AUDIENCIA 86 / LOS CASOS DEL OPERATIVO DE MAYO DEL 78

07-10-2022 | La fiscalía repasó cronológicamente los procedimientos que las fuerzas desplegaron entre el 17 y el 28 de mayo de 1978. Las víctimas, además de estar vinculadas con Juan José Galamba, adherían al ideario socialista. La próxima audiencia es el jueves 13 de octubre a las 13:30.

La jornada completa puede verse en el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=udupuKdBnzw

El fiscal Daniel Rodríguez Infante retomó el operativo de mayo de 1978 y repasó “el doble factor” que el aparato represivo tuvo en cuenta a la hora de seleccionar las víctimas. Por un lado, se refirió a la solidaridad con Juan José Galamba, quien escapaba desde mediados del 76; por el otro, a la militancia política previa y la alineación con el ideario socialista de las personas.

En este operativo, como en otros, existieron tareas de inteligencia previas, concomitantes y posteriores a los procedimientos, que se desplegaron entre el 17 y el 28 de mayo de 1978. Aunque está probada la participación de la policía, en este juicio están imputados integrantes de la Fuerza Aérea y del Destacamento de Inteligencia 144 (DI 144) del Ejército. El próximo debate investigará a la estructura del Departamento de Informaciones de la Policía (D2) y allí se volverán a analizar estos hechos, porque la dependencia ya aparecía como factor de información en el operativo de abril del 77, del que también logró escapar Galamba. Además, los prontuarios policiales de cinco de las víctimas fueron devueltos por el D2 al D5 (Archivo) el día del operativo o los días posteriores: Gustavo Camín, Mario Camín, Juan Carlos Romero, Raúl Oscar Gómez y Aldo Patroni.

Público

Otras acciones repetidas de inteligencia que se constatan en los casos es la presentación de personas que simulaban ser funcionarios de migraciones y preguntaban por ciudadanos chilenos, empleados de servicios estatales de agua y energía o “linyeras”. También se registran detenciones y seguimientos previos, a veces en vehículos particulares.

17 de mayo: Raúl Oscar Gómez, Aldo Enrique Patroni y Margarita Dolz

Para la reconstrucción de Gómez se tuvieron en cuenta las declaraciones de Liliana Millet, su esposa; Carlos Alberto Ferreire y Liliana Marta López, quienes vivían en la zona; Silvia Josefina Millet, hermana de Liliana, y Roberto Jofré, su pareja; y María Amelia de Hualpa, una tía. También existe el prontuario policial de la víctima.

Raúl Oscar Gómez, “Yuyo”, tenía 25 años y trabajaba como chofer de la empresa de construcciones Neotex. Estaba casado con Liliana Millet, con quien tenía un hijo de dos años, Facundo, y vivían con Silvia Millet en la calle Moreno de Godoy Cruz. La pareja era amiga del matrimonio Dolz-Castorino. Luego de involucrarse en el socialismo, Gómez militó en la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO), hasta el 76, debido a la escalada represiva. El fiscal aseguró que las fuerzas conocían el apoyo que le habían dado a Juan José Galamba a pedido de Margarita Dolz. Incluso días antes del operativo se presentó gente que dijo trabajar en investigaciones y preguntó por un niño chileno.

La noche del 17 de mayo del 78, a la una de la mañana, dormían en su casa y entraron alrededor de cuatro individuos por el fondo de la casa, vestidos de civil y con armas cortas. Alumbraron con una linterna, la vendaron a Millet y se llevaron a Gómez. A Liliana la interrogaron por su esposo y su participación política; posteriormente se dirigieron a la habitación de Silvia, que estaba con Roberto, y también ataron a la pareja. Antes de irse robaron todo lo que pudieron y huyeron en un Peugeot blanco sin patente.

Jofré hizo denuncia en la Comisaría 7 a las 3 de la mañana. La seccional hizo inspección en domicilio. Según declaró un vecino y una vecina, hubo un móvil estacionado frente a la casa el día posterior al secuestro. Liliana hizo gestiones para dar con el paradero de su marido y el padre de Jofré, policía retirado, preguntó en el D2 pero lo amenazaron con que le podía pasar lo mismo. En suma, la familia hizo averiguaciones en la Policía Federal, el Comando del Ejército, la Brigada, el Arzobispado, la presidencia, la Cruz Roja, la OEA, con el papa y mediante habeas corpus. El fiscal recordó un suceso llamativo que contó Liliana Millet: en el 79 la citaron a un destacamento en Benegas para decirle que habían hecho un relevamiento en el barrio y habían llegado a la conclusión de que en su familia eran “muy buenas personas”.

