AUDIENCIA 5 / TESTIMONIOS DE LUCHADORAS EMBLEMÁTICAS

30-11-2010 | En la segunda semana del desarrollo del juicio que se celebra en la ciudad de Mendoza, el martes 30 fue una jornada intensa. Por la mañana prestó declaración Isabel Figueroa de De Marinis; al medio día el Tribunal decidió hacer una inspección de la dependencias del D2 —Departamento 2 de Informaciones de la Policía de la provincia— uno de de los Centro Clandestinos de Detención más paradigmáticos de la zona.  Por la tarde testimonió Silvia Ontiveros quien relató los vejámenes sufridos, precisamente, en ese Centro de Detención.  

“En la historia siempre triunfa la verdad”
 
Isabel Figueroa De Marinis con 92 años de edad, contó cómo secuestraron a su hija Lidia De Marinis la noche del 3 de junio de 1976.
 
 Isabel Figueroa de De Marinis

La audiencia se desarrolló en un ambiente sereno, con varios momentos de recuerdos que tocaron de cerca a Isabel y a la familia De Marinis. Como comentaba la madre de la chica desaparecida ese día: “Entraron 5 o 6 personas a caras descubiertas que irrumpieron en el departamento. Golpearon, insultaron, interrogaron a mi hija y se la llevaron”. A pesar de su edad, Isabel mostró gran entereza y solidez en su declaración

“Lidia era una persona alegre, cariñosa con nosotros. Mi hija pertenecía al ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), y ya nos había advertido de que la estaban persiguiendo. Era una militante que luchaba como muchos jóvenes que hoy pelean por sus derechos”.
Junto con las madres de otros desaparecidos, recordó, se reunían para la búsqueda de sus hijos, y así de esa manera darse aliento. Repetían periódicamente un circuito que incluía dependencias de la Policía. la 8va. Brigada del Ejército y el Obispado sin embargo no encontraron respuesta alguna.
Frente al exjefe de la VIII Brigada, Tamer Yapur, presente en la sala, la señora relató la audiencia que mantuvo con éste 34 años atrás. Destacó que el militar negó que su hija estuviera detenida y hasta se animó a insinuarle burlonamente si no se la habrían llevado a Córdoba, ciudad en la que Lidia había iniciado la carrera de Odontología.
Finalmente solicitó a los represores rompieran el pacto de silencio y dijeran donde están los restos de sus hija y los demás desaparecidos. Isabel de Marinis cargada de espaldas, afirmándose en un bastón y con todos sus años a cuestas es una silueta infaltable en cada actividad organizada por los organismos de DDHH de Mendoza, desde aquellos años hasta el presente.
Asimismo, en una entrevista realizada a Lisandro de Marinis, el hijo de la joven desaparecida el 3 de junio de 1976, acotaba que desde chico siempre supo la verdad, la vivió con intensidades diferentes, y que su figura materna siempre fue su abuela.-dijo-
“En la historia siempre triunfa la dignidad, la verdad. Les digo que nos fragmentaron, nos dieron el golpe más duro que puede recibir una familia, pero que no pudieron. La justicia es la justicia que se hace en vida. La muerte los va a encontrar condenados por un tribunal y en la historia finalmente se va a saber la verdad”.-agregó-
Según el relato de Isabel de Marinis lo último que supo de su hija fue un día después de su secuestro y desaparición cuando una voz masculina llamó al trabajo de su esposo para dejar un mensaje en el  que Lidia recomendaba a sus padres que no se olvidaran de ponerle las vacunas a su bebé
Una vez finalizada esta declaración,  el Tribunal junto a querellantes, testigos, autoridades y miembros de los organismos de DDHH de Mendoza se trasladaron al lugar en el que funcionara el D2, en el actual Palacio Policial,  para a realizar una inspección y registrar las características del espacio que permitan significar más cabalmente los testimonios de quienes pasaron por esa dependencia.
 
Declaró la Yupi, una expresa emblemática

Silvia Ontiveros, conocida como «la Yupi» en el ámbito de las expresas políticas del país, de delegada en ATE pasó a ser delgada de sus compañeras ante las autoridades del Penal de Devoto durante la Dictadura.  Lúcida y de gran calidad humana hizo un importante aporte a la resistencia colectiva dentro de la cárcel, aportando la integridad de las mujeres durante el cautiverio.

Ontiveros relató  la persecución al interior de la actividad sindical con el avance de las patotas de la derecha peronista local También ofreció información certera de  los procedimientos y los horrores que se cometían  en el interior del D2 de la Policía de Mendoza. Dio cuenta de las torturas, la sed, el hambre y falta de higiene. «Era un lugar sucio, muy sucio», repetía.
Detenida un mes antes del golpe de Videla por su actividad sindical como miembro de la JTP fue secuestrada junto a su hijo y un compañero. Sus palabras trasmitían especial sufrimiento cuando recordaba haber sido apartada de su hijo.  Perdió la potestad de verlo porque su esposo la denuncio por “abandono del hogar” después de su secuestro  No tuvo contacto con el niño durante los 6 años de cárcel y fue arduo restablecer el vínculo luego de recuperar la libertad en 1982.
Celebró haber reaccionado con la llamada ”amenorrea de guerra” porque a pesar de 18 días continuos de violación no quedó embarazada. Relató en forma descarnada los vejámenes a los que fue sometida una y otra vez por policías violadores que estimó en 20: “Eran distintos olores, distintos cuerpos, distintas voces”.
A su derecha, los imputados presentes en la sala: el coronel Tamer Yapur y Paulino Furio del Ejército. Los policías del D2, el oficial inspector Eduardo Smaha Borzuk y el sargento Celustiano Lucero, la escuchaban con la mirada perdida en el espacio y gesto de forzada indiferencia.
Durante su cautiverio Ontiveros permaneció con los ojos vendados de tal suerte que no pudo reconocer, con certeza a sus captores.  Miró minuciosamente una carpeta con las fotos del personal del D2 pero solo pudo establecer el posible parecido de una de las fotos con un policía al  que vio furtivamente al caérsele la venda  
Después de 18 días de secuestro y cautiverio en el D2 fue presentada, tambaleante  ante el juez Carrizo -Mire como estoy doctor- le dijo. A lo que  el Juez le respondió: «¿No se habrá caído?» . Entonces Silvia le ofreció a exhibirle las quemaduras de la picana que tenía en el vientre, pero el juez se negó a verlas.   
La audiencia cerró con el pedido del abogado querellante Salinas quien solicitó compulsa para que el juez Rolando Evaristo Carrizo de cuenta de este hecho.

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El Colectivo Juicios Mendoza se conformó en 2010 por iniciativa de los Organismos de Derechos Humanos para la cobertura del primer juicio por delitos de lesa humanidad de la Ciudad de Mendoza. Desde ese momento, se dedicó ininterrumpidamente al seguimiento, registro y difusión de los sucesivos procesos judiciales por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.