23-02-18 / En la jornada de hoy se realizó la inspección ocular en el ex Departamento de Información 2 de la Policía de la Provincia, el mayor Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio de Mendoza (CCDTyE), recuperado en 2015 como Espacio para la Memoria (EPM) ex-D2.
El reconocimiento, dispuesto por el Tribunal Oral Federal Nº1 que preside Daniel Cisneros, estaba previsto sin testigos. Sin embargo, contó con la voluntaria presencia de una de las víctimas de este juicio: Fernando Rule, detenido y torturado en dicho CCD.
Su testimonio fue de gran valor ya que, en la época de construcción del edificio, Rule trabajaba como técnico eléctrico para la Dirección de Arquitectura de la Provincia. De esta forma, conocía los planos del proyecto. Asimismo, fueron importantes los aportes de Natalia Brite, miembro del Consejo Directivo del EPM, respecto de las sucesivas transformaciones que sufrió el ex Palacio Policial desde esa fecha, ya que permaneció siempre en funcionamiento.
Estuvieron presentes, además del Juez Cisneros, los jueces federales Alejandro Piña y Gretel Diamante, el equipo del fiscal Daniel Rodríguez Infante, el defensor oficial Leonardo Pérez Videla y, por la querella, Pablo Salinas y Viviana Beigel.
El recorrido partió de las pequeñas celdas que evidencian las inhumanas condiciones de hacinamiento de la reclusión. En uno de los calabozos mayores Fernando Rule recordó la terrible escena de la pirámide humana en la que Miguel Ángel Gil sufrió aplastamiento y que, ya malherido por la tortura, contribuyó con su muerte, ocurrida, poco después, dentro del mismo edificio. La comitiva pudo observar las inscripciones que dejaron algunas de las víctimas donde la pintura posterior no llegó a cubrir.
Después, Rule condujo a los presentes por las escaleras a través de las cuales las víctimas eran trasladadas hacia la principal sala de tortura, conocida como la Sala de Acumuladores. Allí, en un reducido y cerrado lugar, las baterías que sostenían el sistema eléctrico y que, probablemente, utilizaban los torturadores para las largas sesiones de picana, junto con el tabaco y el sudor, otorgaban un particular olor que el testigo aseguró recordar claramente.
Luego, guiados por Natalia Brite, observaron el salón de recepción y atención al público donde se tramitaba la cédula de identidad, a pocos pasos de los calabozos. Finalmente, el grupo bajó por una segunda escalera hacia una pequeña habitación donde funcionaba otra sala de tortura. Si bien se cree que de uso menos frecuente, el lugar coincide con las descripciones de otro detenido, Raúl Acquaviva.
Al atravesar la salida principal, el tribunal dio por concluida la inspección, recordando la audiencia del próximo jueves 1 de marzo.