Estudiantes asisten a la audiencia

Aldo Enrique Patroni tenía 26 años cuando lo secuestraron. Trabajaba como mecánico en CIMALCO, de donde conocía a Daniel Romero, y estaba separado de Ilda Esther Díaz, con quien tenía un hijo, Aldo Gabriel. Patroni vivía con su mamá, Felisa Rodríguez, en la calle Videla Castillo de Ciudad de Mendoza y Carlos Alfredo, hermano de la víctima, también desapareció en el 75 con un grupo del PRT con el que se dirigía a Tucumán.

El 17 de mayo a las 4 de la mañana ingresó violentamente un grupo de personas con uniformes militares y también de civil, con un sujeto de lentes al mando. Se dividieron en dos grupos: a la madre la pusieron boca abajo y taparon sus ojos. A Aldo lo levantaron de la cama y lo llevaron a la rastra, según pudo inferir su madre por una huella en la entrada de la casa. Como siempre, se constata la rapiña de un reloj, de plata, etc.

Ya ante la Conadep, Felisa contó que había hecho la denuncia ante la Comisaría 4. El policía que le tomó el reclamo vio las cuerdas con la que la ataron y dijo que ese tipo de procedimientos los realizaba el Ejército. Hizo otras gestiones en la gobernación de la provincia, en el comando del Ejército, en el Ministerio del Interior, y presentó habeas corpus.

Por el caso de Margarita Dolz declaróCarlos Castorino, su esposo; Alejandro Dolz, su primo con quien se crio como hermana; Liliana Millet; Cecilia Marta Castorino, Pepe Suárez, amigo de Margarita en cuyo caserón se juntaban; Juan Carlos Pedot; Donato Lázaro Mamaní; Miriam Esteve, amiga y niñera de sus hijas; Graciela del Carmen Reyes, trabajadora doméstica en su casa. Además existe su legajo Conadep que también sirve como prueba, y los habeas corpus.

Fiscalía

Margarita tenía 30 años, estaba casada y tenía dos hijas: Natalia y Paulina. Vivía en la calle Fournier de Guaymallén, era profesora de arte decorativo y había trabajado como maestra en la escuela Videla Correa. Anteriormente residían en una casa muy amplia y solidaria, que aprovechaban para dar alojamiento a quienes sabían que escapaban de la represión.

Para las elecciones del 73, integraba el Partido Socialista junto con el resto del grupo, actividad que mantuvieron hasta el inicio del golpe de Estado. Militó con Pedot, Suárez, Mamaní, los Romero, Gómez, Herrera. Toda la familia Dolz tenía militancia política. Margarita se crio desde chica con la familia del hermano de su padre, como una hermana más de Juan Carlos, Carmen y Alejandro Dolz.

A pesar de que gran parte de sus pares y su familia decidió exiliarse en Buenos Aires, el matrimonio Castorino y Dolz decidió quedarse porque consideraban que no habían hecho nada malo y nada malo tenía que pasarles: “En lo primero tenían razón; en lo segundo, lamentablemente, se equivocaron”, manifestó el fiscal. Probablemente fueron la primera vivienda en la que se resguardó Galamba, por pedido de Toño Herrera. Castorino dijo que en el 80, cuando se enteró del resto de los operativos, supuso la vinculación con Galamba por los secuestros.

El 17 de mayo de 1978, estaba con sus dos hijas y la niñera, Miriam Esteve, y entre las 20:00 y las 21:00 ingresaron personas de civil que se identificaron como de la Policía Federal. Uno de los sujetos, el que dirigía el grupo, tenía anteojos con marco negro visible y bigotes “muy toscos”, como para disfrazarse; era alto, morrudo y vestía una chaqueta azul. Preguntaron por Margarita, le pegaron a Miriam en la cabeza y le dijeron que no mirara, que se llevaban a “la piba” a la Federal. La encerraron en el baño con las niñas y personas del vecindario recordaron que había una camioneta Estanciera. Dejaron el domicilio hecho un desastre y Carlos llegó después.

