07-02-2011 | Marie-Monique Robin, historiadora y periodista, ofreció información sobre la Escuela Francesa: su influencia y la llegada a nuestro país, la manera de concebir la guerra y de operar sobre el supuesto “enemigo interno”, así como la participación de los integristas católicos en el sostén de los represores.
En una magistral exposición ante el tribunal mendocino, apoyada por documentales con entrevistas a generales de la dictadura, la investigadora francesa expuso los pormenores del desembarco de la nueva teoría sobre la “Guerra Moderna» ideada en su país para combatir la lucha del pueblo argelino por su independencia. La concepción de esta corriente, obsesionada por combatir al comunismo, fue adoptada a principio de la década de los 60 con la instalación de una misión especial encargada de la formación de los oficiales del Ejército Argentino en el seno mismo de la Escuela Superior de Guerra. El temprano desembarco de esta misión fue explicada por los fuertes nexos de los integristas católicos próximos a ambos ejércitos que facilitaron los lazos entre las escuelas de París y Buenos Aires. Estos religiosos jugaron el rol de soporte espiritual de los militares al justificar los métodos de la tortura y el asesinato con argumentos similares a los de la Inquisición. Entre los sacerdotes se encontraba el confesor del general Onganía, padre “Grasset”, de la francesa “Ciudad Católica”, quien daba cursos a los oficiales del Ejército argumentando la pertinencia de los tormentos.
La misión militar extranjera permaneció en el país desde 1960 hasta los 80, contaba con una oficina propia en el piso 12 del Edificio Libertador. El modelo francés ejecutado e ideado para Argelia, retomado por la Escuela de las Américas y auspiciado por el Ejército norteamericano como esquema de contrainsurgencia, hacía eje en la constitución de un buen aparato de inteligencia nutrido por la información obtenida mediante la infiltración y la tortura e incluía la desaparición de las personas apresadas. También se practicó la reclusión de los detenidos en Centro Clandestinos de Detención y se cuadriculó el territorio para organizar minuciosamente las operaciones. Para completar el cuadro de coincidencias, también los franceses otorgaron a su Ejército el poder de policía transformando a los oficiales en interrogadores y torturadores de la población civil. Los exmilitares argentinos entrevistados para el documental coincidieron en señalar que la represión “fue una copia de la Batalla de Argel”.
En nuestro país, con la adopción de esa Doctrina, las FF. AA. “actuaron como fuerza de ocupación contra un enemigo interno con el que convivían”, según las propias palabras del general Balza (excomandante en jefe del Ejército en los 90), que calificó de “nefasta y perversa” la práctica del esquema francés. La obsesión por derrotar al comunismo colocó en situación de sospechoso a cualquier habitante, con las consecuencias conocidas que se hacen patentes en las causas por crímenes de lesa humanidad hoy tratadas en todo el país.