02-03-17 / Se completó este jueves la lectura de las causas que contemplan los crímenes cometidos en el Casino de Suboficiales contra 14 prisioneras políticas en 1976 y contra la familia Alliendes, cuyos varones pasaron por el centro clandestino que funcionó en el centro clandestino del Liceo Militar General Espejo. A continuación se dio inicio al relevamiento de la brutal operación que entre el 11 y el 17 de mayo de 1976 se dirigió contra la militancia de la Juventud Guevarista, con un total de 20 víctimas -ocho de ellas desaparecidas- de las cuales siete integran los hechos analizados en este sexto juicio, entre ellos la desaparición forzada de Jorge Daniel Moyano, torturado hasta la muerte en el D2.
Rosa Blanca Obredor Arenas -“Kitty”- trabajaba en la División de Tránsito y Transporte, integraba el Partido Humanista y ya en 1974 había sido detenida por razones políticas en Córdoba. Hacia la medianoche del 24 de marzo de 1976 fue arrancada de su domicilio frente a su marido -Emilio Brozozowski- y sus dos hijos por captores de civil que la trasladaron hasta el D2. Hasta allí llegó su compañero y le comunicaron que desistiera de buscarla porque sería conducida a otro lugar. En el Casino de Suboficiales Obredor padeció las mismas condiciones de detención que el resto de las prisioneras y fue torturada psicológicamente, al punto de cortársele la lactancia de su bebé de ocho meses. Un mes después recuperó la libertad desde el propio centro clandestino.
El 28 de marzo de 1976 un grupo de tareas allanó y saqueó el domicilio de José Vicente Nardi, que estaba ausente en ese momento. Vivían allí Susana Cristina Nardi y su marido, Osvaldo Aberastain. A la madrugada siguiente personal militar y policial de la Comisaría 25 secuestró a Susana en casa de un amigo donde había intentado protegerse. En esa seccional se encontró con su prima María Elena Castro Nardi, que durante la misma noche había sido detenida junto a su novio, Francisco Jiménez Herrero, en casa de su padre. Ambas mujeres fueron trasladadas al Casino y fueron sometidas a numerosos interrogatorios. Susana fue liberada el 3 de junio de ese año y en reconocimiento fotográfico identificó a Armando Olimpo Carelli como la persona perteneciente a “Aviación”.
María Elena, que era empleada del Poder Judicial, estudiante de Psicología en la Facultad de Antropología y maestra alfabetizadora en el Barrio San Martín, recuperó la libertad a veinte días del secuestro. Sin embargo el 30 de abril sufriría otra detención ilegal por personal fuertemente armado que se presentó como “la Policía Federal”. Ambas fueron llevadas con violencia hasta Papagayos donde interrogaron a María Elena “sobre los profesores de la Facultad de Psicología, le pusieron un arma en la nuca, pegándole, manoseándola y amenazándola de que la iban a matar”. Finalmente fueron abandonadas en el sitio y al regresar a su domicilio la víctima se encontró con un nuevo saqueo. Respecto a los torturadores del Casino, María Elena puntualizó que “las voces eran distintas y podían ver por debajo de la venda que los interrogadores tenían zapatos y los custodios tenían botas”.
Beatriz García Gómez, militó hasta 1974 en la Juventud Peronista. La noche del golpe de Estado fue secuestrada de su casa en Las Heras “por una gran cantidad de sujetos que ingresaron armados y que rodearon la manzana; entre ellos estaban García, Pagella y Carelli, quienes vestían de civil”. El oficial a cargo del operativo era, según sus propias palabras, Luis Feliciano Cunietti, perteneciente a la Fuerza Aérea. La liberaron el 16 de agosto, pero continuó a disposición del Poder Ejecutivo hasta el 15 de octubre. Respecto a los interrogatorios padecidos, Betty sostuvo que “me amenazaban de muerte, gatillaban en falso un revólver en mi cabeza, permanecía con los ojos vendados durante muchas horas, sintiendo la sensación de que mis manos y pies eran de algodón y tenía una especie de pérdida de conciencia”. Reconoce entre los torturadores a los tres militares que intervinieron en su secuestro.
Dora Goldfarb tenía 41 años, era jueza provincial y estaba casada con Pedro Tránsito Lucero, director del matutino “El Andino” y corresponsal de “La Nación”. También fue detenida la madrugada del 24 de marzo de 1976 por quince uniformados del Ejército que la violentaron y encapucharon frente a sus tres pequeñas hijas y la niñera. Su marido fue trasladado al Liceo Militar y ella al Casino -“fui la primera que inauguré ese centro clandestino y la última que me tocó cerrarlo cuando me transportaron a Devoto”, dijo. En la dependencia militar fue sometida a torturas psicológicas. Permanentemente “le remarcaban su condición de judía, sobre todo el teniente Ledesma”. Hacia septiembre Carelli le comentó que sabía que ella tenía un Fiat 128 nuevo “y si podía entregarlo para colaborar con el Ejército Argentino”. La sacó para que entregase la llave del vehículo. De regreso al centro clandestino, Tamer Yapur y Enrique Gómez Saa la responsabilizaron “de la salida diciéndole que había intentado huir o que había seducido a Carelli”. Sobre el personal de custodia señaló al sargento Ríos, al sargento Montiel y al suboficial Walter Eichhorn, “que oficiaba de bueno para lograr las confesiones de las víctimas” y a Ledesma, “que era quien las visitaba y algunas noches pernoctaba en el Casino”. Recuperó la libertad el 13 de mayo de 1977 desde la cárcel de Devoto y se exilió en Alemania.