La familia intentó dar con ella, su esposo se encargó de varias gestiones. Fue a la Policía Federal, al Ejército, etc., pero en todas las dependencias lo derivaban a otra: “Te paseaban”, declaró en su momento. Reclamaron ante la Secretaría de Derechos Humanos de América Latina, con sede en Washington; ante la embajada, Amnistía, el Consejo Nacional de Iglesias y mediante habeas corpus, también en la justicia provincial.

22 de mayo: Gustavo Camín y Mario Camín

Para la reconstrucción de los secuestros de padre e hijo la fiscalía retomó las declaraciones de Dora Gordon —madre de Mario, se encontraba separada de Gustavo al momento de los hechos—, Isac Armando Camín —hermano y tío de las víctimas—, Ana María del Olio, —novia de Mario—, José Luis Daguerré —compañero de trabajo de Mario en la Compañía de Teléfonos— , Raúl Liendro y Alberto Antonio Monserrat —estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y amigos de Mario—, entro otras. También constan los legajos Conadep de ambos y expedientes militares.

Gustavo Neloy Camín tenía 58 años, era ingeniero químico y estuvo casado con Dora Gordon, con quien tuvo dos hijos: uno de ellos fue Mario Guillermo. Desde su separación vivía en un departamento que servía de oficina en calle Patricias Mendocinas de Ciudad, frente al Colegio de Escribanos. Era dueño de una cantera de cal en Jáchal, San Juan, llamada El Refugio. Allí trabajó un tiempo Juan José Galamba en su paso por dicha provincia, recordó el fiscal. De acuerdo a Dora, Gustavo había militado en el Partido Comunista muchos años atrás.

Mario Guillermo Camín tenía 28 años, estudiaba Ingeniería en la UTN y participaba activamente de las asambleas estudiantiles. También militaba en la Juventud Peronista. Su amigo Rafael Boninio destacó su apertura hacia militantes de otras fuerzas políticas, además de su solidaridad. Trabajaba en la Compañía Argentina de Teléfonos y vivía en Martínez de Rosas 2688 de Ciudad.

Isabel Güinchul refirió que era una familia muy politizada y que sus integrantes sufrieron persecución a raíz del golpe de Estado. El fiscal mencionó que Armando Camín, hermano de Gustavo, había sido despedido de YPF —también su esposa del centro de salud donde trabajaba—. Mario sabía que era blanco del aparato represivo y se había refugiado en la casa de un compañero. El hecho más elocuente de la inteligencia previa ocurrió diez meses antes de las desapariciones, momento en que tres hombres que aseguraban ser de Migraciones se presentaron en el departamento de Mario haciendo averiguaciones sobre personas de nacionalidad chilena. Este mismo proceder se observó en el caso de Raúl Oscar Gómez.

Los secuestros ocurrieron el 22 de mayo pero en dos procedimientos distintos. Mario fue a cenar a la casa de Ana María del Olio en el auto de su madre —un Renault 6 blanco— y luego se retiró porque cursaba de noche en la UTN. Sus compañeros de estudio lo vieron salir cuando terminó la clase. Presumiblemente fue secuestrado en la playa de estacionamiento del establecimiento. Algunos testimonios relatan que fue abordado por cuatro personas y trasladado en su propio auto, escoltado por otro vehículo.

Sí existen certezas de su ingreso al D2. Entre las once y las doce de la noche Dora Gordon se comunicó con Ana María del Olio porque Mario no había regresado. Dado que se sabía que el D2 era “un chupadero”, la joven fue con su padre hasta el Palacio Policial y vio entrar un rastrojero celeste de doble cabina con Mario dentro, llevando la misma campera marrón con la que había salido de su domicilio unas horas antes. Quiso seguir el vehículo pero un custodio la retuvo, la amenazó y le ordenó que se retirara. Por la mañana Ana María se presentó en la Compañía de Teléfonos, le refirió lo sucedido a José Luis Daguerré y pidió la llave del departamento donde estudiaban él y Mario. Cuando abrieron lo encontraron todo revuelto.

También el 22 de mayo por la noche fue detenido Gustavo. No hay precisiones sobre la hora porque no hubo testigos presenciales. Solo que Dora llamó por última vez a su expesposo a las 22:30 y más tarde ya no pudo comunicarse. Debido al modus operandi de los allanamientos en viviendas particulares se infiere que fueron a buscarlo a su departamento y oficina después de Mario, en horas de la madrugada. El lugar estaba desordenado y sin teléfono.

