13-9-2022 | La fiscalía concluyó la presentación del operativo contra militantes del Partido Comunista Marxista Leninista (PCLM) y detalló la inteligencia desplegada por el aparato represivo sobre esta organización, específicamente un extenso informe del GT3. Luego dio inicio a la reconstrucción de los secuestros de diciembre de 1977 con los casos de Néstor Carzolio y Nélida Tissone. La próxima audiencia será el martes 27 de septiembre a las 13:30.
El Operativo Escoba consistió en los secuestros seguidos de desaparición de ocho víctimas vinculadas al Partido Comunista Marxista Leninista (PCML) en tan solo cinco días, entre el 5 y el 9 de diciembre de 1977, así como el secuestro de un bebé de diez meses durante 24 horas. Actualmente están imputados tres integrantes del Destacamento de Inteligencia 144 del Ejército: Hugo Luis Zalazar, Juan Carlos Luis y Edmundo Anacleto Calderón. Además de las nueve víctimas directas, otros hechos orbitan en torno a ellas: la desaparición de Jorge del Carmen Fonseca —cuya función orgánica consistía en buscar lugares seguros para integrantes del PCML— que fue abordado en el primer juicio de Mendoza y que será investigado en el próximo proceso sobre el Departamento de Informaciones de la Policía (D2) y la apropiación de Claudia Domínguez Castro.
El fiscal recordó que una de las principales características del PCML fue el gran protagonismo que tuvo la conformación de un partido político por sobre otros diseños de estructura, así como la importancia adjudicada a los frentes sindicales y estudiantiles. Mendoza funcionó como lugar de refugio de militantes platenses, si bien existía desarrollo previo en la provincia.
Hasta el golpe de 1976, el PCML estaba integrado por Walter Domínguez y su hermano, Osiris; Gladys Castro, María Cristina D’Amico; los hermanos Rodolfo, Oscar y Carlos Vera; José Antonio Alcaraz y Adriana Campos. En el frente estudiantil militaban Julio del Monte, Verónica Roatta, Alfredo Irusta, Osiris Domínguez, Mabel D’Amico, Elsa del Carmen Becerra, María Elena Farrando y la pareja platense que huía desde el 75, Nélida Tissone y Néstor Carzolio. Después del golpe se sumaron, en búsqueda de refugio, Jorge del Carmen Fonseca, Jorge Becerra, Susana de Miguel, Alberto Jamilis y María Inés Barbetti.
Salvo Susana de Miguel —que logró evadir el cerco represivo junto a su hijo— y Osiris Domínguez, todas estas personas fueron secuestradas. Doce de ellas continúan desaparecidas: además de Carzolio, Tissone, Vera, Jamilis, Campos, Alcaraz, Domínguez y Castro, cuyos casos investiga este juicio, también fueron víctimas fatales Jorge del Carmen Fonseca, María Elena Farrando, María Cristina D’Amico —las dos secuestradas en Mar del Plata— y Elsa Becerra —detenida en Capital Federal—.

Pese a que el presente juicio aborda el operativo de diciembre de 1977 en Mendoza, que concluyó con el secuestro y la desaparición de ocho militantes, Daniel Rodríguez Infante explicó que luego de este procedimiento, otro gran grupo del PCML fue detenido en Bariloche, en octubre de 1979, y conducido en avioneta al D2 de Mendoza: Carlos Vera, su esposa Laura Carrión y su hijo Sebastián Vera, además de Oscar Vera —hermano de Rodolfo— y su esposa, Mabel D’Amico. En paralelo, en octubre también fueron detenidas y alojadas en el D2 las personas que habían logrado evadir la persecución del Operativo Escoba en la provincia: Verónica Roatta, Alfredo Irusta, Julio del Monte y María Cristina D’Amico.
El “Operativo Escoba” y el Grupo de Tareas 3 (GT3)
La denominación “Operativo Escoba” y la deshumanización que acarrea, sostuvo el fiscal, provino de las propias fuerzas represivas. Citó entonces el Informe de Inteligencia “estrictamente secreto” referido al PCLM y elaborado por el Grupo de Tareas 3 (GT3), de mayo de 1978.
De acuerdo a Néstor Norberto Cendón —condenado por la causa de El Vesubio e integrante del Batallón de Inteligencia 601— en su declaración ante la CONADEP, los grupos de tareas funcionaron en la órbita del Batallón 601 y se encargaron de distintas organizaciones políticas: el GT1 estaba comandado por el Ejército y se abocaba al Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP); el GT2 se concentró en Montoneros y estuvo conducido primero por la Policía Federal y, una vez desarticulado el PRT, por el Ejército; al GT3, en tanto, lo dirigió el Servicio de Inteligencia Naval (SIN) de la Armada y se abocó, entre otros, al PCML. Este último no debe confundirse con el grupo de tareas (GT3.3) propio de la Armada, aclaró el fiscal. Por último, el GT4 respondía a la Fuerza Aérea y GT5 a la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). Independientemente de la sede de cada GT y de la fuerza a cargo, la Central de Reunión del Batallón 601, en su Sala de Situación, supervisaba y centralizaba las tareas de inteligencia u operacionales de todos ellos, explicó Rodríguez Infante.
