excusa del “control poblacional” no tiene asidero, aseguró el fiscal. Incluso la posterior prueba de guantelete, para ver si había disparado el arma, dio negativa. El argumento de la fiscalía es sólido: lo que se quiso hacer pasar como una reacción para repeler la agresión de Moral fue, en realidad, una ejecución sumaria.

El hecho tomó relevancia pública y la familia Moral se enteró por las noticias. Con una foto, acudieron a la zona del procedimiento y le preguntaron a la gente si la muchacha que había muerto era ella. También se dirigieron a la morgue, ubicada en el predio del Hospital Emilio Civit. Consultaron por su hija, les dijeron que iban a poder entrar, pero vino un auto que detuvo a la pareja y se la llevó. Veinticinco días después, supieron por la charla con un sepulturero del Cementerio de Capital que su hija estaba enterrada ahí, en una fosa común. Su madre colocó una pequeña cruz para marcar el lugar. 

En realidad, el mismo 12 de abril de 1977, el expediente tenía identificada a Ana María Moral. Sin embargo, su cuerpo fue inhumado el 4 de mayo bajo la identidad de Graciela Beatriz Luján. Al día siguiente enterraron a López Muntaner y por eso la familia siempre supuso que los cuerpos estarían en el mismo lugar, pero no fue así. Hasta noviembre del 78, no se le comunicó a la familia de Moral que su cuerpo estaba enterrado y recién en el 86 pudieron exhumar los restos para colocarlos en el panteón familiar del Cementerio de Godoy Cruz.

La conexión entre López Muntaner y Moral

Según el expediente del momento, cuando Moral muere, el otro “delincuente subversivo” se escapa y es abatido más tarde. Pero en realidad, el acta de defunción de López Muntaner registra las 12:30 como hora del fallecimiento. Y el operativo en las inmediaciones de la Iglesia de Fátima fue aproximadamente a las 20:30. Incluso en el Juzgado de Instrucción Militar de la democracia preguntaron a otros médicos si la necropsia o la prueba de guantelete podían ser equívocas y los peritos ratificaron lo que decía el papel inicial. “Pese a los esfuerzos de los interrogadores del JIM de la democracia”, no pudieron derrumbar la credibilidad de las pruebas”, sostuvo el fiscal, Rodríguez Infante.

La causa instruida durante la dictadura por el JIM incluye, en la hoja 29, una comunicación por teletipo que revela al Comando de la VIII Brigada de Infantería de Montaña como promotor del procedimiento, y al Tercer Cuerpo de Ejército y el Destacamento de Inteligencia 144 como ejecutores. En ese mismo expediente aseguran que el domicilio allanado era de “la Pata” o “la Yenca” y que encontraron allí folletería con contenido político.

La próxima audiencia será el viernes 2 de septiembre a las 9:00.

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El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.