Dora Gordon buscó intensamente a su hijo y a su exesposo. Alguien de apellido Ferri con vínculos militares le ofreció información sobre los supuestos paraderos posteriores que resultaron falsos. La mujer concurrió más de diez veces al Comando de la VIII Brigada de Infantería de Montaña. Una de esas ocasiones, un militar llamado Romero vinculado a Naman García —director de la penitenciaría— le dijo:  “Esto es una guerra, y en la guerra se mata y se muere”. También le recomendó que se hiciera la idea de que su esposo y su hijo habían muerto.

24 de mayo: Daniel Romero

Daniel Romero tenía 39 años, estaba casado con Dulce María Quintana y tenía dos hijos. Vivía en el barrio Gomensoro de Guaymallén, donde funcionaba una despensa/bar. Trabajaba en CIMALCO, fue delegado gremial y había militado en el socialismo junto a Raúl Gómez, Margarita Dolz y demás víctimas del operativo. Declararon por este caso su esposa, su hijo José Ricardo, su cuñada Sofía Ceballos y “Pepe” Suárez, entre otras personas. El fiscal mencionó también prueba documental como su legajo CONADEP.

Romero había prestado ayuda a Juan José Galamba y a Isabel Membrive y antes de 1978 sufrió dos detenciones. La primera, posiblemente en el verano de 1977, mientras Galamba se refugiaba en su hogar: la Policía ingresó en el domicilio, Galamba logró esconderse y Romero estuvo unas horas detenido. La segunda ocurrió en la vía pública, junto a su hijo José Ricardo, que tenía 7 años. Los condujeron a la Comisaría 9, donde Daniel fue torturado frente al niño, según relató el propio José.

El secuestro seguido de desaparición sucedió el 24 de mayo de 1978 poco antes de las 23. En la vivienda estaban presentes su esposa, sus hijos y unos obreros que estaban comprando en la despensa. Después de reducir e introducir a Daniel en un vehículo, la familia salió y siguió dos autos gris y verde con ayuda de un vecino. Constataron que  entraron en el Aeropuerto, es decir, en la IV Brigada Aérea.

Esa misma noche, horas más tarde, se realizó otro procedimiento en la casa de Juan Carlos Romero, hermano de Daniel. La vivienda de la familia, en el departamento de Las Heras, quedaba muy cerca del Acceso Norte, a poca distancia de la IV Brigada. Un grupo de 10 personas ingresó e interrogó a Juan Carlos sobre “Pepe”, un peón que había trabajado dos meses en su horno de ladrillos. También preguntaron por Daniel, que a esa altura ya había sido detenido. Se trasladaban en los mismos Falcon verde y gris que emplearon para llevarse a su hermano.

En los días posteriores trató de hacer averiguaciones para dar con el paradero de Daniel, pero el mismo Juan Carlos fue secuestrado poco después, el 28 de mayo. La denuncia por ambos episodios la realizó la esposa de Juan Carlos, Sofía Ceballos, en la subcomisaría de El Algarrobal cuando se produjo la desaparición del hombre, anticipó el fiscal.

25 de mayo: Víctor Hugo Herrera e Isabel Membrive

Para la reconstrucción del caso de Víctor Herrera el Ministerio Público se sirvió de las declaraciones de Jorge Herrera —hermano—, Beatriz Herrera —hermana—, Antolín Montenegro —vecino—, María Isabel Salatino —madre—, Víctor Antonio Herrera —padre—, Susana Astorga —esposa de la víctima— y José Suárez, además de legajos CONADEP y otra prueba documental.

Víctor Hugo Herrera, “Toño”, tenía 26 años y vivía con su esposa en la casa de su familia en Godoy Cruz. A los 19 años se había incorporado al grupo del socialismo y luego comenzó a trabajar en la ferretería de José “Pepe” Suárez. Era amigo de Margarita Dolz. Fue el propio “Toño” quien le solicitó a Dolz que refugiara a Juan José Galamba, según el testimonio de Carlos Castorino.

El 25 de mayo, entre las cinco y las siete de la mañana, un grupo de seis o siete personas ingresó al domicilio, interrogó a Víctor sobre el paradero de Galamba y se lo llevó en vehículos particulares. Su hermana Beatriz, que estaba presente al igual que Jorge y Susana, vio desde la terraza la presencia de una camioneta camuflada del Ejército. La habían visto antes en la zona.