Norma Lidia Sibilla y Rafael Antonio Morán eran periodistas, trabajaban en “Los Andes”, estaban casados y tenían un hijo pequeño. Como Rafael estuvo ilegalmente detenido entre el 24 de marzo y el 5 de agosto de 1976, y ella también era perseguida, Norma se refugió en casa de sus padres hasta que la detuvieron el 11 de abril en su lugar de trabajo en la sección “Gremiales” del diario. El teniente coronel Schroh señaló como motivo de las detenciones que ambos eran “periodistas tanques, ideólogos”. Como Morán estaba en el Liceo, en una única oportunidad la pareja pudo verse desde lejos. En su testimonio refirió una visita de su hijo a Norma “era terrible cuando se tenía que ir, se escondió bajo una cama, lloraba, gritaba y se aferraba a la madre”. Días previos a la navidad del ‘76 la mujer fue liberada desde la Penitenciaría Provincial. Permaneció ocho años sin poder trabajar como periodista. Falleció el 1 de agosto de 1993.
Las mujeres al Casino, los hombres al Liceo
Segundo Isau Alliendes y Ricardo Alberto Alliendes son los otros dos miembros de la familia ligados al Partido Comunista que fueron secuestrados el 28 de marzo de 1976 en Las Heras y cuyas mujeres, Eda Sbarbati y Silvia Rosa Alliendes -madre e hija-, pasaron por el Casino de Suboficiales. Toda la familia permaneció una semana en la Comisaría 16 y luego padre e hijo fueron trasladados al Liceo Militar General Espejo, donde estuvieron dos meses. Padecieron interrogatorios bajo amenaza de muerte y luego estuvieron un mes en la Compañía de Comunicaciones de Montaña hasta que recuperaron la libertad. A finales de marzo de 1978 Segundo fue nuevamente detenido, ahora por personal de la Fuerza Aérea, y trasladado sucesivamente a la Cuarta Brigada Aérea -donde lo torturaron hasta perder la audición-, al D2 y a la Penitenciaría. Entre ambas detenciones cumplió un itinerario casi completo por los principales centros clandestinos de la provincia. El 21 de agosto de aquel año recuperó la libertad.
“El carácter antisubversivo” del brutal ataque contra la Juventud Guevarista
En mayo de 1976, la Juventud Guevarista de Mendoza (PRT-ERP) fue el blanco de ataque de las fuerzas armadas y de seguridad. En procedimientos clandestinos, generalmente nocturnos y marcadamente violentos, secuestraron a veinte personas, ocho de las cuales hoy están desaparecidas. La causa de este juicio tiene como víctimas a Víctor Sabatini, Jorge Daniel Roberto Moyano, Nélida Lucía Allegrini, Liliana Tognetti, Silvia Schvarztman, Graciela del Carmen Leda y Antonio Siro Vignoni.
El modus operandi, que incluía destrozos en las viviendas y robo de pertenencias, refleja el trabajo de inteligencia realizado sobre las personas detenidas, que se desprende de los testimonios y de un comunicado del Comando de la VIII Brigada de Infantería de Montaña, publicado en el diario Los Andes el 22 de mayo del 76. Allí se menciona a las personas detenidas, pero no a quienes se encuentran hoy desaparecidas. Quienes sobrevivieron fueron juzgados en la pantomima del Consejo de Guerra Especial Estable a partir de las investigaciones realizadas por los servicios militares y policiales coordinados desde la Comunidad Informativa.
Víctor Sabatini es la primera víctima de la causa en curso. Era inspector laboral en la Delegación Regional del Ministerio de Trabajo y militante de la Juventud Guevarista. Fue detenido en su domicilio el 12 de mayo de 1976, con 33 años. Sabatini le alquilaba una habitación a Daniel Moyano y fueron detenidos por ocho personas, que se identificaron como policías.
En su estadía en el D2 fue crudamente torturado, amenazado y humillado. Del 7 al 8 de junio estuvo en la Comisaría Séptima, desde donde fue llevado al Comando de la 8va Brigada de Infantería de Montaña para ser sometido al Consejo de Guerra. Condenado a 25 años de prisión, Víctor Sabatini fue alojado en la Penitenciaría Provincial hasta el 27 de septiembre de ese año, cuando lo trasladaron a la Unidad n° 9 de La Plata. Recuperó su libertad el 26 de abril de 1984.
El sexto juicio continúa el próximo jueves desde las 9.30 horas.