El mencionado informe del GT3, de 140 páginas, daba cuenta de la génesis del PCML a partir de sus escisiones de otras organizaciones, fundamentalmente producto de la Revolución Cubana, y se refería a él como “objetivo” de ese Grupo de Tareas. El texto detallaba viajes de sus integrantes, programas de estudios y debates sobre el foquismo, entre otros. Según el documento, el “sector de los cabezones”, se asentó en La Plata por el protagonismo de los frentes universitario y fabril, momento en que comenzó su desarrollo. El 90% de sus militantes procedía de esta ciudad, lo cual coincide con la composición referida previamente por la fiscalía.
El texto señalaba que a fines de 1974 se había constituido la regional Mendoza. Para la fecha del informe, es decir, mayo de 1978, el GT3 advertía que esta ya había sido desarticulada: “Debido a los distintos operativos realizados en el país, en especial con la realización del Operativo Escoba, han quedado desarticuladas las regionales Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Misiones y Mar del Plata”. Un aspecto relevante para la fiscalía es el título “distribuidor”, referido a los ejemplares que se entregaron del informe y sus responsables: entre ellos figura el Destacamento de Inteligencia 144 del Ejército, también dependiente del Batallón de Inteligencia 601.
El fiscal comenzó luego el análisis del primer conjunto de detenciones de este procedimiento: los secuestros, el 5 de diciembre de 1977, de Carzolio, Tissone y Fonseca —no contemplado por este juicio— en Godoy Cruz.
5 de diciembre de 1977: Néstor Carzolio y Nélida Tissone
Para reconstruir estos hechos el fiscal mencionó que se tuvieron en cuenta los testimonios de Laura Carzolio Tissone —hija del matrimonio—, Liliana Tissone —hermana de Nélida—, Lucía Batalleme —vecina de la familia y dueña de la casa que alquilaba la pareja—, Hilda Fanny de Abraham —nieta de Lucía— y el esposo de esta, Jorge Adolfo Rodríguez. Además hay constancias de habeas corpus, legajos CONADEP, y denuncias policiales.
Néstor “Cuqui” Carzolio nació en Berisso, Buenos Aires. De acuerdo a su hermana Liliana, siendo muy joven sufrió las muertes de uno de sus hermanos y de su padre y su madre. Néstor trabajó en Swiff hasta su cierre en 1971 y fue delegado del Sindicato de la Carne. En Mendoza instaló junto a Rodolfo Vera una mimbrería en Dorrego, Guaymallén, donde también trabajaba Alberto Jamilis. El local también era un lugar de reunión política. Al momento de los hechos tenía 28 años.
Nélida Tissone era profesora de Ciencias Naturales en La Plata y trabajaba en la Municipalidad de Berisso. Luego de casarse el matrimonio tuvo dos hijos: María Laura, en 1971 y Martín, en 1974. En Mendoza Nélida también fue docente.
En La Plata la persecución había recrudecido y la familia vivía en semiclandestinidad. En el invierno de 1975 llegaron a Mendoza. En julio de 1977 la pareja alquiló un departamento interno en la calle Boulogne Sur Mer de Villa Hipódromo, Godoy Cruz, propiedad de Lucía Batalleme. El lunes 5 de diciembre de 1977 un grupo de civiles armados secuestró a Nélida y a otra persona en presencia de Laura, de seis años. De acuerdo a la vecina, acudía frecuentemente al departamento un hombre al que apodaban “Pelé”, quien fue secuestrado junto al matrimonio. A raíz de la investigación judicial, se supo que era Jorge del Carmen Fonseca. También fue ratificado por Laura Tissone. Además, en el domicilió quedó una moto Zanella, en la que había sido visto Jorge del Carmen Fonseca.
El fiscal retomó la declaración de Laura para reconstruir los sucesos. Ese día, cerca de las nueve, la niña se encontraba en su cama y su madre y Fonseca hablaban en la cocina. Entonces ingresaron hombres de civil con armas largas, la maniataron y le colocaron una venda plateada. Poco después llegaron su padre y su hermano, posiblemente detenidos cuando regresaban de la mimbrería. A Martín, de tres años, también lo amordazaron. Laura oyó el interrogatorio y los golpes que sufrió su padre. El procedimiento duró dos horas en las cuales los captores revisaron el domicilio y sustrajeron objetos.
Las tres personas adultas fueron trasladadas en una camioneta blanca de la propia familia. Laura y Martín quedaron con mordazas dentro de la casa. “No los escuché más, creí que estaban muertos”, le dijo Lucía a su nieta cuando la joven regresó. También le refirió que Néstor pedía ayuda, pero los hombres no habían dejado que Lucía interviniera. Hilda ingresó entonces en la vivienda y liberó al niño y a la niña junto a otro vecino, Aldo Nardecchia, quien aseguró que las cintas utilizadas eran del Ejército.
El fiscal mencionó que la inteligencia continuó operando sobre el domicilio: Hilda denunció la presencia sospechosa de vehículos y la Policía respondió que era para protección. También se presentaron dos hombres de traje argumentando que debían retirar a Laura y Martín, pero las vecinas se resistieron. Poco después la familia de Nélida viajó desde Buenos Aires para buscar al niño y la niña. Las familias Tissone y Carzolio buscaron insistentemente al matrimonio.
La próxima audiencia será el martes 27 de septiembre a las 9:00.