La familia emprendió diversas acciones de búsqueda. Jorge realizó la denuncia en la Comisaría 27 de Villa Hipódromo, donde conocía gente porque había hecho trabajos de electricidad. No obstante, le dijeron que no siguiera con las averiguaciones. También interpusieron un habeas corpus. El 2 de junio Isabel Salatino, madre de la víctima, se presentó espontáneamente en el juzgado porque en la VIII Brigada le habían dicho que  Víctor estaba allí. Petra Recabarren solicitó entonces respuesta al Comando. Juan Pablo Saá negó que hubiera sido detenido por su dependencia y se dispuso el rechazo del recurso con costas, como era habitual. Al padre de Víctor le retuvieron los documentos en una de sus consultas ante el Comando. Jorge Herrera declaró que lo detuvieron unas nueve veces en la Comisaría 27 luego del secuestro de su hermano.

En enero de 1983 la familia encontró un papel que fue arrojado debajo de la puerta con un supuesto mensaje de Víctor: “Mamita, estoy en Buenos Aires, vaya allá”, firmado por él. La familia reconoció su caligrafía.

Tribunales Federales

Isabel Membrive, “Coca”, había logrado escapar del operativo de 1976 en el que asesinaron a su esposo y también militante de Montoneros, Juan Carlos Chaparín. Tenía 33 años. Su caso no llegó a incluirse en el tercer juicio cuando se investigó este operativo. En el presente proceso declararon por primera vez Claudia y Cristian Javier Charparín, hija e hijo del matrimonio. La ejecución de Juan Carlos, en la que intervino activamente el D2, será abordada en el próximo debate, anticipó Rodríguez Infante.

Hasta 1976, la familia vivía en Dorrego, en la calle Joaquín V. González. El 19 de julio de ese año, cuando regresaban a la vivienda, Juan Carlos notó que se había montado un operativo en el lugar y distrajo a las fuerzas mientras Isabel huía con el niño y la niña. El auto, propiedad de Alfredo Isidoro Charparín, padre de Juan Carlos, nunca apareció. Durante la búsqueda de su hijo Alfredo quedó detenido momentáneamente.

El final de Juan Carlos pudo determinarse a partir de un informe de Carlos Navalles, encargado de inhumaciones del cementerio, donde consta que el 20 de julio el Cuerpo Médico Forense recibió un cadáver “NN” que venía del D2, cuya víctima había muerto por impacto de arma de fuego. La Dirección de Criminalística encontró el informe 283/76 con el nombre de Juan Carlos Charparín, que correspondía a ese NN. Es decir que el D2 intervino en su ejecución y remitió el cuerpo como NN al cementerio. No obstante, los restos no pudieron ser ubicados donde figuraban enterrados.

Luego de la desaparición forzada de Isabel, el Juzgado Civil y de Minas que investigó el hecho solicitó al D2 un listado de personas fallecidas en “enfrentamientos con la Policía de Mendoza”, donde se la identificaba como esposa de Charparín “muerto en acción de combate”, sinónimo de ejecución extrajudicial, explicó el fiscal. Sobre ella pesaba una orden de captura. Su hermano también fue secuestrado y desaparecido en Rosario.

En cuanto al derrotero de Isabel tras el episodio de julio de 1976, pudo determinarse que dejó a Claudia y Cristian con Domingo Charparín, su cuñado, pasó a la clandestinidad y buscó refugio. Volvió a visitarlos en una ocasión y les explicó que no podían quedarse con ella. Daniel Romero le consiguió trabajo de empleada doméstica cama adentro en la casa de Carlos Herrera en la calle Vergara de Godoy Cruz. Allí la conocieron como “Coca” y entablaron una relación de mucho afecto, tanto que fue madrina de una de sus hijas. Romero la visitaba con frecuencia haciéndose pasar por su primo.

Isabel fue detenida y desaparecida el 28 de mayo en presencia de la familia Herrera. De un Falcon gris descendió un grupo de personas que preguntó por la empleada, encerró a la familia y se llevó a Isabel. Uno de los hombres le dijo a Carlos Herrera que “había matado a un policía”, de acuerdo a su declaración de instrucción. Años más tarde, a instancias del MEDH, Herrera se reunió con Claudia y Cristian, momento en que conoció la historia y la verdadera identidad de Membrive, quien había vivido dos años con su familia.

