16-02-2011 | Declararon dos vecinos de la familia Talquenca y un compañero de colegio de Hugo Alfredo, pero no aportaron datos significativos sobre la requisa y desaparición de los hermanos; sin embargo, el testimonio del vecino Domínguez derivó en el relato de su propio secuestro y tortura nunca revelado ante la autoridad competente.
Según las circunstancias que los vinculaban a la causa, fueron convocados los siguientes testigos:
Salvador Meca, quien vivía justo enfrente de la casa de los Talquenca, aparentemente fue el único vecino que salió de su vivienda para ver qué sucedía la madrugada del 14 de mayo del 76; entonces fue reconvenido por un hombre vestido de civil que le ordenó que entrara a su casa porque “se trataba de un operativo de la policía”. Confirmó que hubo un despliegue importante de no menos de diez personas, pero no aportó mayores detalles. Con anterioridad, Meca eludió prestar testimonio a pesar de que, se supone, sería quien tuvo una visualización privilegiada de los acontecimientos.
Jorge Alberto Arce fue escueto y tomo distancia. Compañero de Hugo Alfredo Talquenca en la ENET N.º 5 “Ciudad de Mendoza” desde 1973 hasta el 76, tuvo palabras de elogio para con el desaparecido pero subrayó que solo los vinculaba el cursado de la carrera de Maestro Mayor de Obras. Preguntado si sabía si Hugo tenía inquietudes sociales o políticas respondió que no se había expresado ante él, en ese sentido. Más de una vez insistió: “No teníamos amigos en común”.
Miguel Domínguez, visiblemente nervioso, comenzó su testimonio diciendo que conoció el secuestro de Julio y Hugo por comentarios. Reconoció que con ambos jugaba al futbol y compartía las actividades del vecindario. Cuando el presidente del tribunal, González Macías, le preguntó si alguna vez había estado detenido, se animó a revelar, por primera vez, un grave suceso. Domínguez había sido secuestrado en noviembre de 1977, trasladado a la Comisaría 10 y de allí a un Centro Clandestino de Detención, posiblemente en las afueras de Mendoza, donde permaneció entre 20 y 30 días. Fue sometido a duros tormentos mientras lo interrogaban por los amigos de los Talquenca y los hermanos Bustamante, estos últimos vecinos de la zona y dos de ellos actualmente desaparecidos.
Domínguez dijo no haber visto a nadie en el CCD porque estuvo permanentemente con una venda en los ojos o encapuchado. El testigo fue ofreciendo con cuenta gotas los detalles de su detención, cautiverio y posterior liberación. “Yo no quería hablar de esto”, repitió más de una vez, y evidenció el temor que le provoca tocar el tema
Los testigos hicieron escuetos relatos sobre los hechos que se investigan, dieron respuestas breves sobre las personas desaparecidas que les fueron cercanas en el pasado. Más que explayarse sobre los Talquenca evidenciaban prisa por salir rápido de la situación. En el público presente quedó la sensación de que sabían más de lo que dijeron. Tal vez, en lo no dicho prevalecieron los resabios del terror.