05-07-2011 | Docente, licenciada en cine, perseguida y secuestrada durante la dictadura, testimonió Violeta Becerra. Relató su relación con el desaparecido Jorge del Carmen Fonseca. Asimismo, en una declaración inconclusa, Raúl Acquaviva, exdetenido en el D2, aportó elementos que hacen suponer que Rosario Aníbal Torres murió en ese CCD producto de las torturas.
Violeta Becerra
“La vida en La Plata era un riesgo permanente, los estudiantes se trasladaban de un lugar a otro”, relató Violeta sobre el período 1973-1976, cuando estudiaba cine y militaba en el PRT junto a su hermano Jorge Ciro Becerra y su cuñada Susana de Miguel, ambos del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). Susana —exilada en Suecia—, Jorge —fallecido en 2006— y otra hermana suya, Elsa del Carmen Becerra —“Elsi”, desaparecida— estaban acuciados por la represión. En mayo de 1976 el grupo emprendió el retorno a Mendoza. Aquí establecieron contacto político con Jorge del Carmen Fonseca.
Tras el secuestro de Jorge Becerra por una patota del D2 el 22 de diciembre, Fonseca protegió a sus compañeras Elsa y Susana —con Federico, su bebé de 4 meses— en Neuquén, en casas de familiares y allegados. En septiembre de 1977, la persecución obligó a Elsa Becerra, acompañada por Fonseca, a huir hacia Buenos Aires, previo paso por Mendoza. Los indicios señalan que, meses después, ella misma escribió una carta en la que avisó que a Fonseca “lo chuparon en Mendoza”. Dicha carta, “desapareció” en manos de la Iglesia neuquina. Con posterioridad, el 26 de enero del 1978, Elsa fue secuestrada en Buenos Aires, información brindada por Susana de Miguel, un mes y medio después del secuestro.
En opinión de Violeta, es probable que Fonseca, visto por última vez para septiembre de 1977, haya desaparecido en Mendoza en diciembre, como parte de la “aniquilación” del grupo del PCML mendocino. En esa ocasión fueron secuestrados Néstor Carzolio y Nélida Tissone, José Alcaráz y Antonia Campos, Rodolfo Vera, Gladys Castro (embarazada) y Walter Domínguez Assof, todas estas personas actualmente desaparecidas.
Por otro lado, el 24 de enero de 1977 la testigo Violeta Becerra fue secuestrada en Tupungato, donde estaba a resguardo en casa de unos amigos de los padres. Permaneció prisionera durante diez días en “un lugar donde pasaban aviones (…) pude ver una carpa militar”, hasta que fue liberada.
Violeta enfatizó el rol de Fonseca como el que “hacía la función de seguridad, guarecía a los compañeros, estaba en continuo movimiento” y destacó que “la persona más ligada a la víctima era la que tenía que dar la información a los familiares”. De allí la comunicación de Elsa sobre el secuestro de Fonseca y la de Susana sobre el de Elsa. También confirmó un rasgo fisonómico destacado por los testigos Aldisone: a “Elsi” le faltaban dientes. Según Violeta, sus padres, en un breve encuentro secreto con su hermana, “la encontraron muy deteriorada, le faltaba un diente”.
Raúl Acquaviva
Citado en la causa que investiga la desaparición de Torres, Acquaviva fue detenido el 14 de mayo de 1976 junto al nutrido grupo de adherentes a la Juventud Guevarista entre los que se encontraba Eugenio Paris, su amigo de la infancia. Al igual que otros testigos de esa causa fue torturado salvajemente hasta que quedó blanqueado el 31 de mayo. Desde ese momento y hasta el 4 de julio, fecha en que fue trasladado a la penitenciaría, Acquaviva permaneció en el D2, pero recibió un trato más relajado y compartió la celda con Paris.
En esas circunstancias, recuerda a un detenido con el que se ensañaban con más ferocidad que con los demás: “Se quejó como un día y medio” dijo, los lamentos eran permanentes hasta que advirtió que quedó en silencio. Con posterioridad, escuchó que entraban guardias y apoyaban algo de madera en el piso, luego se retiraron: “Para mí había fallecido”, concluyó. El testigo recordó que en una ocasión pudo verlo cuando se cruzó con él, camino al baño. Lo describió como más bien bajo, robusto con pelo corto o medio pelado. Estaba muy deteriorado.
En medio de la saña con que lo golpeaban escuchó que los guardias le reprochaban: “Traidor, hijo de puta, hasta nuestros domicilios tenías”. Cabe recordar que Rosario Aníbal Torres se desempeñó como comisario en la localidad de San Martín de San Luis, durante la etapa camporista. Para más coincidencia, al pedírsele precisiones sobre la fecha en que se registró este hecho, Acquaviva lo pudo ubicar días antes de comparecer ante el tribunal militar que lo juzgó, según el acta que obra en la fiscalía, el 21 de junio. Aníbal Torres fue secuestrado entre el 15 y 17 de junio y aún permanece en condición de desaparecido.
El aspecto físico, la condición de policía, la fecha estimada y el testimonio de Eugenio Paris convergen en que Rosario Aníbal Torres habría muerto en el D2 a causa de las torturas. A pedido de la defensa se pasó a cuarto intermedio hasta la próxima jornada, cuando Raúl Acquaviva completará su declaración.