28 de mayo: Ramón Alberto Sosa, Juan José Galamba y Juan Carlos Romero

Ramón Alberto Sosa tenía 43 años. Su sobrenombre era “Felipe”, vivía en calle Laprida de Dorrego con su esposa, Elvira Cayetana Narváez, y su cuñada, Olinda Narváez. Era enristrador de ajo y militaba en el peronismo. Tenía vínculo con Galamba y fue quien le pidió a Sebastián Molina que lo refugiara en su vivienda. Sosa y Galamba se vieron entre el 1 de mayo y la detención de ambos, el 28 de mayo, en las inmediaciones de la casa de la familia Molina.

La víctima era consciente de que estaba siendo vigilada. El libro de novedades del D2 da cuenta de esas salidas a la zona de Dorrego desde el 17 de mayo, hasta que se levantó el control por orden de Bruno. Elvira Narváez declaró que vio personas que simulaban ser “linyeras” en la esquina hasta la desaparición de su esposo.

El domingo 28 de mayo por la mañana, cuando se disponía a tomar el trole para buscar el ajo con el que trabajaba, Sosa fue secuestrado en la vía pública  Un vecino observó el momento en que fue detenido en la parada de colectivo. Elvira se reunió con Sebastián Molina esa noche para comentar lo sucedido. La mujer realizó numerosas gestiones ante la justicia, el Arzobispado y la Secretaría de Derechos Humanos, entre otras dependencias.

La detención de Juan José Galamba también se produjo el 28 de mayo en el domicilio de la familia Molina. Galamba tenía 25 años, era oriundo de Bowen, General Alvear. Estaba casado con Alicia Morales y tenía una hija y un hijo. Estudiaba Ingeniería Mecánica y Diseño Industrial en la UTN junto a Alicia. La pareja militaba en el Centro de Estudiantes. Alejandro Dolz recordó que fue uno de los creadores del comedor de esta universidad. A fines de 1975 se acercó a Montoneros.

Antes de su secuestro definitivo sobrevivió a dos operativos gracias a la solidaridad de sus compañeros y compañeras. En junio de 1976 logró escapar cuando detuvieron a su familia y en abril de 1977 evitó ser capturado junto a Ana María Moral y Gisela Tenenbaum, con quienes se refugiaba.

Desde el 1 de mayo de 1978 y hasta su desaparición, Galamba se alojó en la casa de Sebastián Molina en calle Victoria de Guaymallén. Molina había militado en el peronismo, posiblemente junto a Sosa. Juan José y Sebastián trabajaron en la construcción en ese periodo.

Una vecina declaró que una semana antes del operativo estuvieron preguntando por Sebastián en las proximidades. El 28 de mayo a las 11:30 de la mañana sujetos de civil y otros uniformados como trabajadores de Agua y Energía ingresaron a la vivienda portando armas largas y cortas. Estaban presentes Juan José Galamba y los hijos de Sebastián, Miguel y Carlos. Galamba fue golpeado en el patio y luego retirado en un vehículo.

La última detención del operativo fue la de Juan Carlos Romero, el mismo 28 de mayo por la noche. El hombre tenía 45 años, era propietario del horno de ladrillos donde trabajó Galamba y había sido concejal de Las Heras por el peronismo. Estaba casado con Sofía Ceballos, con quien tuvo cinco hijos e hijas.

Después del secuestro de su hermano Daniel, el 24 de ese mes, Juan Carlos sufrió un allanamiento en el cual fue interrogado, como ya se explicó. Cuatro días más tarde volvieron a irrumpir en su domicilio de Las Heras. Su hijo Juan Carlos, de 11 años, presenció el operativo. También Víctor Mirábile, quien vivía al fondo.

El hijo declaró que Juan Carlos le insistió a sus captores que lo dejaran vestirse. También quiso llevarse una manta: «No te va a hacer falta», oyó que respondieron. Lo subieron a un Falcón gris y se fueron en dirección norte, posiblemente a la IV Brigada Área. Su esposa regresó del trabajo luego de la medianoche y encontró todo revuelto. Realizó múltiples gestiones ante la IV Brigada, el Comando del Ejército y el edificio del Destacamento 144 en calle Emilio Civit.

Las próximas audiencias serán el jueves 13 de octubre a las 13:30 y el viernes 14 de octubre a las 9:30.

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El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.