AUDIENCIA 55 / CAUSA ARTURO RODRÍGUEZ (V): ALLANAMIENTO EN EL BARRIO

15-06-2011 | Tres testigos de la violación de domicilio sufrida por Arturo Rodríguez y su familia coincidieron en señalar el pavor generado por el “procedimiento” contra el vecino. Smaha reconocido durante los hechos. Precisiones sobre los juicios.

Del testimonio de la víctima

“Yo lo conozco a usted”, le dijo en el comedor de su casa Arturo Elías Rodríguez la noche del 19 de septiembre de 1976 al “colorado pelirrojo” que, junto a otros tres “con ningún aspecto de policías, de vaqueros, zapatillas, gorras y armas largas, de barbas y mucho pelo”, le pedía el DNI. Rodríguez descansaba junto a su mujer Marta Gladis Godoy y su hija cuando tras un timbrazo abrió la puerta a una patota policial que a palazos y preguntas “allanaba” su casa del barrio Decavial en Godoy Cruz.

“No es acá, vámonos”, les indicó desde el comedor a sus compinches el oficial Eduardo “Ruso” Smaha, tras ser reconocido por Rodríguez. Porque la víctima trabajó entre 1965 y 1969 en la tesorería de la Dirección de Investigaciones de la Policía de Mendoza. “Yo le he dado su sueldo a usted”, le dijo Rodríguez a Smaha esa noche antes que la patota se fuera en un Citroën gris.

Elsa Liliana Isuani

Vecina lindera de la pareja en el barrio Decavial, construido hacia fines de 1974, recordó que Arturo era martilllero, Marta empleada en la Municipalidad de Godoy Cruz y los hijos de ambos matrimonios amigos entre sí. Para septiembre de 1976 recuerda un operativo en el barrio: “En los techos, acequias y jardines de la manzana había militares apostados, pero no sé de qué fuerza. Las casas eran vulnerables. Había mucho temor, nos recluimos para no saber lo que pasaba”.

Raúl Pedro Michelutti

Cuentapropista, marido de Elsa. Reconoce al menos dos procedimientos en el barrio por parte del Ejército, por “los uniformados verdes”. El primero fue durante una fría tarde de domingo: “Había soldados por todos lados con ametralladoras de pie arriba del techo de mi garaje, en la acequia y en la de enfrente, me piden identificación para entrar a mi casa con mi familia. Teníamos pavor, nos alejamos de las ventanas. No me dejaron ver lo que pasaba en la casa del vecino”.
El otro procedimiento fue de noche: «A las dos, escuchamos ruidos, portazos y como las casas formaban un bloque, estaban apareadas, vi por la celosía una bota militar, lo que me bastó para saber de qué se trataba”. “Era un buen vecino, solidario, muy amable”, subrayó el testigo.

Amanda Graciela Suárez

Jueza penal provincial jubilada. Cuñada de la pareja y además vecina, compartían el fondo porque aún no estaban las medianeras. Dijo de Rodríguez: “Un hombre recto, sin vueltas, con mi suegro militaban en la unidad básica de Villa Jovita”.

Sobre el allanamiento ilegal a sus parientes, dijo: “Solamente escuché el operativo, por un aviso de Arturo desde el patio a las dos de la mañana para que no abriéramos la puerta ni prendiéramos las luces, para que pareciera que no había nadie. Se fueron en un vehículo, nosotros no nos movimos hasta la mañana, Arturo reconoció a uno de ellos, sé que hicieron la denuncia”.

Con tono medido, Suarez agregó: “Éramos todos muy jóvenes, con niños, estábamos asustados, estos atropellos se hacían por la noche porque había mayor desprotección, nadie brindaba ayuda”. En charlas posteriores con la pareja supusieron que se trataba de grupos que secuestraban personas porque, “si no te robaron nada sería para secuestrar a alguien y se equivocaron. O se arrepintieron por algo”.

La lectura de la declaración indagatoria a Smaha redundó en negar cualquier vinculación con los hechos, desde la posibilidad de que Rodríguez pudiera reconocerlo por cuestiones administrativas hasta por matices capilares: “Nunca fui pelirrojo, soy rubio tirando a payo”.

Novedades

En el cierre de la jornada la fiscalía ofreció una nueva prueba testimonial en relación a la causa por la desaparición de Jorge del Carmen Fonseca. Se trata de Violeta Anahí Becerra, hermana de Elsa del Carmen Becerra que, según investigaciones del libro Hacerse cargo, era oriunda de San Juan y residente en Mendoza. Sus padres eran maestros rurales, su hermano Jorge Ciro Becerra estuvo detenido y fue torturado. Elsa fue secuestrada en Buenos Aires a los 23 años y se la vio detenida en los CCD Banco y Olimpo. Podría tratarse de “Elsi” o “Negrita”, la muchacha que Fonseca protegió con la ayuda de unos compañeros de Neuquén, meses antes que ambos fueran desaparecidos.

Por otra parte, se desistió en la causa Urondo-Raboy de citar a testimoniar a policías vinculados durante la represión con el D2 porque fueron reconocidos en procedimientos por las víctimas. Se trata de Omar Venturino (subjefe), Enrique Manuel Funes, Matías Pedraza (motorizada), Luciano Garay, Couto, Carlos Plácido Escobar y Eduardo Nitoker.

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El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.